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04 de septiembre 2020

Para Reconstruir la Argentina

PARA RECONSTRUIR LA ARGENTINA

                                                                                                           Manuel Figueroa

En su parte I, este artículo señala algunos hechos de carácter económico, social, demográfico e institucional que en el curso de los últimos 50 años transformaron a la Argentina en un país de Desarrollo Imposible. En su parte II se especifican Directrices de Políticas Públicas que posibilitarían revertir los hechos referidos y abrir nuevos horizontes para avanzar en la reconstrucción del país. La Parte III, a modo de conclusión, esboza rasgos esenciales de la ingeniería política que podría adoptarse para modernizar la institucionalidad del país, asegurar su gobernabilidad y detonar los procesos necesarios a su reconstrucción integral.

I

Es de práctica profesional utilizar múltiples indicadores para dimensionar la evolución y estado real en que se encuentra una sociedad durante un período histórico determinado.1) Para evaluar la situación de Argentina utilizaremos tan solo los siguientes:

1º indicador: Ingreso per cápita. Enla segunda parte del siglo XX, la sociedad argentina padeció una de las experiencias más crueles de involución económica. La información relativa a disponibilidad de dólares per cápita, así lo refleja: entre 1950 y 2003, perdió un 19 %, pasando de 4.656 a 3.760. En ese mismo período, Chile ganó 173 % evolucionando desde 1.972 a 5.381. México, incrementó un 201 %, de 1.462 a 4.395. Brasil, mejoró un 269 %, de 1.184 a 4.376 y España, registró un salto de 600 % pasando de 2.826 a 19.774. Sus respectivas tasas anuales de crecimiento en el PBI per cápita fueron: Argentina, 1,13 %; México, 1,53 %; Chile, 1,61 % y Brasil, 2,03 %. Otros países – período 1900-2009 – informan: Suecia, 2,14 %; Australia, 1,67 %; Canadá, 1,93 %; España, 2,19 % y Japón, 2,65 %.

2ª indicador: Distribución del Ingreso. Registros estadísticos disponibles informan que, en 1945, el país asignaba al factor trabajo el 35,58 % del ingreso nacional; en 1950,el 46,48 %; en 1955, un 45,05 %.A partir de entonces, la información refiere la pérdida permanente de participación llegando en el 2005 a un 27,1%; 2007: 30,1 %; 2009: 36,3 %; 2011: 35,7 %; 2913; 38,2 %. Según tales estimaciones, entre 1950 y 2013, el factor trabajo perdió 22% de su mayor participación en el ingreso nacional. En los últimos 6 años aquellas magnitudes podrían haberse agravado. Respecto a la distribución del ingreso entre deciles de la población, la información registra que en 1974 las relaciones de ingresos per cápita entre los deciles 10 y 1, era de 12,07 veces; en 2017, la misma relación acusó 24,56 veces. Las relaciones de ingresos entre los deciles 6 y 1 (representativos de los sectores medios y pobres) evolucionó de 3,98 en 1974 a 6,60 en 2017. Su grado de inequidad es grave y permanece sin solución. Según cifras oficiales del INDEC, en 1996, las diferencias de ingreso entre el decíl más alto y más bajo de la población era de 20 veces. Al 1º trimestre del 2007, esta relación fue 27. Este indicador puede haber alcanzado en la actualidad alrededor de 30 veces. En países avanzados no supera 10 veces. 

3ª Indicador: Inflación. Las estimaciones  refieren las magnitudes totales alcanzadas por la inflación en cada uno de los períodos referidos: 1861 y 1916: 85 %; 1917-1930: – 2%; 1931 -1945: 43 %; 1946-1955: 43%; 1946-1955: 386 %; 1956-1966: 915 %; 1967-1983: 8.844.183 %; 1984 – 1989: 477.904 %; 1990 – 2001: 301 %; 2002 – 2003: 13,4 %; 2003- 2006: 27 %; 2007 – 2009: 421 %; 2010 – 2013: 98 %; 2014: 37 %; 2015: 24 %.[1]; 2019: 54 %.

4ª Indicador: Ingresos y Gasto Público. Antes de 1961 la información se refiere a la Administración Pública Nacional. Desde 1961, al Sector Público Argentino no financiero.  La información registra, en primer término, como resultado primario, la diferencia entre ingresos y egresos totales, excluyendo los pagos por amortización e intereses de la deuda. En segundo término, como resultado financiero, registra las diferencias entre ingresos y egresos totales, incluyendo los pagos por amortizaciones e intereses de la deuda. Se expresan en %:

1931:   0,14 y -2,26; 1945: -33,63 y -5,24;     1967: – 1.11 y  – 2,02      1983: -6,41 y   -10,36

1946: – 3,14 y -4,12; 1955: – 2.96  y  -3,77:    1984: – 5,12 y  – 6,73      1989:  4,15 y   –  3,66      

1956:  -3,79 y -4,04; 1966:  -3,79   y -4,04:    1990: -3.08  y  – 4,73      2001: -1,96  y  – 7,03

2002:   1.84 y -0,81; 2003:    3,95   y  1,59      2006:    3,43   y   1,36     2007:  3,21 y     0,77  

2009:   0,46 y -2-20.    

5º indicador: La Cuestión de la Tierra. Argentina solo pudo implementar su Reforma Agraria ampliando la concentración promedio de la propiedad de la tierra. En efecto, “La información censal del INDEC certifica que entre 1969 y 2002 desapareció el 53 % del total de los establecimientos registrados con superficies inferiores a 100 hectáreas, esto es, 193.010 unidades, transfiriendo hacia otros estratos superiores 5.250.902 hectáreas, es decir, el 51 % del total de las tierras que poseían en 1969. Sobre un total de 297.425 establecimientos agropecuarios, 6.160 que solo representan el 2 % del total, poseen unidades superiores a 5.000 hectáreas y se apropian de 87,3 millones de hectáreas, es decir, del 50 % de total de la superficie agropecuaria del país, en cuanto 291.265 establecimientos, el 98 % del total, con superficies inferiores a 5.000 hectáreas, poseen el otro 50 % de la superficie agropecuaria. En el año 2002 el país disponía de un total de 4.270.178 de  hectáreas aptas no utilizadas: región pampeana, 2.682.627; región Noroeste; 497.461 has; región Noreste; 452.209; región Patagonia: 370,281; 

6º indicador: Pobreza y Desempleo.  La indigencia y la pobreza afectaron, en 1994, al 3,3 y 16,1 %, de la población, respectivamente. Al 1º trimestre del 2007 llegaba al 8.2 y 23.4 % y para el 2016, se estimaba un 32,9 % de personas en situación de Pobreza y un 6,3 % de personas en situación de indigencia. La crisis del 2001 y su resolución a partir de enero del 2002 llevó la pobreza a niveles del 57 % de la población en cuanto el desempleo afectaba al 24 % de su población activa. En el primer trimestre del 2016, la población excedente y desempleada, representaba un tercio de la total del país: ¡14 millones de personas en situación de pobreza! Durante el Gobierno Macri, la pobreza cubrió al 45 % del total de la población.   

7º Indicador: Grado de urbanización. Al respecto, reciente publicación del Banco Mundial refiere que entre 1960 y 2016 la reducción de la población rural en diversos países del mundo acusó la siguiente dinámica: Alemania: 29 y 24 %; Australia: 18 y 10 %; Canadá: 31 y 18 %; Chile: 32 y 10 %; China: 84 y 43 %; EEUU: 30 y 18 %; Federación de Rusia: 46 y 26 %; Francia: 38 y 20 %; Hungría: 44 y 22 %; Israel: 23 y 8 %; Noruega: 50 y 19 %; Reino Unido: 22 y 17 %. Suecia: 28 y 14 %; Suiza: 49 y 26 %. México: 49 y 20 %. Nueva Zelanda: 24 y 14 %. En Argentina, la población urbana en 1960 era del 60 %; en el 2002, del 92 %. Hacia el 2020 su población rural podrá alcanzar el 5 % y su población urbana un 95 %.

Los indicadores referidos fueron resultado de las deformaciones estructurales del país y explican sus dificultades para sustentar el progreso con equidad después de 160 años de su Constitución de 1853. El paso del tiempo registró también severas deficiencias en la esfera institucional ocasionando su profundo deterioro. En efecto:

Argentina terminó destruyendo todos los diques de contención institucional establecidos en la Constitución de 1853 para sustentar, regular y controlar el Poder. Ya perdió solemnidad, virtud y admiración la Autoridad Presidencial; grandes mayorías sociales perdieron su confianza en la división de Poderes, en la plena independencia del Poder Judicial, en la fuerza moral de la Iglesia Católica como faro orientador del devenir institucional de la Nación; en el Federalismo como poderoso instrumento de Gobierno, en la Educación bajo directa responsabilidad del Estado como derecho ciudadano e instrumento nivelador de oportunidades para todos; en los Medios Masivos de Comunicación como poderosos instrumentos de educación pública y de información cotidiana para  Gobernantes y gobernados; en la presencia de las FFAA como último recurso para preservar la Nación; en el libre voto ciudadano y la acción de los Partidos Políticos como poderosos instrumentos electorales y formadores de opinión para sustentar una Democracia viva. Ninguna Administración despierta, a priori, abierta confianza en la mayoría de la población. Sus tradicionales actos de corrupción, extensamente divulgados por los medios de comunicación, arrasaron con la confianza que la ciudadanía podía depositar en sus gobernantes. Sin embargo, como expresión de nuestro subdesarrollo político, una expresiva mayoría de la sociedad continúa emitiendo su voto sin valorizarlo políticamente; sin cuestionar la moralidad de los candidatos; sin evaluar sus antecedentes profesionales; sin conocer, al menos, una síntesis programática de sus Propuestas Partidarias.

Argentina, con sus actuales 45 millones de habitantes, continúa falsamente presentándose ante el mundo como un solo país integrado. Sin embargo, su sociedad y territorio expresan dos realidades altamente diferenciadas en materia de institucionalidad, ocupación productiva, ingresos, empleos y educación. Desde mediados del Siglo XX, la dinámica de aquella severa diferenciación estructural imposibilitó fortalecer vínculos de complementariedad y solidaridad en su sociedad cristalizando, en la actualidad, un país de desarrollo imposible que avanza, inexorablemente, por senderos de involución económica, degradación institucional y desgarramiento social y regional.

A pesar de tan extrema conclusión, se considera que si los diferentes Gobiernos que administraron el país en sus últimos 70 años no pudieron impulsar desde arriba la Reconstrucción y el Progreso del país este proceso sólo podrá detonarse desde abajo cuando una expresiva mayoría de la sociedad decida cristalizar su consenso para elegir una nueva Dirigencia dispuesta a impulsar, mediante Reforma Constitucional, la modernización de las Instituciones para transformar al país en una verdadera República Democrática y Federal. Para tales propósitos, se necesitará que la Asamblea Constituyente logre consensuar Un Nuevo Contrato Social destinado a impulsar el progreso y la equidad para una Argentina con 50 millones de habitantes. Después de su sanción por el HCN, todos los Gobiernos, Ciudadanos, Empresas e Instituciones, Públicas y Privadas del país, tendrán que cumplir con las múltiples Reformas que consagre la Nueva Constitución.  

II – Principales Esferas Temáticas de la Reforma para reconstruir la Argentina:

1.Esfera Institucional: Conviene recordar que el país sancionó su Constitución en 1853 cuando su población solo alcanzaba 1,5 millón de habitantes y recién comenzaba su parcial inserción en la economía mundial exportando materias primas procedentes de su pampa húmeda bajo la plena dependencia comercial, industrial y financiera de Inglaterra. Aquel modelo de inserción internacional, a pesar de sus limitaciones, posibilitó importar los insumos y bienes de capital necesarios para construir la infraestructura básica que abrió las puertas al acelerado progreso económico de Argentina hasta la crisis mundial de 1929.

Por sus severas consecuencias, la violenta contracción de sus exportaciones cambió radicalmente las condiciones preexistentes de producción, empleo y comercio exterior en Argentina y los esfuerzos realizados por diferentes gobiernos durante los siguientes 40 años no fueron suficiente para completar la diversificación productiva del país ni para generar los niveles de ingresos, empleos y bienestar que demandaba su creciente población. En los 50 años posteriores, – entre 1970 y 2020 – una caótica y acelerada sucesión de crisis de origen económico, social y político terminó degradando o destruyendo las principales instituciones de la República y transformando a la Argentina en un país de desarrollo imposible.

La reconstrucción integral del país requiere, con urgencia, institucionalizar una Nueva Cultura del Poder que instituya los necesarios mecanismos  constitucionales de control social para asegurar: el buen funcionamiento de todos los Gobiernos, la independencia de los tres poderes de la República, la caducidad de mandatos de representación ante hechos comprobados de corrupción, nepotismo o abusos de poder y la renovación permanente de las Autoridades de Gobierno instituyendo un único período de 6 años – con eventual reelección por un solo período tras permanecer 6 años fuera del Estado – en el ejercicio de cargos públicos del orden nacional, provincial y municipal.

2. Esfera de la Política Internacional: Será prioridad de los Gobiernos promover la reinserción de la Argentina en el orden mundial fortaleciendo sus vínculos de cooperación cultural, económica y social con organismos internacionales y con el resto de las naciones para construir un mundo mejor, socialmente más democrático y equitativo.

3. Esfera de la Política Económica: En razón de la gravedad que asumen los procesos de involución económica y de la reconocida precariedad de nuestra cultura institucional se imponela imperiosa necesidad de inscribir en el propio texto de la Constitución Reformada aquel conjunto de normas y criterios de orden macroeconómico cuyo cumplimiento obligatorio por parte de los futuros gobiernos posibilitará administrar con mayor consistencia sus políticas de corto y largo plazo. En especial, podrán especificarse, numéricamente, los rangos de variación anual dentro de los cuales los Gobiernos tendrán que administrar aquellas variables de mayor relevancia para sustentar una macroeconomía estable: déficit fiscal, inflación, tasa de cambio, emisión monetaria, desempleo y niveles de equidad entre estratos sociales. Como antecedente, vale mencionar que tras del Tratado de Maastrich de 1992, aquella disciplina institucional posibilitó a países europeos controlar y armonizar su macroeconomía para avanzar en sus procesos de integración.    

Competerá a los integrantes de la Asamblea Constituyente decidir que otros objetivos de Políticas Públicas se inscribirán en el texto de la Reforma. Algunos en su parte dogmática; otros, en su parte programática identificando, además, aquellos que requerirán legislación específica. Entre los requerimientos de mayor trascendencia para la reconstrucción del país, destacan los siguientes:

  1. Reformar la legislación existente para adoptar un nuevo sistema monetario, cambiario y bancario destinado a asegurar estabilidad y la formación de ahorro nacional para el progreso económico sustentable del país.
  • Legislar en materia de política de redistribución del ingreso nacional para alcanzar, gradualmente, mayores niveles de equidad social entre regiones y sectores sociales.
  • Promover la diversificación del sistema productivo nacional en sectores de la pesca, explotación forestal, minería, agricultura de secano y de irrigación, industrias de bienes de capital, energía, turismo, desarrollo científico-tecnológico y de una nueva economía productora de servicios para exportación.
  • Instituir por Ley del HCN el Estatuto Argentino de Inversiones y gestionar su homologación en la Organización Mundial del Comercio de las Naciones Unidas. En esta nueva Ley se especificarán todos los requerimientos de la Legislación argentina en materia ambiental, social, laboral, previsional y tributaria y se informará respecto a la seguridad jurídica que protegerá a todos los capitales invertidos en el país, independientemente de su origen nacional o internacional.
  • Instituir un Nuevo Sistema Económico  mediante la acción convergente de tres regímenes complementarios: una economía privada de libre mercado accionada principalmente por los intereses de la empresa privada nacional e internacional bajo normas legales predeterminadas por el estado; una segunda economía pública bajo égida del estado nacional dentro de la cual funcionarán las  Empresas Públicas en cooperación con el sector privado empresarial, nacional e internacional; Finalmente, una tercera forma de economía social-comunitaria destinada a crear empleos, ingresos y riqueza material bajo un nuevo marco normativo instituido por el estado para beneficio directo de los perdedores del actual sistema social. La principal función de la Economía Pública será:
  1. perfeccionar la legislación relativa a la “regulación de la economía” disciplinando en todo el país el funcionamiento de la empresa privada de origen nacional e internacional dentro de las normas que el Estado legislará y controlará en materia social, laboral, tributaria, ambiental y previsional.
  • Ampliar la capacidad de exportaciones del país potenciando  la cooperación del Estado con el Sector Privado Empresarial bajo la acción oportuna e inteligente de una Agencia Estatal promotora del comercio exterior.
  • promover la creación de un Sistema de Grandes Empresas Mixtas formadas con la cooperación del estado con grandes empresas privadas de origen nacional y extranjero para diversificar la producción exportable, explotar las riquezas naturales del país, acelerar la formación de capital, la transferencia y generación de tecnologías, multiplicar los flujos del comercio internacional y la generación de divisas. La principal característica de la Economía Social Comunitaria será:

“Proporcionar trabajo a todas las personas en edad activa bajo situación de desempleo asegurándoles salarios de vida digna, la provisión de servicios esenciales y capacitación técnica a sus respectivas familias. La tercera economía posibilitará organizar y movilizar la acción conjunta de micro-empresas, entidades comunitarias y trabajadores desempleados tras la ejecución de una amplia gama de “proyectos” destinados a la creación de empleos productivos vinculados al sector agropecuario, forestal o de la pesca o bien a la construcción de infraestructura física, a la realización de obras de alcance social, ambiental o cultural. El Estado aportará personal para la supervisión de los Proyectos, mano de obra y financiamiento. Una red de Empresas Privadas convocadas mediante concursos abiertos podrá participar en su ejecución.”   

4. Esfera del Desarrollo Regional: La Reforma podrá incluir criterios para:

A) Perfeccionar el federalismo promoviendo la modernización del país mediante nueva legislación destinada a la formación de regiones y microregiones para reducir el gasto público, modernizar su administración y potenciar inversiones en todas las provincias.

B) Promover un Nuevo Sistema Nacional de Leyes de Coparticipación Federal de Impuestos especificando los principales mecanismos de regulación y control de flujos financieros entre Gobierno Central y Provincias;

C) Conceder prioridad nacional a la ejecución de grandes proyectos nacionales que posibilitarán multiplicar las riquezas del país: entre ellos, la “canalización del Río Bermejo”, la “construcción de un puerto de aguas profundas”; la “recuperación de la red ferroviaria en todo el país”; la “construcción de un nuevo paso cordillerano en la región central del país para potenciar el comercio internacional por el Pacífico”; “impulsar el crecimiento integral de las actividades de la Pesca” en toda la región Patagónica.

D) Impulsar la ejecución de Proyectos de Colonización y la construcción de ciudades intermedias para repoblar el interior y potenciar el surgimiento de Polos de Desarrollo Microregional. Para tales propósitos será esencial movilizar la participación de Grandes Empresas Nacionales y utilizar tecnologías intensivas en mano de obra.

5. Esfera del Desarrollo Social: Mediante el proceso de Reforma Constitucional podrán    inscribirse nuevas formas de cooperación entre el Estado y Sector Privado Empresarial para proveer a la sociedad la amplia red de servicios que requiere en materia de:

  1. Educación preescolar, primaria y secundaria; Red de Universidades nacionales;
  2. Salud Pública; Vivienda Social, Defensa y Seguridad;
  3. Construcción de la infraestructura básica de transporte;
  4. Construcción y administración de actividades relativas al saneamiento básico:   agua potable, cloacas, energía, gas, telefonía y telecomunicaciones.

6. En la esfera del Financiamiento Público: Parareconstruir el país será necesario contar durante muchos años con recursos financieros de origen Público. El texto de la Reforma podrá instituir nuevos criterios de gestión para generar parte de los recursos necesarios. Ejemplo: 

  1. Que el Estado Nacional administre el consolidado de sus gastos corrientes sin sobrepasar límites equivalentes al 25 % del PBI de cada ejercicio. Tal decisión implicará incurrir necesariamente a la reducción del gasto público corriente en todos los niveles de gestión.
  • Acrecentar la inversión pública hasta representar alrededor de un 10 % anual sobre el PBI a fin de que el Estado pueda participar como asociado en la explotación de nuevas actividades productivas en el país destinadas a mercados internos y externos.
  • Reducir la masa de subsidios sociales que administra en la actualidad. y concentrar tales recursos en beneficio de aquellas familias que por circunstancias especiales no puedan insertarse en Frentes de Trabajo productivo a ser organizados en todo el país.
  • Para reducir el gasto público corriente, será necesario reestructurar y reducir el empleo público en todas las reparticiones del Estado comprimiendo, muy en especial, los gastos relativos al funcionamiento del Poder Ejecutivo y Legislativo en todo el país.
  • Las personas receptoras de Planes Sociales en buenas condiciones de salud dejarán de percibirlos pero podrán ser contratadas como mano de obra en los Proyectos a implementarse en la esfera de los Mercados Sociales de Trabajo Productivo. (pag.6) Paralelamente, los empleados públicos excedentes – referidos en esta página Letra D – también podrán ser contratados, previa capacitación, para desempeñar tareas de supervisión de Proyectos en las Empresas que el Estado contrate para su Ejecución.
  • Avanzar en la Reforma Tributaria a fin de eliminar la evasión y la elusión fiscal y reducir la presión tributaria sobre el sector privado empresarial.
  • Modernizar y perfeccionar la Política salarial-sindical y el funcionamiento de la ANSES para que su Fondo de Garantía se transforme en potente instrumento de financiamiento, prioritariamente, para el Sector Privado Empresarial.
  • En materia de endeudamiento externo será necesario instituir una nueva Cultura a fin de que, anualmente, el Poder Ejecutivo, junto a los Gobernadores de Provincias, asuman la responsabilidad de evaluar y compatibilizar los diferentes proyectos de financiamiento externo y someterlos a consideración de HCN para su final decisión.
  1. El texto de la Reforma podrá también conceder alta prioridad a todo Proyecto de endeudamiento destinado a potenciar la capacidad financiera del Estado para asociarse con el Sector Privado Empresarial en materia de Desarrollo Tecnológico y explotación de Grandes Proyectos Productivos destinados a potenciar el Empleo y las Exportaciones.

            III –   Ingeniería política para reconstruir la Argentina.

Para reconstruir el país, el primer paso será conformar una Potente Concertación de Partidos Democráticos. Para tales propósitos, la actual Coalición, “Cambiemos”, podrá abrir sus puertas y acordar la incorporación de aquellas vertientes Democráticas del Peronismo y del “Socialismo” que, por diferentes razones y circunstancias, permanecieron distantes o quisieran alejarse del Frente de Todos que actualmente gobierna el país. La incorporación de nuevos cuadros y el debate abierto de nuevas ideas posibilitará consensuar una potente Plataforma de Políticas Públicas destinada a reconstruir el país. Su amplia divulgación y discusión en todas las Provincias e Instituciones relevantes de la Sociedad posibilitará la cristalización de conciencia crítica en las grandes mayorías. Este hecho fundante, orientará, en el momento apropiado, el destino de su voto y la suerte de la República. El contenido del presente artículo pretende servir a este propósito. 

Como última reflexión interesaría destacar que Alberdi consideraba que, en razón de las   dificultades existentes hacia mediados del Siglo XIX, Argentina encontraría severas dificultades para definir formas institucionales apropiadas para gobernar e impulsar su progreso. Tales percepciones fueron también expresadas previamente por Mariano Moreno, Belgrano y San Martín. Por aquellas circunstancias, la Constitución sancionada en 1853 solo posibilitó institucionalizar la “Argentina Posible”. Ahora bien, después de haber experimentado en sus últimos 70 años un traumático proceso de involución económica, social y degradación institucional es un imperativo de conciencia histórica reconocer que ha llegado la hora de iniciar la Reconstrucción del país para materializar, tan pronto sea posible, la “Argentina verdadera” que, invocada también por Alberdi, posibilitará atender los requerimientos de progreso y equidad que demanda la actual sociedad argentina.

Para viabilizar este tránsito será imprescindible definir los contornos del país que quisiéramos reconstruir, diseñar las Políticas prioritarias para su materialización, elegir buenos candidatos para Gobernar, ganar las Elecciones por amplia mayoría, convocar una Asamblea Constituyente y sancionar una Nueva Reforma de la Constitución. Una amplia exposición sobre tales propósitos, se encuentra en la Obra ya citada del autor.  


2 Véase, Manuel Figueroa, op- cit. Volumen III.

27 de noviembre 2018

¿Qué hacer para reconstruir la Argentina? Artículo de Infobae, 26 de noviembre 2018

 

¿Qué hacer para reconstruir la Argentina?

Manuel Figueroa

Se requiere, con urgencia, que el Gobierno renuncie a gobernar en soledad y adopte la firme decisión de consensuar con la sociedad cuáles deberán ser las principales reformas a realizarse para iniciar la reconstrucción del país. Sólo así sus gobernantes podrán contar con el apoyo social necesario para convocar, a posteriori, una Asamblea Constituyente que asume la responsabilidad de proponer la reforma que instituya los nuevos marcos de convivencia que en materia institucional, política, económica y social reclama la actual sociedad argentina.Las ideas y propuestas que surgirán de un macerado consenso entre Gobierno y sociedad podrán confluir reconociendo:

Que la atávica cultura de poder dominante en el país desde los albores de su nacionalidad fue la causa principal de las deformaciones que atrofiaron el progreso nacional, condicionando el comportamiento de las elites políticas dirigentes bajo múltiples formas de abusos de poder, totalitarismo, caudillismo, centralismo, nepotismo, populismo, corrupción y profundo desprecio por la norma constitucional.

Que ha llegado el momento apropiado para iniciar las tareas necesarias a la reconstrucción integral del país. Esto es, fundar los cimientos de una nueva cultura republicana, democrática, federal y solidaria destinada a instituir una Justicia ejemplar y la institucionalidad inclusiva necesaria para impulsar la integración de Argentina al siglo XXI y eliminar, en el curso de los próximos años, manifestaciones degradantes de desempleo, pobreza y marginalidad social, habilitando niveles crecientes de equidad entre regiones y sectores sociales.

Para materializar las ideas referidas se requiere cristalizar sólidos consensos en torno a tres cuestiones relevantes:

Primero: identificar los principales problemas de orden institucional, político, económico y social que tendrán que solucionarse en el curso de los próximos años para iniciar la reconstrucción del país y precisar cuáles serían las políticas apropiadas para resolver esos problemas.

Segundo: consensuar las bases de un plan de mediano y largo plazo especificando el origen de los fondos necesarios para cubrir la masa de requerimientos materiales, financieros e institucionales necesarios a su implementación.

Tercero: asegurar elecciones limpias para que la sociedad elija libremente las autoridades de gobierno que asumirán la responsabilidad de iniciar la etapa de reconstrucción del país.

Condicionantes de política internacional para reconstruir el país

La realidad del siglo XXI requiere entender que la consistencia de las políticas públicas de cualquier gobierno y país que aspire al progreso de su sociedad tendrá que ser compatible con la dignidad de su población y con las normas vigentes en el seno de la comunidad internacional de naciones. Por lo tanto, tendrán que asegurarse dos condiciones esencialesen el orden interno, ningún país podrá sustentar gobernabilidad y progreso económico durante largos períodos de tiempo sin instituir una Justicia ejemplar y sin avanzar con sus políticas públicas hacia niveles crecientes de empleo, mayor equidad en la distribución del ingreso entre todos sus estratos sociales. En el orden internacional: ningún país podrá insertarse y progresar sin armonizar el funcionamiento de su economía con el sistema preexistente de normas consensuadas internacionalmente.

Un plan para consultar y consensuar con la sociedad

El plan para la reconstrucción de Argentina integrará, al menos, dos grandes componentes: un diagnóstico riguroso sobre la situación actual de Argentina dimensionando cuantitativamente sus principales problemas existentes e identificando el origen causal de tales insuficiencias; y un conjunto de directrices sobre políticas y programas de desarrollo nacional y regional para reconstruir el país. Las directrices centrarán sus alternativas de cambio, al menos, sobre dos grandes componentes esenciales.

En la esfera institucional, impulsarán la reforma de la Constitución de 1853-60 para perfeccionar la república, la democracia y el federalismo mediante la institucionalización de un nuevo Estado de responsabilidad social destinado a alentar la gradual formación de una cultura solidaria en sustitución de aquella abusiva cultura del poder que de forma hegemónica protegió los mezquinos intereses del ya anacrónico Estado liberal de mediados del siglo XIX. Desde una nueva cultura podrán surgir gobiernos legítimos, sustentados sobre bases amplias de poder social, decididos a desplazar definitivamente de la esfera pública a la tradicional elite política dirigente que en los años del pasado perpetró graves abusos de poder contra los intereses del país.

La inspiración y fundamento de esta propuesta encuentra sustento en las palabras de Mariano Moreno que Fidel López difunde en su obra Historia de la Nación Argentina: «El Pueblo no debe contentarse con que sus magistrados obren bien, sino que debe aspirar a que nunca puedan obrar mal; a que sus pasiones tengan un dique más fuerte que el de su propia virtud para que delineado el camino de sus operaciones por reglas que no esté en sus manos trastornar, la bondad de su gobierno se derive no de las personas que lo ejercen, sino de una Constitución firme que obligue a los sucesores a ser igualmente buenos que los antecesores, sin que en ningún caso les deje la libertad de gobernar mal impunemente».

En la esfera de la economía, la reforma de la Constitución será la llave maestra para iniciar la reconstrucción del país a partir de nuevas instituciones inclusivas y de una amplia cadena de modernizaciones en sus estructuras y mecanismos de funcionamiento. Argentina ya no es aquel país de 1.700.000 habitantes cuando se sancionó la Constitución de 1853. Muy pronto será un país con 50 millones de habitantes y los condicionantes externos que sustentaban aquel naciente capitalismo comercial de mediados del siglo XIX desaparecieron con la crisis del 29. En la actualidad predominan nuevos desafíos impuestos por la globalización del capitalismo en un mundo multipolar, con nuevas estructuras de modernidad tecnológica, elevada concentración financiera y crecientes exigencias de avance social. La reforma de la Constitución establecerá los criterios necesarios que los gobiernos tendrán que adoptar en sus respectivas administraciones para asegurar consistencia y eficacia tanto en las políticas de corto plazo como también en aquellas destinadas a viabilizar el progreso, la equidad y el bienestar de la población mediante políticas de largo plazo.

El autor es economista, fue experto y director de Programas de Naciones Unidas en Brasil, Colombia, Chile, México y Argentina, entre otros. Los conceptos vertidos en esta nota son una síntesis de lo desarrollado en su último libro, «La Cultura del Poder: Ocaso y Reconstrucción de la Argentina» (4 v., Editorial Buyatti).

27 de noviembre 2018

Artículo completo de Manuel Figueroa en el diario La Gaceta de Tucumán

Por Manuel Figueroa

Economista y Consultor Internacional

Entre 2002 y 2015 transcurrieron 13 años en que tres presidentes mantuvieron políticas de extrema inequidad social que terminaron destruyendo el sistema de precios relativos y agravaron la degradación institucional y social del país. Todos mantuvieron la suspensión del pago de la deuda externa y administraron la salida de la convertibilidad de la década de los 90 utilizando la pesificación asimétrica como instrumento destinado a salvar al sistema financiero y a los grandes empresarios endeudados en dólares. Por aquellas decisiones se pesificaron los depósitos de los ahorristas y ajustaron las deudas en dólares de los deudores bajo una nueva relación de cambio que reconocía la equivalencia de $ 1,40 por dólar (en pocas semanas el valor del dólar en el mercado fluctuaba entre $ 3 y $ 4 por dólar). Adicionalmente, los sectores medios y pobres de la sociedad dependientes del factor trabajo perdieron ingresos reales por efecto de la política bancaria, por la inflación y por la recesión. Paralelamente, la política oficial prohibía a las empresas liquidar los impuestos aplicando el ajuste por inflación, bajaba el salario real y aplicaba retenciones sobre los flujos de exportación.

Mientras tanto, bajo escenarios favorables de comercio exterior y de capacidad ociosa industrial, una inteligente política fiscal y la adopción de un cambio alto, permitió a los presidentes Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner controlar la inflación, expandir las exportaciones, acelerar el crecimiento económico y asegurar superávit fiscal y comercial.

Como política compensatoria los Gobiernos congelaron los precios de la energía y de los servicios; amplificaron los subsidios sociales y el universo de beneficiarios del sistema de jubilaciones y pensiones. Los costos de aquellas políticas lo pagó la sociedad con una destrucción del Sistema de Estadísticas, del sistema de precios relativos en la economía, una acumulación de deuda externa, más desempleo, pobreza y exclusión. Las distorsiones referidas se ocultaron bajo las alfombras de la economía y solo afloraron con fuerza incontenida durante el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. El fracaso de su administración fue la inexorable consecuencia de haber instituido, a comienzos del 2002, la inequidad social y los abusos de poder como método para salir del régimen de convertibilidad.

Sobre aquel caótico escenario, el gobierno de Mauricio Macri no pudo elaborar, durante el período 2016-2018, un marco teórico apropiado para entender la historicidad de la involución argentina. Tampoco pudo todavía administrar políticas apropiadas para corregir sus deformaciones y atenuar sus crecientes niveles de inequidad social. Durante el actual gobierno, todos los indicadores de la macroeconomía argentina registran peores resultados que aquellos que caracterizaron la administración de Cristina Kirchner.

La tragedia argentina se consuma en la medida en que sus gobernantes se niegan a reconocer que los persistentes reclamos de la sociedad tienen su origen en un proceso real, aunque inmaterial e inasible. El legado de la historia siempre presionará desde lo inmanente tensionando al inconsciente colectivo hasta que los gobernantes del siglo XXI asuman la responsabilidad de administrar políticas específicas destinadas a remediar los males del pasado y orienten la acción del Estado hacia objetivos de progreso, bienestar y equidad para todos los argentinos. ¿Cuáles son los principales males del pasado que requieren superarse para iniciar la reconstrucción del país?

• Una reforma del marco institucional para vivificar, mediante un nuevo sistema político, la fuerza de la república, de la democracia y del federalismo a fin de erradicar los abusos de poder mediante el surgimiento de una nueva cultura de poder.

• Adoptar políticas de incentivos para diversificar la producción industrial, potenciar a la pequeña y mediana industria y multiplicar la generación de servicios modernos con altas tecnologías para mercados internos y externos.

• Reformar los instrumentos de las políticas de Precios, Monetaria, Bancaria, Cambiaria y Financiera para administrar con sabiduría los impactos del ciclo económico, priorizando la inversión interna para la diversificación productiva en todas las regiones del país.

• Incorporar en los altos cargos del gobierno a las personas más idóneas residentes en el país -independientemente de su filiación partidaria- a fin de asegurar la buena conducción de las Políticas Públicas.

• Implementar un Programa Nacional de Empleo destinado a poner en marcha, en cada una de las regiones del país, los “Mercados Sociales de Trabajos Productivos”.

• Redistribuir anualmente el 1 % del Ingreso Nacional en beneficio directo del Factor Trabajo durante un período de 12 años para recrear condiciones de equidad en todo el país. Los recursos tendrán origen en una nueva Tributación Solidaria a ser aplicada sobre los sectores más ricos de la sociedad.

• Reducir entre un tercio y un cuarto las dimensiones del Sector Público Nacional, Provincial y Municipal para bajar consecuentemente la carga impositiva sobre el Sector Privado de la Economía;

• Reformar y modernizar la legislación dominante en la Política Social-Sindical.

• Modernizar los sistemas de Salud y de Educación en todo el país restituyendo al Gobierno Nacional la plena responsabilidad por fijar sus directrices y asegurar su financiamiento. Sus principales innovaciones incluirán: la restitución de las Obras Sociales Sindicales al Estado mediante apropiada indemnización; Curriculum Académico y Estatuto Docente de alcance Nacional.

27 de noviembre 2018

Publicación em el diario La Gaceta de Tucumán de artículo de Manuel Figueroa

Este es el link para abrir el artículo publicado el 12 de noviembre de 2018 en el diario La Gaceta de Tucumán cuyo autor es Manuel Figueroa, cuyo último libro editado son los 4 Volúmenes de La Cultura del   Poder: Ocaso y Reconstrucción de Argentina.

Link de consulta:

https://www.lagaceta.com.ar/nota/789375/actualidad/necesitamos-plan-remedie- malespasados.html

En la sección Desde abajo el artículo completo

07 de junio 2018

Entrevista de la Gaceta de Tucumán con Manuel Figueroa

Entrevista en el diario La Gaceta de Tucumán a Manuel Figueroa, domingo 3 de junio 2018

https://www.lagaceta.com.ar/nota/772751/actualidad/para-crecer-hay-cambiar-forma-organizar-economia-dijo-economista-manuel-figueroa.html

 

 

“Para crecer hay que cambiar la forma de organizar la economía”, dijo el economista Manuel Figueroa

www.lagaceta.com.ar

Para avanzar hacia una nación próspera, el experto recomendó reformar la Constitución y modernizar el Estado. Según el consultor internacional, la Argentina es un país de desarrollo imposible.

07 de junio 2018

LA DIFICIL RECONSTRUCCIÓN DE ARGENTINA

                                                                                                   Manuel Figueroa

                                                                                                   Marzo 2018                                                                                                                                                              

I

El Enigma argentino: estimaciones sobre su involución económica

 

La Cultura del Poder históricamente dominante en el país, si bien impulsó entre 1860 y 1915 años de esplendor económico y cultural que permitieron incluir a la Argentina del primer centenario entre los 8 países más ricos del mundo, se transformó, tiempo después, en potente impulsora de su decadencia y degradación. Los Proyectos de cambio liderados por el Radicalismo a partir de 1916, por el Conservadorismo Modernizante de la década de los 30 y por el Peronismo de los años 46/55 alentaron esperanzas de progreso y equidad pero al poco tiempo quedaron inconclusos y no pudieron consumar sus propósitos de Transformación y Desarrollo. A pesar de que en algunos años el crecimiento de la economía alentaba expectativas de progreso la evolución de los datos del PBI per cápita, expresados en dólares, así lo reflejan: entre 1950 y 2003, Argentina perdió un 19 %, pasando de 4.656 a 3.760. Sin embargo, en este período, Chile ganó 173 % evolucionando desde 1.972 a 5.381. México, incrementó un 201 %, de  1.462 a 4.395. Brasil, mejoró un 269 %, de 1.184 a 4.376 y España, registró un salto de 600 %  pasando de 2.826 a 19.774. Entre el 2000 y el 2002 sobrevino la debacle nacional. Datos más recientes del Banco Mundial informan que en términos de dólares ajustados por la Paridad de Poder Adquisitivo, el crecimiento del ingreso per cápita durante el período 1998 y 2006, se incrementó en Argentina tan solo un 9 % en cuanto este mismo indicador reflejaba en Brasil un 28%, en México, un 31 %, en Chile, un 40 % y en China un 107 %. A partir del 2001 los indicadores sociales agravaron sus magnitudes y la devaluación de enero del 2002 profundizó los desequilibrios entre los estratos sociales. En aquel momento, el desempleo y subempleo demandante de trabajo trepó sobre el 25 % y la pobreza cubrió al 54 % de la población.

 

Para superar la crisis del 2001, el Gobierno argentino instituyó la pesificación asimétrica del sistema monetario de  convertibilidad vigente durante la década de los 90. Por el nuevo   sistema se pesificaron obligatoriamente los depósitos en dólares de los pequeños y medianos ahorristas a un nuevo tipo de cambio de 1,40 pesos por dólar. Simultáneamente, el Gobierno transformó a pesos las deudas en dólares de los grandes empresarios en una relación de cambio de 1 a 1. Poco tiempo después el dólar cotizaba en el mercado paralelo a un valor fluctuante entre 3,50 y 4 pesos por unidad. Por la nueva política monetaria implementada por el Gobierno Peronista presidido por el Dr. Duhalde se licuaron las deudas en dólares de los grandes empresarios. Las transferencias forzadas de ingresos que impuso el nuevo sistema monetario se estimaron en torno a los 21 mil millones de dólares y beneficiaron directamente a 6.264 operaciones equivalentes al 1 por mil del total de registros que recibieron el 51 % del total de financiamiento en cuanto afectaron  a cientos de miles de  pequeños y medianos ahorristas. Véase, Héctor Rubini: “La pesificación asimétrica: diez años después” citado en Manuel Figueroa: La Cultura del Poder, Vol. II, pág.478.

 

El nuevo sistema monetario posibilitó, naturalmente,  acrecentar en forma significativa la recaudación fiscal pues el Gobierno forzó a las Empresas pagar sus impuestos sin descontar de sus balances las ganancias por inflación. A partir del 2002, para impedir consecuencias inflacionarias, el Gobierno mantuvo el precio de los servicios públicos concediendo a empresarios y consumidores generosos subsidios aunque el costo de tales políticas se tradujo en la paralización de la inversión privada y en su inexorable traslado a escenarios futuros. La elevada tasa de cambio amplificó de inmediato el volumen de las exportaciones en un momento en que el ciclo económico internacional transitaba su mejor etapa de altos precios de intercambio. En tales contextos, fue posible estimular la sustitución de importaciones industriales acelerando el despliegue de  la economía, la generación de empleos y la expansión del mercado interno. La eficiente administración del Estado durante el período 2003-2006 posibilitó al país asegurarse excedentes en su balance fiscal y comercial. La renegociación de la Deuda Externa coronó la gestión gubernamental con resultados favorables en materia de estabilidad monetaria y progreso económico. Adicionalmente, la administración de generosos subsidios para atenuar situaciones de pobreza y desempleo posibilitó estabilidad social y gobernabilidad.

 

Las estadísticas “limpias del INDEC” registraron que entre 2002 y 2006 la economía del país se recuperó a tasas altas, cercanas al 8 % anual, con crecimiento del consumo interno en cuanto decrecieron sensiblemente los índices del desempleo y la pobreza. El grado de apertura de la economía, superó el 40 % del PBI y el país pudo mantener un buen nivel de reservas y positivos resultados gemelos. Durante los años referidos se ocultaron las tensiones inflacionarias latentes y solo afloraron a la superficie en etapas posteriores cuando la Economía quedó empantanada por la recesión y la inflación: caótico período 2007 – 2015. Fuentes estadísticas no oficiales, pero verosímiles, sustentan que durante el período 2010 – 2015 el PBI de Argentina se habría reducido en un 39,46 % y su tasa anual de decrecimiento  habría sido de – 8,36 %. El PBI per cápita a precios de mercado de 1993 perdió un 43,12 % a una tasa a.a. de – 9,41 % y la inflación verdadera alcanzó un 241,28 % con tasa a.a. del 20,72 %. Los datos referidos  resultaron después de ajustar los datos oficiales de PBI a precios de 1993 por el IPC estimado por el Congreso de la Nación en vez de utilizar los datos de inflación manipulados por el INDEC. Véase: Manuel Figueroa, op. cit. Vol. II. Para conocer la evolución de las principales variables económicas durante el período  diciembre 2015-2017 se sugiere ver INDEC Informa. Año 23, N° 2, de febrero 2018. Su atenta lectura genera preocupación.

 

     2 – Argentina, un país de Desarrollo imposible.

 

Para dimensionar con mayor precisión la involución sistémica de la Economía Argentina será conveniente no solo conocer la evolución del PBI. Será necesario, además, disponer de estimaciones relativas a la evolución del PBN (Producto  Bruto Nacional) en la medida en que este concepto incluye el  Resultado Neto de Factores del Resto del Mundo: PBN = PBI + RNFRM. Este último componente incluye los pagos por intereses de la deuda externa. De utilizarse el PBN quedaría en evidencia que en el curso de los últimos años el resultado de la economía del país habría sido significativamente menor pues la incidencia de esta corrección representa, aproximadamente, entre un 2 y 2,5 % del valor estimado del PBI según publicaciones de la Dirección de Cuentas Nacionales, Ministerio de Economía.

 

La involución económica y degradación institucional alcanzaron su máxima expresión hacia fines del 2015. A partir de entonces, el nuevo Gobierno de Argentina no pudo consensuar con la Sociedad un Programa consistente de Políticas Públicas para los próximos 10 o 20 años. En cuanto las Autoridades persistan en Gobernar desde su  soledad  no podrán contar con la  necesaria sustentación social para enfrentar la  resistencia del Poder Real y/o de los Partidos de Oposición en el seno del Congreso Nacional. Argentina precisa comprender que la resolución de sus graves problemas desborda ya la exclusiva responsabilidad de sus ocasionales Gobernantes. Ya son problemas de la propia Sociedad. Mientras esta simple evidencia no sea reconocida Argentina permanecerá como un país de Desarrollo Imposible.         

 

Para avanzar hacia una Argentina próspera, sin desempleo ni pobreza, el Gobierno  precisará movilizar, en todo el país,  representaciones sociales genuinas para desplegar,  junto a ellas, un intenso proceso de reflexión en torno al país que quisiéramos y pudiésemos reconstruir. Solo así el Gobierno podrá contar con el apoyo social necesario para convocar mañana una Asamblea Constituyente destinada a reformar la Constitución. En su texto reformado  tendrán que insertarse los nuevos marcos de convivencia que en materia institucional, política, económica, social reclama la actual sociedad argentina para asegurar su dignidad, progreso y equidad. Esta gigantesca tarea tendrá que implementarse en el curso de los próximos años antes que el país asista a su convulsiva implosión.

 

Las ideas y propuestas que surgirán de una reflexión compartida con la Sociedad podrán confluir reconociendo que la Atávica Cultura de Poder dominante en el país desde los albores de su nacionalidad fue la causa principal de las deformaciones que atrofiaron el Progreso Nacional condicionando el comportamiento de las Elites Políticas Dirigentes bajo múltiples formas de Abusos de Poder, totalitarismo, caudillismo, centralismo, nepotismo, populismo, corrupción y profundo desprecio por la norma constitucional. Tales deformaciones provienen del fondo de la  historia argentina y en los próximos años las energías de Gobierno y Sociedad tendrán que potenciarse para acelerar su transformación  hacia una nueva Cultura destinada a impulsar la reconstrucción institucional y el progreso del país con grados crecientes de equidad entre regiones y sectores sociales.

 

Tales procesos podrán iniciarse solo cuando Gobierno y Sociedad logren consensuar metas y objetivos bien definidos y la nueva institucionalidad resultante de la Reforma Constitucional se transforme en instrumento operativo eficaz al servicio de los procesos de cambio. La degradación institucional y la involución económica y social del país ya tocaron fondo y estarían dadas todas las condiciones objetivas para iniciar las etapas de su reconstrucción. Solo restaría  consensuar, entre representantes legítimos del Gobierno y de sectores mayoritarios de la Sociedad, dos cuestiones de singular importancia: Primero: cuáles son los principales problemas de orden institucional, político, económico y social que al trabar el progreso del país precisan ser removidos con urgencia; Segundo: cuáles serían las nuevas ideas-fuerza destinadas a resolver aquellos problemas. Tales especificaciones requerirán, naturalmente, identificar la masa de requerimientos materiales e institucionales necesarios para su gradual resolución y consensuar formas alternativas concretas para avanzar en su gradual implementación. En esencia: para acelerar su reconstrucción el país precisa: consensuar las bases de un PROGRAMA POLITICO de LARGO PLAZO  y ELEGIR LAS AUTORIDADES DE GOBIERNO QUE MEJOR PODRÁN EJECUTARLO CON EL CONSENSO Y ACTIVO SUSTENTO DE AMPLIOS SECTORES SOCIALES.

 

Las páginas que siguen presentan una síntesis sobre los problemas a superar para emprender la Reconstrucción de Argentina y un breve resumen sobre las principales Políticas Públicas que podrían implementarse. El texto se presentará en forma esquemática y solo concentrará sus reflexiones sobre algunos aspectos relativos a lo Político-Institucional, lo económico-monetario y financiero y lo relativo a la generación de empleos para reducir la pobreza. Versiones completas sobre estos temas bien como nuevas proposiciones para perfeccionar el Sistema de Coparticipación Federal fueron ya expuestas por el autor de este artículo en los cuatro volúmenes que integran su última Obra titulada “La Cultura del Poder: Ocaso y Reconstrucción”. Editorial Buyatti, Buenos Aires, 2017.

 

3 – Condicionantes Políticas para reconstruir el país  

 

La realidad del Siglo XXI requiere entender que la consistencia de las Políticas Públicas de cualquier Gobierno y país que aspire al progreso de su sociedad tendrá que ser compatible con la dignidad de su población y con las normas vigentes en  el seno de la Comunidad  Internacional de Naciones. Para tanto, tendrán que asegurarse dos condiciones esenciales: en el orden interno, ningún país podrá sustentar gobernabilidad y progreso económico durante largos períodos de tiempo sin avanzar con sus Políticas Públicas hacia niveles crecientes de empleo, equidad y bienestar en todos sus estratos sociales. En el orden internacional: ningún país podrá insertarse y progresar sin armonizar el funcionamiento de su economía con el sistema preexistente de normas consensuadas internacionalmente. La historia comparada registra que aquellos países injustos y necios aún existentes en África y América Latina donde sus Gobiernos se negaron a cumplir las condiciones internas y externas referidas permanecen irremediablemente aislados y errantes en la galaxia internacional de naciones asistiendo a crecientes procesos de ingobernabilidad e involución económica. En las últimas décadas, Argentina fue uno de aquellos países. Resta consignar que, en pleno Siglo XXI, los dos requisitos señalados tendrán que atenderse independientemente de cual sea la filosofía política-institucional dominante al interior de los respectivos países. De hecho, China, Rusia, EEUU y países europeos, aunque adoptan  sistemas institucionales, económicos y políticos altamente diferenciados entre sí, ajustan su comportamiento al tenor de los dos condicionantes referidos.

 

II

          

HACIA LA RECONSTRUCCIÓN DE ARGENTINA

 

  1. Componentes principales:

                                                                    

El Problema de la involución argentina se expresa, nítidamente, mediante un conjunto de insuficiencias dinámicas que históricamente gravitan, de forma simultánea, desde lo institucional y desde la esfera económica-social. Desde lo institucional, el país requiere de sólidos Gobiernos sustentados sobre bases amplias de Poder Social. Solo así podrá desplazar, definitivamente, de la esfera pública, a la tradicional Elite Política Dirigente que en los años del pasado materializó graves abusos de Poder contra los intereses del país y cerrar negociaciones con quienes representan las principales tiendas del Poder Real, interno y externo. En consecuencia, desde esta perspectiva, la reconstrucción institucional de Argentina solo podrá iniciarse cuando expresivas mayorías cristalicen su Poder Social y asuman la decisión de elegir, exigir y apoyar, a conciencia, a Gobernantes comprometidos con doblar las páginas de la historia,  reinsertar a la sociedad bajo el imperio de la Ley y concentrar sus esfuerzos para alentar la formación de una nueva Cultura Solidaria destinada a honrar el cumplimiento de una  moderna Constitución Reformada cuyo plexo axiológico sea expresión de las aspiraciones de progreso y equidad de su sociedad y resulte compatible con los nuevos escenarios que regulan la coexistencia pacífica de las naciones.

 

Desde la esfera económico-social se reconoce que en los 207 años transcurridos desde su Independencia de España, los Gobiernos de Argentina no pudieron acordar con los representantes de las principales tiendas del Poder Real, interno y externo, la implementación de  Políticas Públicas destinadas a impulsar el desarrollo nacional multiplicando y redistribuyendo con equidad la riqueza en beneficio de todas sus regiones y habitantes. Los hechos referidos, lejos de representar resultados independientes, exteriorizan consecuencias inexorablemente articuladas. Sin cambiar la Cultura de Poder y las consecuentes formas de Gobierno Argentina no podrá resolver la  cuestión político-institucional ni avanzar en la implementación de nuevas Políticas Públicas destinadas a impulsar el progreso económico con equidad social y regional. En consecuencia, la reconstrucción del país requiere de Gobiernos decididos a desencadenar dos conjuntos de acciones paralelas: a) instituir un nuevo Estado de Responsabilidad Social para gestar una Cultura de Solidaridad en substitución de aquella Abusiva Cultura del Poder que de forma hegemónica protegió los mezquinos intereses del ya anacrónico Estado Liberal de mediados del Siglo XIX. b): rediseñar las Políticas Públicas que posibilitarán avanzar hacia un progreso económico, con bienestar y equidad en todas las regiones y sectores sociales. Para tales propósitos, sectores mayoritarios de la sociedad tendrán que consensuar: qué tipo de Argentina se requiere reconstruir; que Cambios en las Políticas Públicas estarán dispuestos a impulsar activamente para  concretar sus aspiraciones, y, finalmente, que Partidos y que Candidatos Políticos deberían seleccionar para conducir los destinos del país. ¿Cómo empezar  la búsqueda de consensos?

 

  1. Consulta a la Sociedad:

 

Se recomienda que el Gobierno consulte a la Sociedad sobre las Políticas a adoptarse para potenciar el orden institucional y el desarrollo económico y social. Un Texto – denominado Plan, Propuesta o Directrices para el Desarrollo de Argentina, a Mediano y Largo Plazo – podrá ser publicado para tales propósitos. Tendrá que integrar dos grandes componentes. Primero: un Diagnóstico riguroso sobre la situación actual de Argentina dimensionando cuantitativamente sus principales problemas existentes e identificando el origen causal de tales insuficiencias. Segundo: Una Propuesta integral de Políticas y Programas de Desarrollo Nacional y Regional para reconstruir el país.

 

La Propuesta posibilitará sustentar diversas alternativas de cambio: En la esfera Institucional, podrá proponer la Reforma de la Constitución de 1853/60 para  perfeccionar la República, la Democracia  y el Federalismo mediante la institucionalización de un nuevo Estado de Responsabilidad Social destinado a eliminar los abusos de Poder inherentes al Estado Liberal de mediados del siglo XIX alentando la gradual formación de una Cultura solidaria. La inspiración y fundamento de esta propuesta encuentra sustento en las palabras de Mariano Moreno que Fidel López difunde en su obra “Historia de la Nación Argentina”.

 

“El Pueblo no debe contentarse con que sus magistrados obren bien, sino que debe aspirar a que nunca puedan obrar mal; a que sus pasiones tengan un dique más fuerte que el de su propia virtud para que delineado el camino de sus operaciones por reglas que no esté en sus manos trastornar, la bondad de su gobierno se derive no de las personas que lo ejercen, sino de una Constitución firme que obligue a los sucesores a ser igualmente buenos que los antecesores, sin que en ningún caso les deje la libertad de gobernar mal impunemente…….”  (Véase Manuel Figueroa, op.cit. Vol III, pág. 213.)

 

En materia Económica la Reforma de la Constitución podrá ser la llave maestra para pensar la reconstrucción del país. En efecto, permitiría insertar en su articulado nuevos principios, criterios y valores a ser adoptado por los sucesivos Gobiernos para implementar Políticas específicas destinadas a impulsar el  progreso económico,  la sustentabilidad intergeneracional, la equidad entre regiones y estratos sociales y la generación de empleos eliminando la pobreza y la exclusión social. En términos específicos, la Reforma podrá cimentar una gama de principios para administrar Políticas destinadas a dinamizar la producción, las fuentes de energía, la industrialización, el comercio interno y externo, la distribución del ingreso y la estabilidad monetaria. Por último, otros Capítulos de la Reforma permitirán tratar la Cuestión Social, la Política Exterior, el Desarrollo Cultural, la Seguridad y Defensa Nacional, etc. Completando sus propuestas de Políticas Públicas, el Gobierno informará a la Sociedad sobre: plazos de ejecución; resultados previstos en cada categoría de Políticas y Programas; roles y responsabilidades de agentes públicos y privados durante los procesos de ejecución; origen interno y externo de los recursos materiales y financieros previstos para fines de ejecución.

 

Vale la pena reiterar: para asegurar su legitimidad social, todo el Plan o Programa de Gobierno tendrá que ser sometido a consulta, discusión y revisión con los múltiples estamentos de la sociedad antes de enviarlo al Congreso de la Nación para su oportuna sanción legislativa. En Argentina, donde su Sistema Político de Representación presentó históricamente profundas carencias de legitimidad, ningún Gobierno debería pretender administrar procesos de cambio sin explicar previamente, a toda la Sociedad, con rigor y claridad, lo que cada sector social tendría que aportar para alcanzar objetivos previamente consensuados. Solo así podrá extraer el Poder y la legitimidad social necesaria para iniciar la Ejecución de sus Políticas y ningún sector social podrá argumentar privilegios del pasado para negar su participación en la reconstrucción del país. De seguirse este ritual, las Cámaras de Diputados y Senadores de la Nación quedarían políticamente comprometidas a prestar toda su cooperación para viabilizar la eficaz implementación de las nuevas Políticas consensuadas con la Sociedad.

 

Por su elevada trascendencia política sería de toda conveniencia que la  Consulta a la Sociedad para iniciar la reconstrucción del País pudiera ser formulada por la Presidencia de la Nación invocando el pleno respaldo de un Consejo Consultivo Asesor integrado por un  reducido número de altas personalidades procedentes de la Ciencia, del Derecho Constitucional, de la Cultura, de la Producción, del ámbito Laboral y de la Política. Será responsabilidad de este Consejo orientar y supervisar la preparación técnica de las principales propuestas de Políticas Públicas que el Gobierno sometería a consulta con la Sociedad.

III

 

PROPUESTAS DE CAMBIO EN LA ESFERA INSTITUCIONAL

 

¿Cuáles podrían ser las principales ideas-fuerza a incorporarse en una Política de  Reconstrucción Nacional? Esquemáticamente, se proponen las siguientes:

 

  • Instituir, mediante Reforma Constitucional, nuevas concepciones de Poder Social y Poder Operativo especificando su gestación, funcionalidad y limitaciones.

 

  • Reconocer al Poder Social como la suma del Poder Permanente de la República y expresión mayor de la soberanía nacional.

 

  • la categoría Jurídica de Poder Moderador podrá representar al Poder Social y será ejercitado por la Defensoría del Pueblo. Concentrará la suma del Poder Institucional y Social de la República. Bajo la categoría de Poder Operativo del Estado funcionará el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial.

 

  • Redefinir roles y responsabilidades de cada uno de los Poderes dentro de un Nuevo Estado de Responsabilidad Social.

 

  • Instituir como principio constitucional la caducidad de mandatos de Representación para quienes asuman cargos de Representación en el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial en caso de violación de la Constitución por parte de cualquier Poder Operativo del Estado cuando situaciones específicamente definidas en la Reforma configuren Abusos de Poder contra el Orden Constitucional.

 

  • Mediante cumplimiento pleno del debido proceso  establecido por la Carta Constitucional y legislación complementaria, el Poder Moderador podrá conducir el proceso jurídico destinado a sancionar la caducidad de mandatos de cualquier integrante del Poder Operativo.

 

  • Fortalecer institucionalmente la República mediante la creación de un Sistema Nacional de Democracia Participativa destinado a funcionar de forma simultánea y paralela con el Sistema de Democracia Representativa.

 

  • Mediante Reforma Constitucional, asignar a la Defensoría del Pueblo el carácter de Institución Mayor del Poder Moderador potenciando su Autoridad mediante legislación específica para funcionar como Unidad Central del Sistema Nacional de Democracia Participativa.

 

  • Modernizar el funcionamiento del Estado y crear capacidad operativa en niveles subnacionales para reducir el Gasto Público y multiplicar la capacidad de gestión de las Instituciones.
  • Racionalizar y reducir el costo financiero del Federalismo y del Sistema Político de Representación creando Macroregiones y Microregiones para administrar con rigor los procesos de Inversión Pública  y Privada. Las Macroregiones podrán formarse por acuerdos entre Provincias y las Microregiones, por acuerdos entre Municipíos.  Las nuevas Instituciones de Gestión no eliminarían  las Provincias ni los actuales Municipios. Solo posibilitarían concentrar los procesos de Programación, Ejecución y Control y Evaluación de Inversiones en torno a 7 Macroregiones y alrededor de 140 Microregiones factibles de formarse mediante la expresa voluntad de las 24 Provincias y 2.750 Municipios existentes en la actualidad. El Artículo 75 de la Reforma Constitución reformada en 1994, en diversos incisos, ya habilitaba la formación de estas nuevas instancias de gestión.

 

  • Instituir un Sistema Nacional de Leyes de Coparticipación Federal de Recursos Fiscales y Tributarios para perfeccionar el Federalismo Argentino impulsando el Desarrollo Económico y Social de las diferentes regiones del país.

 

  • Proponer la Reforma del Sistema Político a escala Provincial para instituir un Sistema Unicameral de Representación.

 

  • Modernizar el sistema electoral y restituir el funcionamiento del Colegio Electoral.

 

  • Instituir, constitucionalmente, períodos de Gestión de 6 años de duración para la Presidencia de la República, Gobernadores, Intendentes, Diputados, Senadores, sin reelección inmediata. Solo el transcurso de un período presidencial habilitará la posibilidad de un único período de reelección.

 

  • Instituir la Reforma Integral del Sistema Judiciario para su estricto funcionamiento en todo el país. Para tales propósitos se requerirá convocar a especialistas con reconocido prestigio internacional  para formular los diversos Proyectos de Reformas que serán sometidos a consideración de la Asamblea Constituyente.

 

  • Reformulación integral de una Política de Defensa Nacional de forma compatible con las características que el país, la región y el mundo presentan en materia de  nuevas tecnologías, seguridad, narcotráfico y desempleo. En este contexto, la sociedad podrá evaluar la conveniencia de restablecer un Servicio Nacional Obligatorio  para jóvenes de 18 años con la finalidad de proporcionarles bases de instrucción militar y capacitación en materia de educación cívica, artes, oficios y conocimientos de informática sea para potenciar su ingreso al mercado laboral, finalizar sus estudios secundarios o participar en actividades de solidaridad y emergencia nacional.

 

  • Modernizar, digitalizar, racionalizar el funcionamiento del Estado.

 

  • Eliminar prácticas de Nepotismo, asegurando el funcionamiento de un  Servicio Público Profesional.

                            

IV                                                                                                                                                                                   

 

PROPUESTAS DE CAMBIOS EN LA ESFERA DE LA ECONOMÍA

 

  1. El legado de la historia

 

La historia enseña que los males de la Sociedad y Economía argentina se incubaron en tiempos de la Colonia y asumieron formas concretas a partir del siglo XIX cuando el Poder Real, obnubilado por las oportunidades de ganar fortunas con el comercio exterior, necesitó doblegar e integrar a las provincias del interior del país y crear Instituciones inherentes al Orden Liberal de Gobierno sin asumir la responsabilidad de avanzar concomitantemente hacia la integración económica-social de una población  estructuralmente desigual. Por aquel imperativo de las cosas, su Economía Productiva generó, desde siempre, severa inequidad distributiva en materia de riquezas e ingresos  y articuló su dinámica en estricta, orgánica y abusiva dependencia del capitalismo comercial y financiero internacional. Con las corrientes de inmigración masiva Argentina pobló su territorio a partir de la segunda mitad del Siglo XIX y multiplicó su producción para comercio exterior cristalizando en su sociedad los genes de la inequidad distributiva. La inflexibilidad estructural de su régimen de tenencia de tierras, imposibilitó que Argentina pudiera expandir en todo su territorio un régimen de democracia rural mediante distribución de la propiedad de la tierra pública disponible para la radicación de ciento de miles de familias decididas a poblar el interior del país. Por sus condicionamientos históricos y geográficos, Argentina fue, siempre, una excepcional plataforma de riquezas y de negocios en que la mayor parte del excedente generado fue apropiado y concentrado, básicamente, en beneficio de una región, de un sector de actividad y de una clase social privilegiada radicada dentro y fuera del país. Para preservar sus riquezas por fuera de las ideas socialistas propagadas por los inmigrantes, buena parte de los excedentes generados por la economía primaria exportadora  fueron transferidos hacia el exterior. Tales realidades impidieron la expansión de una Burguesía Nacional comprometida con la industrialización plena del país y propiciaron la desmesurada concentración demográfica en zonas urbanas cercanas a las grandes ciudades del centro del país.

 

La Crisis del comercio mundial del 29 fue el punto de ruptura entre la Argentina del Atlántico y la Argentina del Pacífico potenciada por el caudal inmigratorio. El violento quiebre social, cultural y político tuvo como epicentro el Gran Buenos Aires donde las expectativas de progreso habían concentrado a millones de inmigrantes provenientes de Europa, de países limítrofes y provincianos del norte argentino. La crisis desnudó los profundos desequilibrios latentes entre las aspiraciones  de la sociedad y las realidades de la Economía. Los sucesivos gobiernos no pudieron, hasta el presente, construir la  Institucionalidad y la Economía necesaria para el bienestar de 45 millones de habitantes.

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Habida cuenta de los antecedentes referidos, la eficaz resolución de los problemas que en la actualidad traban el Desarrollo Argentino exige tomar en consideración dos condicionantes esenciales: Primero, la urgente necesidad de sanear la macroeconomía severamente desquiciada; Segundo, edificar una nueva institucionalidad inclusiva para redimensionar, desde la Política, los flujos de distribución del ingreso nacional a fin de mejorar, en términos relativos, la participación de “los de Abajo” y sobre esta decisión, orientar los instrumentos de la Política Económica para diversificar la matriz de producción a fin de asegurar el crecimiento económico, el empleo y el bienestar social. Para lograr tales propósitos, se requiere, fundamentalmente, cambiar las formas de organizar la economía, amplificar las baterías instrumentales de la Política Económica y mejorar significativamente la actual distribución de los ingresos entre regiones y estratos sociales.

 

Los severos desequilibrios reales y monetarios que presenta actualmente la macroeconomía argentina reclaman  la urgente intervención del Gobierno para restablecer su normalidad y asegurar la gobernabilidad. Sin embargo, será preciso entender y aceptar que políticamente ya no será posible volver a descargar un nuevo Proceso de Ajuste sobre las  espaldas de los sectores sociales más débiles. Tales decisiones se aplicaron durante el Gobierno del General  Onganía en la década de los 60; tras del golpe militar del 76; en los Gobiernos civiles de las décadas de los 80 y 90 y, finalmente, durante la crisis de enero del 2002 cuando una sociedad desgarrada por el desempleo y la pobreza fue también obligada a soportar los procesos de Ajuste. Por las circunstancias referidas,  ha llegado el momento apropiado para que Argentina se aparte de las terapias del pasado recomendadas y diseñadas por el FMI y Banco Mundial y pase a adoptar nuevas políticas compatibles con la historia y requerimientos de la sociedad argentina.

 

Para administrar por vez primera una Política de Ajuste Hacia Arriba el Gobierno precisa poner en funcionamiento un Fondo Nacional de Solidaridad destinado a “cofinanciar el Ajuste de la Macroeconomía y la creación de puestos de trabajo”. Los recursos provendrán de una tributación especial a ser aplicada sobre aquella selecta minoría de personas físicas y jurídicas que, históricamente, lograron acumular exuberantes patrimonios y riquezas materiales. Paralelamente, para acrecentar los recursos del FNS, será esencial: reducir el Gasto de la Política y de la Burocracia Estatal de Nación, Provincias y Municipios, bajar la incidencia fiscal relativa del Sector Público en el Presupuesto Nacional; disminuir la carga tributaria sobre las empresas privadas; ampliar la inversión privada en infraestructura; reconstruir niveles de equidad en la distribución del ingreso entre los sectores del capital y del trabajo y modernizar y eliminar los abusos que protege la legislación socio-laboral existente a fin de potenciar la productividad y competitividad de la economía nacional. Este último objetivo solo podrá ser abordado después que los sectores sociales de altas rentas formalicen su aporte al FNS y después de que el Gobierno proceda a reducir el Gasto Público v los costos de la Política. Numerosos países del mundo transitaron el camino señalado. Adoptar para fines sociales específicos una legislación tributaria destinada a grabar directamente a los sectores de muy altos niveles de riqueza y desregular el mercado laboral no constituye herejía alguna ni retroceso político  en el moderno y actual orden económico internacional. Países nórdicos, Francia, Canadá e Inglaterra son algunos de los ejemplos a seguir.  La única y gran diferencia será la siguiente: Argentina no podrá asegurar a todos los desocupados un ingreso básico de vida digna (sin trabajar) como sí pudieron hacerlo diversos países europeos. Sin embargo, debería asegurarles trabajo con salarios de vida digna en mercados sociales a ser organizados en todo el país.

 

Para avanzar en la implementación de las ideas expuestas el país requiere ser conducido por Gobiernos Legítimos dotados de amplias bases de sustentación provenientes de un Poder Social configurado democráticamente también con genuinas representaciones de sus clases medias y clases pobres. A partir de esta nueva configuración del Poder el futuro argentino podrá ser cincelado y la acción pública transitará mediante nuevas iniciativas a ser implementadas con rigor profesional en las esferas de las Instituciones y de la propia Economía. En la esfera institucional el país requiere resolver, con urgencia, cinco grandes problemas que a continuación se exponen:

 

  1. Reformar la Constitución para una nueva institucionalidad que asegure la consistencia intertemporal de la Política Económica.

 

Para asegurar en el futuro que todos los Gobiernos administren la Macroeconomía con criterios de sustentabilidad y consistencia interna se requiere insertar en la Reforma Constitucional la responsabilidad de los Gobiernos para asegurar el Marco Cuantitativo dentro del cual tendrá que ser administrada la Macroeconomía del país. Al definirse este marco quedarán determinados los límites que cada Gobierno tendrá que imponerse para definir el Presupuesto Anual de Fuentes y Usos de Recursos Públicos. Dentro del Marco Cuantitativo tendrán que especificarse los límites máximos que regirán el Gasto Público, el Gasto de la Administración Central, el Gasto Social, la Recaudación Tributaria, la Inversión Pública, la Inflación, el Desempleo, las relaciones de ingresos entre clases sociales, la Política Cambiaria, la Política Crediticia, las Reservas del Banco Central, la Deuda Pública y los Servicios anuales de la Deuda Pública interna y externa. Las  especificaciones referidas tendrán carácter obligatorio para todos los Gobiernos. La generalidad de los países que integran la Comunidad Europa ya adoptaron tales recomendaciones. Es decir,  institucionalizaron como norma permanente para sus Gobiernos determinados límites cuantitativos para cada una de las variables referidas y consensuaron, adicionalmente, márgenes máximos de desviaciones posibles.

 

  1. Redistribución del Ingreso a favor de las clases medias y pobres de la sociedad.

 

Se propone, mediante Reforma Constitucional, revisar con criterio progresista la actual política tributaria y proceder a la creación de un Fondo Nacional de Solidaridad para avanzar hacia la IGUALDAD tantas veces proclamada en los párrafos del Himno Nacional. Al respecto, parecen pertinentes las siguientes consideraciones. No se necesita recurrir a los textos emblemáticos de la literatura socialista del siglo XIX. Tan solo sería recomendable  estudiar y tomar en cuenta las teorías liberales de la Justicia y, en particular, las  enseñanzas del filósofo John  Rawls cuando se aventura a dibujar a grandes rasgos el tipo de sociedad que podría llamarse justa:

 

El mercado remunera el esfuerzo, el trabajo, la competencia, la responsabilidad, el riesgo y la suerte pero ignora las necesidades. Es por ello que el Estado debe redistribuir las rentas primarias, por medio de impuestos y transferencias. Con el fin de satisfacer el principio de diferencia, pero también, con el fin de satisfacer los principios de igualdad de derechos, libertades y  oportunidades. De ahí que sea necesario a la vez, un impuesto a la herencia y a las donaciones, para evitar que la fortuna y el poder, al concentrarse, pongan en peligro las libertades y la igualdad de oportunidades; un sistema de transferencias a favor de los más desgraciados, asegurándoles un mínimo social lo más elevado posible (maximim) y una fiscalidad justamente repartida para financiar estas transferencias.”.Véase Jean Pierre Dupuy, El sacrificio y la envidia, Editorial Gedisa, Barcelona, 1998 pág. 183. Cuando escribió este libro, el autor era catedrático de Filosofía Social y Política en la Universidad de Stanford (California).

 

El país precisa iniciar su lucha por la IGUALDAD para reducir las severas inequidades de ingresos existentes entre regiones y sectores sociales. Para tal propósito se propone grabar, por vez primera, todo patrimonio de persona física valorado por encima de un determinado nivel de riqueza. Tales estimaciones deberían procesarse  utilizando como base de cálculo un valor cercano al promedio situado entre los parámetros de la valuación fiscal de un bien determinado y su correspondiente valuación de mercado. Estimaciones formuladas por el autor en su libro ya citado, refieren que, dependiendo de las decisiones del Gobierno, una recaudación adicional estimada en torno al 2 % del valor del PBI del país, sería posible recaudar anualmente mediante una Tributación Solidaria a ser aplicada sobre aquella extrema minoría de grandes millonarios que habitan el país. Políticas semejantes se administran en la actualidad en diversos países desarrollados como Canadá, Inglaterra, Francia, Países Nórdicos.

 

Con recursos tributarios crecientes el país podrá administrar un Fondo Nacional de Solidaridad cuya gestión podría ser delegada directamente a representantes del propio Sector Privado. La responsabilidad del Gobierno sería formular en todas las provincias la cadena de Proyectos Productivos Municipales destinados a generar empleos productivos y supervisar su gestión maximizando transparencia y rendiciones de cuenta. Los recursos del FNS se destinarían básicamente, a financiar la ejecución de la gama de Proyectos en el ámbito de los nuevos mercados sociales de trabajo con salarios de vida digna. En materia de Políticas de Redistribución de Ingresos, se propone abordar la cuestión de la Distribución del Ingreso desde los conceptos y registros de las Cuentas Nacionales en vez de utilizar tan solo los datos de inflación para negociar recomposición y ajustes salariales anuales. Desde esta nueva perspectiva, sería necesario que Autoridades de Gobierno y Entidades Empresarias y Sindicales reconozcan que la masa de trabajadores del país perdió entre 12 y 15 puntos en sus niveles de participación del ingreso nacional en el curso de los últimos 30 años. Frente a tal intensidad en el deterioro en los ingresos del Factor Trabajo se propone que el Estado pudiera transferir, anualmente, durante un período de 10 años, por lo menos, un 1 % de la Renta Nacional (alrededor de 5.000 millones de dólares) a fin de cofinanciar la creación de empleos en blanco en beneficio directo de la masa de trabajadores desocupados e informales existentes. Cuanto mayor sea el número de trabajadores en blanco que pudiera cofinanciar un FNS más acelerada podrá ser la recuperación de las finanzas de la ANSES. Tales transferencias, (de carácter solidario) tendrán que procesarse de forma independiente y separada de las negociaciones para ajustes salariales por inflación vigente en la legislación argentina.

 

Mientras transcurren los procesos referidos, el Gasto Público consolidado de toda la Administración Pública Nacional, Provincial y Municipal tendría que experimentar sensible reducción dejando espacios para que el Gobierno pudiera diseñar una nueva política tributaria destinada a eliminar el Déficit Fiscal reduciendo la tasa promedio de tributación sobre los negocios del sector privado, eliminando la evasión y la elusión fiscal. La reducción de la tasa tributaria sobre las empresas se transformaría en arma disuasiva posibilitando la estabilización del nivel de precios de bienes no agrícolas. Los precios de los servicios públicos también podrían estabilizarse mediante una inteligente administración que contemplara su estricta diferenciación según niveles de renta de los usuarios y fajas de consumo. Mediante las Políticas sugeridas, el saldo positivo de las cuentas públicas sustentaría superávit fiscal, estabilidad de precios internos, estabilidad en el valor de las divisas; ampliación del crédito público a bajas tasas de interés impulsando la promoción industrial y la expansión en la producción de bienes y servicios vinculados al mercado interno. Con tales resultados, sería factible asistir a la continua expansión del empleo en el campo y en las ciudades bien como a la expansión del comercio exterior.

 

  1. Adoptar un nuevo enfoque para implementar Políticas de Corto Plazo.   

 

En un contexto de recesión o bajo crecimiento del PBI, déficit fiscal equivalente al 7 % sobre el PBI., déficit comercial, déficit en la balanza de pagos, elevada inflación, atraso cambiario, masa crediticia y tasas de inversión inferiores al 20 % del PBI, tasas de interés para las empresas superiores al 40 % anual y un crónico desempleo y subempleo equivalente a un tercio de la población activa resulta inconsistente que Argentina administre sus Políticas de Corto Plazo sin haber consensuado previamente con la sociedad un Plan o Programa Integral de Mediano o Largo Plazo.  En efecto, el Gobierno asumió el comando de sus Políticas Públicas utilizando como guía de acción tan solo un Modelo de Metas de Inflación sustentado en la apertura de la cuenta de capitales, el financiamiento externo, libre flotación del valor del dólar, determinación de la tasa de interés, regulación de los flujos monetarios y una Política Fiscal gradualista con modalidades de ajuste ortodoxo y tradicional. Sobre esta maqueta de Política Económica de corto plazo el Gobierno adiciona metas exógenas de Inversión Pública y de Políticas de Desarrollo Social definidas en estricta función de la coyuntura política y social. Después de 30 meses de  ejecución de este Modelo, sus escasos resultados generan desconcierto y preocupación.  ¿Qué hacer?

 

La Política Económica aplicada por el Gobierno resulta de aceptar la apertura y libre funcionamiento del mercado de capitales como eje  del trilema ortodoxo de la economía. Por la adopción de este principio, el Banco Central solo administra los flujos monetarios y la tasa de interés dejando al tipo de cambio como variable de ajuste para encontrar su propio nivel de equilibrio dinámico sin ninguna interferencia oficial. Bajo esta concepción,  el Banco Central solo participaría activamente cuando la tasa de cambio se situara por fuera de las bandas de flotación cambiaria específicamente predeterminadas. Esta concepción ortodoxa de la Política Económica resulta de adoptar las “metas de inflación” como método de gestión de los instrumentos de la Política Económica de Corto Plazo.

 

Galopando sobre la coyuntura imprevisible y en el propósito de trasmitir confianza en la pronta recuperación del país, el Gobierno decidió, además, que el Banco Nación iniciara operaciones de crédito a largo plazo para adquisición de vivienda mediante el pago mensual de cuotas fijas y plazos finales de los contratos reajustables según sean los niveles de inflación. Esta experiencia genera ya altos riesgos crediticios y severos conflictos de orden jurídico pues al substituir mecánicamente el ajuste monetario de las  cuotas mensuales por la extensión automática del plazo de los contratos  se redefine, de hecho, nuevos e inesperados escenarios temporales para los contratos con imprevisibles consecuencias sobre los patrimonios e ingresos de las familias tomadoras del crédito. Anticipando futuros problemas jurídicos, el Gobierno ha optado por insertar en el modelo operativo de los contratos de créditos a largo plazo la adopción de seguros especiales contra expresivas devaluaciones monetarias que pudieran afectar patrimonios familiares y la normalidad de las operaciones de crédito.

La experiencia comparada a escala internacional enseña que diversos países del mundo solo llegaron a adoptar éste método de gestión después de haber realizado singulares esfuerzos para asegurar disciplina económica-social y gobernabilidad institucional. La experiencia de Chile merece especial atención. Las primeras decisiones del Banco Central para modelar una eficiente Política monetaria, crediticia y cambiaria  se adoptaron en la década de los 60. Posteriormente, a partir del Gobierno del General Pinochet – durante 30 años – el Ministerio de Economía y las Autoridades del Banco Central introdujeron múltiples correcciones en las Políticas de corto plazo antes de llegar al mecanicismo que presentan en la actualidad. En diversos países del mundo, las metas de inflación y el conjunto de regulaciones  sobre circulación monetaria, apertura de la cuenta de capitales, gestión del crédito a largo plazo con mecanismos de indexación y políticas automáticas y flexibles de fluctuación cambiaria  solo se pudieron adoptar con razonable éxito después de un largo período de errores, aprendizaje y rectificaciones. Y se trataba  de países previsibles, ordenados, con institucionalidad manifiesta sin Estados voraces, sin populismo y sin inflación galopante.

 

Habida cuenta de las realidades que caracterizan la Economía Nacional a comienzos del 2018 se considera que un Banco Central, un Ministerio de Economía y un Consejo Nacional de Planeamiento Económico y Social podrían administrar, de forma sincronizada, las Políticas Monetaria, Cambiaria, Crediticia, Fiscal, de Endeudamiento Público, de Empleo, de Infraestructura, de Desarrollo Social y Regional. Bajo un nuevo Modelo de Gestión, orientado y supervisado directamente por el Presidente de la República, competería a las autoridades del Banco Central supervisar el funcionamiento del Sistema Bancario y administrar directamente la  cuenta de capitales, la tasa de cambio, la tasa de interés, los encajes bancarios y los flujos de emisión monetaria de forma compatible con la dinámica de la Economía Real del país y las previsibles tendencias de la Economía Internacional. En razón de lo expuesto, sería recomendable, por algún tiempo, fundamentar la Gestión Cambiaria y Monetaria sobre modelos sustentados más bien en   las  experiencias del propio país antes que en la trasposición mecánica de modernos métodos de gestión adoptados en países centrales y recomendados por la Banca y la Academia Internacional. A este respecto, conviene recordar que Argentina pudo realizar, entre el último cuarto del siglo XIX  y las décadas de los 30 y 40 del siglo XX – una de las más exitosas experiencias internacionales en materia de administración bancaria, financiera, monetaria y cambiaria. Sería de toda conveniencia rescatar dentro de aquel extenso baúl de la historia económica sus  mejores lecciones para administrar el turbulento presente de las Políticas Monetaria y Cambiaria.

 

Para que Argentina pueda redefinir sus políticas de Corto Plazo sería recomendable atender las enseñanzas de su propia  historia económica y volver la atención sobre los cambios introducidos en la economía internacional a partir de la Gran depresión del 29. Los años comprendidos entre 1860 y 1915 constituyeron en Argentina el escenario temporal dentro del cual se procesó su progreso económico y cultural y su orgánica inserción en la órbita del comercio mundial de productos primarios. En el mismo escenario temporal se verificó también la masiva afluencia de inmigrantes en edad activa procedentes de diversos países del mundo que transformaron el mercado laboral amplificando las potencialidades productivas del país. Sin embargo, cuando a partir de 1929 la crisis internacional alteró los parámetros del comercio mundial y limitó abruptamente sus exportaciones Argentina perdió su rumbo; descarriló; su economía se estancó; el desempleo y la pobreza se expandieron y los suburbios de sus principales ciudades sucumbieron ante la presión social detonada por los marginados de la economía y de la vida.

 

Frente al cambio radical del escenario económico internacional producido a partir de la crisis del 29 Argentina debía remodelar su Política Económica para superar las restricciones generadas por el nuevo contexto impulsando procesos integrados de desarrollo nacional. Para tales propósitos, sus Gobiernos adoptaron durante las décadas de los 30 y 40 dos modelos divergentes de Políticas Públicas. Mientras el primero pudo implementarse bajo la égida del Poder Hegemónico del Sector Privado Conservador, el segundo entronizaba el Poder del Estado como ancla central de sus Políticas Públicas. El primero – vigente durante el período 1930-1943 – se orientaba hacia la adopción sistémica de una Política Exterior sustentada en un tipo de cambio alto para impulsar los encadenamientos productivos destinados a expandir las exportaciones, acelerar la substitución de importaciones, avanzar en la  industrialización y generar empleos e ingresos para su población. Aunque el país era gobernado por el Poder Conservador la gestión de la Economía quedó en manos de una selecta tecnocracia modernizante que tuvo la capacidad de iniciar la reconstrucción de la economía. Este camino requería que Argentina pudiera crear su propio Banco Central para administrar, directamente, la dinámica de los procesos monetarios, cambiarios y crediticos privilegiando una Política de Cambio Alto para impulsar la producción substitutiva e impulsar la gradual  conformación de una sólida burguesía industrial. Requería también  de Gobiernos austeros decididos a contener el gasto público asegurando la estabilidad monetaria necesaria para el despegue de la economía. En aquel modelo de Desarrollo, los excedentes generados por el trabajo de la clase obrera debían ser apropiados por el Gobierno y el sector privado para alimentar el proceso de acumulación. En efecto, el Gobierno, para cumplir roles de activación económica, generación de empleos y diversificación productiva sin alterar las tradicionales estructuras de propiedad, debía instituir una potente tributación y desplegar la Obra Pública en todo el país. Una explícita redistribución del ingreso en beneficio directo de los sectores sociales no constituyó, en aquella década, prioridad política razón por la cual continuaron agravándose los problemas sociales a pesar del sensible mejoramiento de las variables macroeconómicas.

 

Con el golpe militar de Junio de 1943 Argentina pasó a adoptar un nuevo modelo de Desarrollo sustentado, básicamente: en la acción central del Estado, en la expresiva presencia de las Fuerzas Armadas, en la nacionalización del Banco Central, en la captación de excedentes desde sectores rurales para financiar las bases de la Industrialización y de la Infraestructura en todo el país, en la activa participación de Estado en el Comercio Exterior Agropecuario y, fundamentalmente, en la organización sindical de la clase obrera para impulsar el acelerado  mejoramiento de sus niveles de apropiación del ingreso nacional. Este segundo modelo de Política Económica entronizaba la suprema hegemonía del Estado como centro decisorio destinado a diversificar la economía, acelerar su industrialización y garantizar el progreso social. El Peronismo se transformó en  Gobierno fuerte sustentado tanto en la disciplinada participación de los trabajadores organizados en redes sindicales como en la cooperación inicial de importantes sectores de la Iglesia Católica y del Ejército.  Para tales propósitos se puso en marcha un Plan de Obra Pública destinado a generar infraestructura y empleos; se ampliaron las obras sociales financiadas por el Estado; se nacionalizaron los servicios públicos de propiedad extranjera; se acrecentaron los beneficios sociales en favor de los trabajadores; con recursos públicos se crearon  grandes Unidades  Industriales destinadas a la producción de armamentos, de insumos, bienes intermedios y bienes de capital. El Gobierno pasó a administrar protección arancelaria, crédito público y divisas a sectores empresarios comprometidos con impulsar procesos substitutivos de producción industrial. Otorgaba subsidios directos para reducir los costos de los servicios públicos a empresas y familias de medianos y bajos ingresos. Finalmente, para ciertos productos masivos de consumo popular, adoptó instrumentos directos de control y regulación de precios.

 

En el propósito de expandir su hegemonía sobre toda la sociedad el Gobierno redujo tanto su tolerancia al disenso como los espacios para el libre ejercicio de la democracia política.  El Gobierno destinó buena parte de los recursos públicos para mejorar el bienestar de los trabajadores y ampliar consensos con los sectores medios de la sociedad. En este período, el total de beneficiarios del Sistema de Seguridad Social pasó de 92.506 a 503.203 entre Jubilaciones y Pensiones concedidas. También aceleró la inversión sobre el PBI pasando de un 14,3 a un 16,6 % y acrecentó la inversión en equipos durables para potenciar la industrialización a una tasa a.a. del 10,91% en cuanto la inversión en construcción creció a una tasa a.a. del 3,24 %. Para financiar la ampliación de sus actividades, el Gobierno decidió evitar el endeudamiento con el exterior y pasó a utilizar, directamente, gran parte de las reservas disponibles en el Banco Central al momento de iniciar su administración. Expresadas en  términos del PBI de Geary Khamis 1990, las Reservas del Banco Central que representaban el 14,62 % en 1946 se redujeron al 1,10 % en 1955.

 

La ejecución de las políticas referidas, en la medida en que debían financiarse con recursos fiscales internos, tensionaron las relaciones entre el Gobierno y sectores representativos del Poder Tradicional afectando la estabilidad institucional y los equilibrios macroeconómicos esenciales. Tales resultados se intensificaron cuando las exportaciones primarias del país fueron significativamente afectadas por severas crisis climáticas. La decisión Oficial de retornar rápidamente al equilibrio macroeconómico tensó aún más las relaciones entre gobierno y amplios sectores de la sociedad. Un 16 de setiembre de 1955 aconteció el golpe militar que destituyó a Perón de la Presidencia de la República y desde entonces, hasta y Diciembre del 2015, Argentina fue administrada por 20 gobiernos militares y civiles. En su gran mayoría, amplificaron el Gasto Público, acrecentaron el endeudamiento externo, desnacionalizaron la economía,  privatizaron patrimonio público, agravaron procesos inflacionarios, acrecentaron el desempleo  y sumieron en la pobreza a un tercio de la población argentina minando la legitimidad de las instituciones de la República.

 

La información económica disponible destaca que el Gasto Público fue del 6,65% sobre el PBI en 1916; 9,21 % en 1931; 11,39 % en 1945; 15,48 % en 1946; 14,20 % en 1955; 24,33 % en 1966; 25,07 % en 1967; 26,21 % en 1983; 26,01 % en 1989; 30,65% en 2001; 25,16 % en 2003; 28,56 % en 2006; 37,72 % en 2009. La Tasa de Inflación promedia anual se estimaba en 1,10 % para el período 1861 -1916; – 0,15 entre 1917-1930; 2,39 % entre 1931 -1945; 15,80 % entre 1946-1955; 25,59 % entre 1956-1966; 67,00 % entre 1967-1983; 141,23 % entre 1984-1989; 11,57% entre 1990-2001; 17,81 % entre 2001-2003; 5,97 % entre 2003-2006; 11,54 % entre 2007-2009; 20,72 % entre 2010-2015. Véase, Manuel Figueroa op. cit.. Vol. III. Capítulo XIII.

 

 

  1. Ampliar la inversión sobre el PBI incentivando la participación del Capital

      Público y Privado, Nacional e Internacional.  

 

Mientras Argentina no eleve significativamente su actual tasa de Inversión en relación al PBI su economía carecerá de las energías necesarias para sustentar un alto crecimiento económico con generación de empleos. En efecto, con una tasa anual de crecimiento demográfico del 1 %, si el Gobierno se propusiera como meta organizar sus instrumentos de  Política Económica para duplicar el PBI per cápita del país tendrían que asegurarse durante 14 años una tasa promedio anual de crecimiento del PBI equivalente al 6 % a fin de duplicar el valor de su PBI per cápita. Esta meta solo sería consistente si el país pudiera incrementar la Inversión en torno a un 40 -50 %. De lograrse tales propósitos, el país podrá alcanzar un PBI per cápita cercano a los 25.000 dólares anuales. Este nivel sería equivalente, tan solo, al 50 % de aquel que predomina actualmente en países desarrollados.

 

Para materializar tales objetivos será preciso movilizar tanto la Inversión Privada como la Inversión Pública promoviendo asociaciones con capitales privados de origen interno y externo. Tómese en consideración que Argentina, tras haber privatizado su Parque de Empresas Públicas en el curso de los últimos 30 años, es el único país de la Región en que su Estado no genera un dólar de divisas propias y depende exclusivamente de las que pueda adquirir del Sector Privado, nacional e internacional. Por tales circunstancias, sería altamente conveniente que el Estado Argentino asuma la responsabilidad de crear y operar en el próximo futuro  un Complejo de Grandes Empresas Mixtas destinado a multiplicar la exploración, explotación, industrialización y comercio exterior de los principales recursos naturales del país mediante asociación con inversionistas nacionales e internacionales en condiciones de movilizar tecnologías y grandes masas de inversiones productivas.

 

La inmensa riqueza potencial del patrimonio de Recursos Naturales disponible en todas las regiones del país podrá ser de inestimable valor para formar Grandes Empresas Mixtas (Pública-Privada) orientadas a la extracción, industrialización y comercio exterior de las materias primas estratégicas existentes en todo el país. La capacidad de Argentina para sustentar en los próximos años niveles avanzados de desarrollo económico generando los empleos productivos necesarios con altas remuneraciones dependerá, esencialmente, de cuánto pueda avanzar  en los próximos años para completar todas las etapas de su industrialización y abrir su economía al comercio mundial.  La inexistencia en el país de una expresiva Burguesía Nacional determina la extrema necesidad de centrar la atención prioritaria de los Gobiernos en potenciar la formación de grandes complejos industriales bajo la esfera del Estado asociado al capital privado para explotar racionalmente las múltiples riquezas del país. Tales propósitos requerirán, paralelamente, destinar ingentes recursos para la formación de una nueva generación de empresarios capacitados para operar en escenarios altamente competitivos a escala mundial. Países vecinos, desde hace ya 50 años, vienen trabajando sistemáticamente en este propósito.

 

Para implementar esta propuesta será necesario superar dos condicionantes: Primero: eliminar la ineficiencia y corrupción que históricamente caracterizó la gestión del Estado argentino. Segundo: Acordar con las provincias fórmulas apropiadas para la explotación conjunta de las riquezas del subsuelo reintegrando a la soberanía del Estado Nacional la plenitud de la propiedad de los recursos naturales. Esta exigencia, requerirá, naturalmente, dejar sin efecto el artículo 124 de la Constitución de 1994. Otras medidas de Políticas altamente prioritarias para estimular la Inversión requerirá instituir una Política Regional de Incentivos Fiscales y Crediticios para impulsar inversiones del sector privado empresarial en Macroregiones y sectores económicos predeterminados del interior del país bien como adoptar Políticas de Fomento para el Sector de Pequeñas y Medianas Empresas Industriales integrando Programas Especiales de Crédito para Inversiones, Asistencia Técnica y Capacitación gerencial en temas relativos al Comercio Exterior.

 

  1. Políticas específicas para reducir el Desempleo y la Pobreza.

 

Instituir mediante Reforma Constitucional un nuevo Régimen de Tres Economías creando la institucionalidad necesaria para el buen funcionamiento de una Economía Social-Comunitaria. Para avanzar en esta nueva concepción, Argentina tendría que activar los instrumentos necesarios para crear riquezas, generar empleos, asegurar servicios públicos esenciales y vida digna a toda la población demandante de trabajo utilizando al máximo las potencialidades de riqueza de su amplio territorio. El objetivo final de esta Política sería  poner en funcionamiento, en todas las microregiones del país,  “Yacimientos de Empleo” o “Frentes de Trabajo” en el marco de “Mercados Sociales de Trabajo Productivo”.

 

Para el éxito de una Política destinada a dinamizar una Economía Social-Comunitaria se requiere, fundamentalmente, dotar de eficiente institucionalidad a Provincias y Municipios. Para tales propósitos se propone avanzar hacia la formación Institucional de Macroregiones mediante la voluntaria asociación de Provincias. De igual modo, el país requiere avanzar hacia la formación de Microregiones mediante asociación voluntaria de Municipios al interior de cada Provincia. La adopción de tales Políticas permitirá racionalizar el uso de los recursos públicos y del personal técnico especializado existente en las provincias. Las economías de escala que tales decisiones comportan tendrán carácter estratégico para impulsar Inversiones Productivas que requieren mayores escalas de operaciones. La institucionalización de Macro y Microregiones permitirá reducir significativamente el Gasto Corriente en las administraciones provinciales y Municipales potenciando la masa de recursos financieros para fines de Inversión Productiva. Será tarea de las Instituciones Provinciales y de sus Equipos Técnicos interdisciplinarios: Formular, Ejecutar, Supervisar, Controlar,  Proyectos de Producción, de Colonización Rurbana, de Desarrollo Social, de Preservación Ambiental y de Infraestructura productiva y social en todas las regiones del país. Paralelamente, mediante legislación apropiada, será necesario poner en funcionamiento los Mercados Sociales de Trabajo Productivo.

 

La nueva legislación, con vigencia en todas las regiones del país, permitirá instituir un Programa Nacional de Producción y Generación de Empleos e Ingresos mediante la creación de infraestructura productiva, ambiental, cultural y social que se requiera. Entre los Proyectos a incluirse destacan: la construcción de viviendas sociales, redes de escuelas primarias y secundarias, redes hospitalarias de primero, segundo y tercer grado; obras de saneamiento: cloacas, agua, gas, electricidad, telefonía, saneamiento básico, etc. Obras de urbanización, Programas Productivos mediante actividades agrícolas, ganaderas, forestales, pesqueras, industriales, de servicios. Programas Especiales para la construcción de Obras de Infraestructura de transporte, de comunicaciones, de vías navegables, de irrigación, de Preservación Ambiental, de reforestación, de Inversiones sociales, etc.

 

En el marco jurídico del Programa referido, el Estado asumirá la responsabilidad de atender los requerimientos sociales de la población vinculada a los Frentes de Trabajo en los Mercados Sociales de todo el país. Conforme a la nueva legislación, el Estado asegurará la disponibilidad de Trabajo con salarios de vida digna y la prestación de servicios sociales esenciales al bienestar de las familias. Por la nueva Legislación, los trabajadores en Frentes de Trabajo tendrán derecho a la educación de sus hijos en Escuelas Públicas gratuitas; derecho de los integrantes de la Familia a recibir atención médica hospitalaria en instituciones de Salud Pública; derecho de la Familia a participar en Programas de Autoconstrucción de Vivienda Social en zonas cercanas a los puestos de trabajo; derecho de la Familia a disponer en su residencia de los servicios sociales esenciales: cloacas, agua corriente, servicios de alcantarillado, luz, gas, telefonía; derecho de los adultos de la Familia a participar en Programas de Educación, alfabetización, enseñanza de oficios técnicos; derecho de las Familias a concurrir a Cooperativas, Mutuales o Comisariatos de la zona circundante a los Frentes de Trabajo para abastecerse de alimentos y bienes de consumo a precios regulados que requiera su familia; derecho de la familia a disponer de medios públicos de transporte. Para acelerar la implementación de Programas como el expuesto  será necesario sancionar nueva Legislación que habilite al Gobierno a adoptar diversas formas para remunerar el trabajo realizado. Tales formas permitirán: remunerar salarios de vida digna mediante pago en dinero y en servicios  cofinanciados por el Estado a niveles compatibles con los costos de la canasta regional de bienes de consumo familiar. Adicionalmente, la nueva Legislación Nacional que regirá el funcionamiento de los Mercados Sociales de Trabajo Productivo permitirá: a) Poner en funcionamiento Comisariatos y Cooperativas de Producción y Servicios; b) Ferias Comunitarias para venta de agroalimentos y bienes esenciales en ciudades y municipios del país;

 

Implementar el conjunto de reformas referidas requerirá disponer en las regiones de amplia capacidad operativa del Estado. Para tales propósitos será imperativo instituir normas de modernización y descentralización administrativa y proceder a la capacitación masiva del personal en todos los niveles de gestión pública. Será en el marco de tales Políticas que podrán adaptarse los programas destinados a reducir el empleo público en las instituciones públicas del orden nacional, provincial y municipal. Naturalmente, tales decisiones podrán desencadenar masivos procesos de transferencias de personal desde aquellas instituciones (nacionales y/o provinciales) donde anida buena parte de la burocracia improductiva hacia nuevos centros de gestión pública a situarse en las microrregiones del interior del país. Restaría consignar que uno de los mayores Proyectos que podrían implementarse para avanzar en la resolución de los problemas de Desempleo y  Pobreza será la construcción de una nueva Capital para el país. La experiencia de Brasil cuando su Gobierno Nacional adoptó la decisión de construir Brasilia hacia mediados del siglo XX podría servir como ejemplo excepcional. Otros Grandes Proyectos de Inversión para el Norte Argentino como la Regulación del Río Grande en Jujuy y la canalización del Río Bermejo podrían también ser ejecutados para generar riquezas y empleos en regiones de alto potencial productivo y lacerante desempleo y pobreza. El actual y desconocido Plan Belgrano podría ser reestructurado y redimensionado para incorporar aquellos grandes Proyectos y transformarlo en un potente instrumento para el Desarrollo del Norte Grande Argentino en el marco de dos grandes regiones sudamericanas integradas por el Norte de Chile y Sur de Perú, Bolivia, Paraguay y Sur de  Brasil.

En el marco de las Políticas destinadas a generar empleos productivos, además de los programas destinados a multiplicar la infraestructura y la industrialización en regiones del interior del país, destacarán, por su importancia, los Programas de Colonización Rurbana, factibles de administrarse en múltiples micro regiones donde, según el último Censo Agropecuario, el país dispone todavía de más de un “millón de hectáreas de tierras aptas no aprovechadas”. Con la “Vuelta al campo” la sociedad argentina podrá ganar vitalidad productiva generando nuevos empleos para atender la multiplicación de actividades vinculadas a la producción, transformación industrial y comercialización interna y externa de la producción primaria.

 

En su Obra “La Cultura del Poder: Ocaso y Reconstrucción” el Autor considera que uno de los principales factores determinantes de la involución de Argentina fue la extrema inflexibilidad de origen existente en los sistemas de  tenencia de tierras provenientes del tiempo colonial y agrega que durante el Siglo XIX aquella situación fue sistemáticamente agravada por las Políticas adoptadas durante los Gobiernos de los Generales Rosas y Roca. Tales realidades forzaron la enfermiza concentración de las grandes migraciones del siglo XIX-XX en zonas periféricas a las grandes ciudades situadas en el centro del país pues resultaba imposible su asentamiento democrático al interior del medio rural. Cuando se comprimió el comercio internacional por la crisis mundial del 29, la Economía del país descarriló y nunca más pudo recuperarse plenamente. El dramático Conurbano Bonaerense fue su inexorable consecuencia.

 

Con el correr de los años, las cuestiones relativas a la pobreza y al desempleo de amplios segmentos de población urbana se transformaron en una realidad explosiva que terminó cuestionando la gobernabilidad del país. Informaciones del Banco Mundial posibilitan verificar que, por acción u omisión, las políticas demográficas y de tenencia de tierras adoptadas por Argentina concentraron irresponsablemente en las zonas urbanas del centro del país gran parte del crecimiento demográfico y de las migraciones procedentes de Europa, de países limítrofes y de regiones pobres del norte argentino. Su Población Rural,  26 % de la población total del país en 1960, se redujo aceleradamente hasta representar, tan solo, un 8 % en 2016 conformando un típico caso de concentración urbana insustentable. Por el contrario, la mayoría de los países más avanzados del mundo optaron  por administrar, con prudencia, sus migraciones internas. Al respecto, reciente publicación del BM refiere que entre 1960 y 2016 la reducción de la población rural acusó la siguiente dinámica: Alemania: 29 y 24 %; Australia: 18 y 10 %; Canadá: 31 y 18 %; Chile: 32 y 10 %;  China: 84 y 43 %; Dinamarca: 26 y 12 %; EEUU: 30 y 18 %; Federación de Rusia: 46 y 26 %; Francia: 38 y 20 %; Hungría: 44 y 22 %; Israel: 23 y 8 %; Noruega: 50 y 19 %; Reino Unido: 22 y 17 %. Suecia: 28 y 14 %; Suiza: 49 y 26 %. México: 49 y 20 %. Nueva Zelanda: 24 y 14 %. Cifras promedios: América Latina y Caribe: 31 y 18 %; Europa  Central y países Bálticos: 55 y 38 %; Miembros de la OECD: 38 y 20 %; Países de Ingresos Altos: 36 y 19 %; Países de Ingresos mediados: 76 y 49 %. Ningún país destacado permitió que su población pudiera migrar libremente para asentarse en  espacios  periféricos a sus  grandes ciudades sin disponer de condiciones mínimas de empleos productivos y sustentabilidad ambiental, económica  social.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

05 de marzo 2018

INTRODUCCIÓN GENERAL DE LA CULTURA DEL PODER

Para leer la Introducción general a los 4 volúmenes de la reciente obra publicada de Manuel Figueroa, economista, ex funcionario de Naciones Unidas y responsable por la sección Desde abajo de Piso 12, entrar directamente en dicha sección.

05 de marzo 2018

LA CULTURA DEL PODER, INTRODUCCIÓN GENERAL A LOS 4 VOLÚMENES

La Cultura del Poder

Ocaso y reconstrucción

Manuel Figueroa

Introducción General

Desde su regreso al país en la década de los 90 – después de un largo período al servicio de Naciones Unidas desempeñando roles de capacitación, cooperación técnica y asesoría en temas de Programación y Desarrollo Económico-Social, el autor concentró sus esfuerzos de investigación en la búsqueda de explicaciones convincentes sobre la dinámica de la sociedad argentina. Diversos libros dieron testimonio de sus inquietudes: Crisis de las Economías Regionales, primer premio otorgado por la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas en 1997, La Economía del Poder, en 1998, editado por EUDEBA,  El Desafío argentino: hacia un modelo autónomo de desarrollo, editado en 2002 por Aplicación Tributaria. En Argentina Entrampada,  editado por Piso – 12 y publicado en octubre 2004, presentó las bases de su Tesis para reestructurar las formas de organización de la Economía a fin de superar, dentro de los bordes del capitalismo y de una democracia participativa, la larga involución que padece la sociedad argentina. Finalmente, en el 2015, su último libro titulado “Tesis de las Tres Economías: Resolución del desempleo y la pobreza”,  publicado en Madrid por Editorial Académica Española, presenta aspectos conceptuales y metodológicos para su implementación a nivel nacional, provincial y local. Junto a otros profesionales, participó en la preparación de dos obras: “Programa Argentino de Desarrollo”, publicación del  Senado de la Nación, 2001 y  “Argentina 2010, esperanza o frustración”, editorial Lumiere, Buenos Aires, 2009.

Con la presente obra integrada por cuatro volúmenes, el autor adiciona un hito más en su obstinado propósito de buscar, en las entrañas del capitalismo mundial y en las nieblas de nuestra propia historia, las claves que permitan rastrear los orígenes, rasgos esenciales, composición orgánica y mecánica de funcionamiento de la singular Cultura del Poder que, acunada en los albores del siglo XVIII, proyectó sus influencias sobre gobiernos y sociedad condicionando el destino del país.

Como Ensayo de interpretación histórica pretende comprender, en forma sistémica y unificada, la dinámica del progreso y del ocaso argentino a lo largo de los 200 años transcurridos  hasta el presente desde su independencia de España. La obra reflexiona sobre la formación, hegemonía y supervivencia del Poder Político Conservador en Argentina y trata de comprender, particularmente, su proyección en el tiempo y sus propósitos de auto preservación mediante el uso alternado o simultáneo de un conjunto de instrumentos de dominación: políticas económicas destinadas a maximizar y concentrar el excedente económico en selectas minorías, violencia policial contra reivindicaciones salariales, intervención militar sobre gobiernos civiles y partidos políticos progresistas, enajenación de la conciencia colectiva mediante los medios masivos de comunicación  o promoción de personajes políticos ambiciosos en el marco de formas degradantes de gobiernos mesiánicos de representación.

En esencia, se propone entender, a lo largo del tiempo, la cadena de condicionamientos que la Cultura del Poder tradicional impuso a gobiernos y sociedad mediante la praxis de políticas públicas destinadas a preservar su plexo axiológico y  potenciar sus intereses materiales. Los largos años de decadencia e involución que señalan el ocaso de la sociedad argentina fueron el fruto desperdiciado del trabajo honesto de millones de argentinos, de energías sociales perdidas, de abuso de poder oficial, de impunidad, confusión ideológica y desgobiernos. Los años perdidos transcurrieron bajo la conducción de  gobiernos civiles y militares de diversos signos partidarios que, salvo honrosas excepciones, administraron el país bajo una cultura de poder autoritaria, absolutista,  voluntarista, proclive a la  corrupción y a la trampa.

En materia económica y social, aquella cultura deformó y atrofió el desarrollo nacional y a partir de mediados del siglo XX Argentina fue desnudando ante el mundo las salvajes consecuencias sociales e institucionales gestadas por gobiernos orgánicamente funcionales a la preservación de estructuras de un poder tradicional incompatibles con las aspiraciones de las grandes mayorías sociales que presionaban por sedimentar una mayor participación política y  mejores niveles de bienestar.

Por las manos de sus gobernantes Argentina fue construyendo en los últimos años,   las murallas de un país cada vez más cerrado a las ideas del mundo, desbastado por la anomia y el escepticismo, anárquico, conformista en su decadencia, sometido  a la bárbara inseguridad, con  profundas diferenciaciones de bienestar e ingresos entre regiones y clases sociales. En pleno siglo XX Argentina fue forzada a recrear y volver a experimentar dictaduras criminales del pasado que arrasaron con vidas y aspiraciones de cambio social.

El título de esta obra remite al lector a tres conceptos pletóricos de contenidos: “Cultura del Poder”,  “Ocaso” y “Reconstrucción”. En esta introducción conviene clarificar los significados del segundo y tercer  concepto referido habida cuenta de que el tema relativo a la Cultura del Poder será motivo de extensas reflexiones en cada uno de los cuatro volúmenes que integran la obra. El Pequeño Larousse Ilustrado refiere ”ocaso” para significar la puesta de un astro. Se utiliza también como sinónimo de decadencia, declinación y, en esta obra se extiende su significación para representar también el tránsito de un país hacia senderos de involución económica – social y degra­dación institucional. El concepto de Reconstrucción se utiliza en su significación más directa: activar los mecanismos de la economía para generar riquezas movilizando las inmensas potencialidades humanas y productivas que yacen al interior de las regiones del país.

“La Cultura del Poder en el Ocaso y la Reconstrucción de Argentina”, refiere, en consecuencia, tres conceptos  dialécticamente articulados entre sí por un relacionamiento histórico-causal de carácter multidimensional. Por tal determinismo, la Tesis Central que hilvana los cuatro volúmenes de esta Obra sustenta, en efecto, que las singularidades y deformaciones de la Cultura Tradicional de Poder que ejercitó roles hegemónicos en toda su historia condujo al ocaso del país ensombreciendo la vida de amplios sectores sociales donde la crisis económica, la inseguridad e inequidad reinante terminó erosionando el orgullo del ser argentino al percibir como el tiempo fue diluyendo sus esperanzas de  bienestar y los principales referentes de su memoria histórica.

Revertir esta realidad y avanzar en la reconstrucción del país mediante un conjunto heterodoxo de Políticas Públicas prioritarias exigirá, inexorablemente, tiempo y conciencia crítica hasta cristalizar el Poder Social necesario para elegir y sustentar políticamente a nuevos Gobernantes comprometidos con la dilución y transformación de aquella Cultura. La gran tarea será trabajar bajo el rigor de las Leyes para alentar su substitución por una nueva Cultura a ser cincelada por expresivas mayorías sociales bajo la égida de un Nuevo Estado de Responsabilidad Social destinado a perfeccionar aquel Estado Liberal instituido por  presión de las circunstancias a mediados del siglo XIX.

El Ocaso Argentino se manifiesta como un estado de degradación y necrosis en las relaciones  entre las Instituciones del Estado y el marco legal constitucional. Particularmente, degradando las relaciones de cooperación entre Gobierno Nacional y Gobernadores Provinciales; entre el Poder Ejecutivo Nacional, Poder Legislativo y Poder Judicial;  en las relaciones entre los ciudadanos y las Instituciones; entre los diversos sectores empresarios; entre trabajadores y empresarios; entre trabajadores en blanco y trabajadores en negro; entre trabajadores y desempleados; entre infantes, jóvenes, población activa y Jubilados; entre las actuales y futuras generaciones pues la depredación permanente del patrimonio físico y cultural en el presente afectará profundamente las potencialidades de bienestar en las generaciones futuras.

Por el cúmulo de circunstancias referidas, Argentina celebró en julio del 2016  sus doscientos años de vida independiente sin haber logrado construir una nación para todos. Inmensas regiones de su territorio permanecen en estado de abandono al igual que amplios sectores sociales radicados en villas urbanas de extrema pobreza. Sus habitantes desconocen la norma constitucional, sus derechos ciudadanos, las leyes  nacionales, las ordenanzas municipales. Sobreviven en estado de severas carencias sociales y padecen el presente sin expectativas de futuro.  Sin embargo, por la fuerza de tales realidades, comienzan a comprender las profundas conexiones que articulan sus vidas con los resultados de gestión de una larga lista de Gobernantes que apartándose de la norma constitucional, practicaron alevosos actos de corrupción y administraron políticas públicas funcionales a la preservación de  los intereses de una casta social tradicional encumbrada en el Poder.

Es oportuno señalar que la tarea de escribir esta obra culminó en los mismos días en que el país elegía al Ingeniero Mauricio Macri para asumir la Presidencia de la República. Solo el tiempo permitirá dilucidar sus resultados de gestión y la suerte de la república. Esta obra, en consecuencia, no contiene ninguna reflexión, crítica ni comentario relativo al gobierno que recién comienza. No obstante, será honda satisfacción del Autor que las  informaciones, análisis, conclusiones y proposiciones vertidas en estas páginas pudieran servir como fuente de reflexión o de apoyatura conceptual y programática a todas aquellas personas y organizaciones que, desde el llano de la sociedad o desde las alturas del Poder Gubernamental, puedan contribuir en la ciclópea tarea de reconstruir el país.

Centrando nuevamente la atención sobre el Ocaso argentino es preciso preguntar: ¿Cómo y porqué se llegó a tales resultados? ¿Qué nuevas circunstancias políticas, inducidas o accidentales tendrán que acontecer para crear condiciones sociales apropiadas al recambio de la dirigencia política y al surgimiento de una nueva Cultura del Poder al servicio del bienestar colectivo? ¿Qué tareas concretas podrán proponerse las mayorías sociales para frenar su decadencia y comenzar la ciclópea tarea de reconstrucción del país?

Años de estudio fueron destinados a la búsqueda de respuestas apropiadas y a escribir los cuatro volúmenes de esta obra. Huelga enfatizar que su publicación no constituye testimonio alguno de haberlas encontrado en el baúl de las ciencias sociales. Configura, tan solo, la expresión de una etapa cumplida en el sinuoso camino recorrido hasta llegar a los primeros refugios de montaña, a sabiendas de la distancia que aún los separa de las altas cumbres que atesoran la plenitud de la comprensión histórica.

En esta tarea el autor se sintió permanentemente acompañado por  una pluralidad de autores cuyos libros fueron utilizados como fuente primaria de información, conocimiento y comprensión. En la bibliografía se señalan más de 200 fuentes reiteradamente consultadas. Otras, de igual magnitud, fueron también revisadas aunque no se incluyeron como directa base referencial. Utilizando aquella riqueza bibliográfica, el trabajo del autor consistió, básicamente, en gestar, desde su personal cosmovisión, un vector interpretativo que le permitiera contrastar sus propias ideas e interpretaciones con las que aquellos escritores dejaron plasmadas en sus libros.

La obra asumió su forma definitiva cuando sus conclusiones le posibilitaron delinear un consistente sendero interpretativo para develar el enigma argentino. Esto es, para comprender cuales fueron las circunstancias históricas que, a partir de la década de los 80 en el siglo XIX, impulsaron al país durante un extenso período de 40 años hacia las cumbres mundiales del progreso material y cultural y que, después de frustradas experiencias de transformación estructural y cambio social, lo empujaron durante sus últimos 60  años hacia escenarios de violencia, involución económica y degradación institucional.

¿Cuál fue la condición esencial que se siguió para escribir esta obra? El plan de trabajo inicial se diseñó sin plazo alguno para su finalización. Bajo esta firme determinación se orientaron las lecturas, investigaciones y reflexiones. ¿Por dónde comenzar y cuál fue la principal ignorancia que se debía disipar para iniciar la escritura de un ensayo histórico tan ambicioso?

Como punto de partida se asumió que la tarea principal consistía en conocer y sistematizar los significados de las culturas dominantes en los territorios de América del Sur antes y después de la llegada de los españoles pues fue durante aquel ancho y caudaloso pasado   cuando  penetraron por el torrente vital del altiplano y del Río de la Plata la multiplicidad de hombres y culturas, procedentes de tiempos y geografías diversas y distantes, que en su diario vivir cincelaron las formas de expresión de una Cultura del Poder que se transformó en partera y regenta del destino argentino.

Aquella cultura impregnó en la mayor parte de los Gobiernos de todos los tiempos, una manera singular de sentir, comprender, utilizar y abusar del Poder bajo signos de autoritarismo, omnisciencia, verticalismo, prepotencia, intolerancia, despotismo y arbitrariedad. A medida que el tiempo fue transcurriendo bajo el predominio de aquella  cultura, sus gobernantes, cada vez más, manifestaban su distancia del habitante común, su aversión a la discusión abierta, su reacción descontrolada frente a cualquier atisbo de crítica y la velada desconfianza hacia todos aquellos que pudieran exhibir  inteligencia, formación académica y amplitud de criterios en la sustentación de opiniones diferentes.

Esta experiencia fue única en la América del Sur y su cristalización solo fue posible por la convergencia accidental de intereses materiales provenientes tanto de un poder global concentrado a escala internacional como también de una rica y singular geografía de pampas y puertos administrada bajo sistemas altamente polarizados de propiedad privada de la tierra, particularmente, en la región central del país.[1]Aunque resulta una afirmación de muy difícil verificación científica sería una grave omisión analítica ocultar que las deformaciones de personalidad de algunos de sus Gobernantes desempeñó también un rol relevante en el destino de la sociedad argentina.

La obra que hoy se somete a la consideración del público lector, fue escrita por quien  tuvo el privilegio de nacer, conocer y vivir su país desde el interior de una de sus regiones más pobres y de ampliar su vida profesional en el ámbito de un organismo de Naciones Unidas que le dio la oportunidad de viajar, ver, conversar, estudiar, trabajar y pensar en mundos tan cercanos y lejanos en el tiempo y en el espacio. No fue escrita para inducir interpretaciones dogmáticas ni apologías partidarias. No se propuso criticar ni lograr la atención ni el favor de los actuales gobernantes. Tampoco concentra el núcleo de su contenido esencial en el estudio minucioso de la compleja coyuntura económica, social e institucional que ilumina y ensombrece al país en los días del presente.

La involución argentina, por su significación histórica,  importancia vital y extremas implicaciones en el desarrollo humano de un país desorientado, excede la dimensión temporal de las últimas administraciones y es más importante, naturalmente, que la estatura física, real o virtual, de los personajes que ocuparon roles de gobierno. Escrita desde una serena perspectiva, sin las angustias de la contemporaneidad, esta obra, se propuso alcanzar tres objetivos específicos:

Primero: estudiar las raíces históricas del Poder Real en la Argentina; identificar la naturaleza de las anclas materiales que históricamente lo sustentaron en el orden interno y externo; reconocer sus bases territoriales; entender cómo funcionó el mecanismo de interrelaciones triangulares que utilizó históricamente el Poder Real para influenciar y condicionar, simultáneamente, tanto las Políticas Públicas de los gobiernos como también las actitudes de los diversos sectores sociales  a fin de preservar y recrear en el tiempo la presencia hegemónica de su propia Cultura de Poder.

Segundo, identificar los procesos reales que impulsaron al país a transitar sus diversas etapas históricas de progreso, esplendor, desconcierto, esperanzas, degradación y decadencia empobreciendo a amplios sectores sociales y degradando gobiernos e instituciones preservando, sin embargo, su anacrónica Cultura destinada a proteger los intereses reales de los tradicionales Factores internos y externos de Poder.

Alcanzado aquel objetivo fue posible hilvanar una interpretación consistente sobre “el Ocaso Argentino” y explicar cuáles fueron las circunstancias objetivas que acontecieron para que aquel país, que entre 1880 y 1920 había sorprendido al mundo por su radiante expresión de progreso y cultura, frenara su expansión, descarrilara y se transformara, gradualmente, en un país declinante cada vez más caracterizado por sus diarias expresiones de violencia y conflictividad social, degradación institucional e involución económica.

Tercero, aportar un rosario de nuevas ideas para reconstruir el país después, y solo después, que “expresivos sectores” de la sociedad provenientes de sus clases medias y pobres logren cristalizar el Poder Social Necesario para desplazar y substituir a la tradicional Elite Política Dirigente impulsando el surgimiento de nuevos gobernantes decididos a emprender la Reforma Constitucional que abrirá las puertas para instituir  en su articulado los consensos sociales y procesos de modernización necesarios a la reconstrucción del país.

Los fundamentos y argumentos que sustentan las conclusiones y proposiciones de Políticas Públicas que contiene esta obra no pertenecen ni responden a credos ni dogmas  de ninguna doctrina ideológica o partidaria de raigambre argentina o internacional. Fueron sí el fruto de una compleja evaluación de los hechos extraídos de la propia historia argentina, procesada en el apasionante espacio de las lecturas comparadas y de los estudios interdisciplinarios bajo la atenta observación de los procesos políticos y económicos que caracterizan la dinámica temporal del capitalismo mundial. La formación académica del autor en escuelas latinoamericanas de pensamiento económico y social y su larga experiencia de trabajo profesional en países de la región dejaron sus huellas impulsando, sin límites, su apertura ideológica y el eclecticismo que caracterizó su producción intelectual.

Las Reformas que fervientemente se preconizan y defienden en esta obra permitirían rediseñar el orden institucional, reorganizar la economía y  fundar los cimientos de una nueva Cultura de Poder Social, sensible al contexto internacional y expresión legítima de  las realidades objetivas del país y de las aspiraciones de sus diversos sectores sociales. A partir de  esta magna tarea será posible corregir las históricas deformaciones insertas en la Constitución Nacional  de 1853/60, instituir nuevos compromisos sociales para orientar conductas colectivas y crear la nueva institucionalidad inclusiva que el país reclama para extender el progreso y el bienestar sobre toda la sociedad argentina.

    

Composición temática de la obra

 

La obra completa se presenta en 4 Volúmenes. Aunque su concepción original  fue integral, está escrita en forma modular posibilitando que cada Volumen preserve su  especificidad y sea leído como libro independiente.

El Volumen I  denominado “El Enigma Argentino” tiene un carácter introductorio, conceptual y metodológico. Intenta dimensionar el problema argentino a partir de sus principales exteriorizaciones y pretende reconstruir la génesis de la Cultura del Poder concatenando  influencias procedentes de la cultura incaica, de la colonización hispana, del enciclopedismo europeo, del capitalismo comercial industrial del siglo XVIII y finalmente del torrente migratorio procedente del resto del mundo. Estudia la morfología de la Cultura del Poder que, cristalizada en los albores de la nacionalidad y reciclada permanentemente por los Gobiernos y Elite Política Dirigente al conjuro de una geografía singular y de los avatares del capitalismo mundial, fue la fuerza inmaterial que condicionó, en todos los  tiempos, las estructuras y la dinámica de la vida política, institucional, económica y social argentina. Desde esta visión, sustenta que fueron los Políticos y Elites Dirigentes los que, sirviendo a sus respectivos gobiernos y Factores Reales de Poder, conformaron el instrumento operativo que aquella Cultura utilizó para penetrar y condicionar valores y comportamientos en la esfera de las instituciones del Estado y en la propia vida de los ciudadanos.

El Volumen II, titulado “Ciclos Históricos en el período 1810-2015”, analiza los acontecimientos institucionales, políticos, económicos y sociales más relevantes que sucedieron en el transcurso de cada uno de los cinco Ciclos que integran la historia argentina. Para tales propósitos se identifica como I° Ciclo al período 1810-1860; como II°, al período 1860-1916; como III° al período 1916-1955; como IV° al período 1955-2001 y como V° al período 2001-2015.

El Volumen III se titula “Claves para desentrañar el enigma argentino”. Estudia los mecanismos que posibilitaron el eslabonamiento de los Ciclos y, en lenguaje gráfico y cuantitativo, expone las tendencias de largo plazo que impulsaron su mecánica de articulación temporal. Sobre esta base, identifica Siete Claves Culturales para desentrañar el enigma argentino y en el capítulo final expone una interpretación integral sobre la dinámica de su sociedad en el transcurso de sus 205 años de historia como país independiente.

Por último, el Volumen IV, denominado “Reforma Constitucional y Políticas Prioritarias”, aporta un conjunto de nuevas ideas destinadas a perfeccionar la institucionalidad inclusiva necesaria para potenciar el progreso, el bienestar y la mayor equidad en la sociedad argentina. ¿Quiénes podrán liderar los procesos de reconstrucción del país? La profundidad y complejidad de la crisis Argentina ya eliminó los sueños de que una fuerte personalidad Presidencial pudiera surgir mágicamente para unificar y conducir las energías sociales hacia destinos de progreso colectivo. También agotó los tiempos en que tamaños propósitos pudieran lograrse solo con la buena actuación de Gobernantes y Administradores profesionales. La medular conclusión de esta Obra enfatiza, sin embargo, que los procesos de cambio en un país como Argentina, históricamente condicionado por la férrea hegemonía de una singular Cultura de Poder Conservadora, solo podrán ser detonados por Gobiernos políticamente sustentados en la cristalización y activa participación del Poder Social resultante de la actuación sincrónica de organizaciones representativas de los  trabajadores, de las clases medias y de los sectores pobres y excluidos de la sociedad.

Solo a partir de tales escenarios de seguridad jurídica y  convergencia Social y Política las fuerzas del capitalismo podrán aportar su inmensa creatividad para acelerar la transformación del país asegurando  el progreso, bienestar y la equidad  entre regiones y clases sociales.

 

[1] El estudio comparativo del Poder  en Argentina, Chile y Brasil proporciona claves valiosas para conocer  sus diferencias culturales en términos de génesis y formas de expresión. Abordan este tema, los capítulos VI del Volumen I y XVI del Volumen III.

05 de marzo 2018

LA CULTURA DEL PODER, VOLUMEN IV

Prólogo Volumen IV

El Volumen IV integra 9 capítulos escritos para responder una pregunta medular: ¿Qué Procesos de Cambio Social y Político requiere detonar el país para implementar Políticas Públicas destinadas a potenciar su reconstrucción bajo nuevas normas constitucionales que eliminen los Abusos de Poder, impulsen el progreso y garanticen la equidad e inclusión social en todo el país?

En su análisis, el autor asume, como premisa fundamental, que existe razonable consenso en los sectores mayoritarios de la sociedad respecto a que sus pasadas actitudes de abulia y anomia solo agravaron la situación nacional del país transformando a la Argentina en un país de desarrollo imposible. Asume también que las expresiones de involución económica-social y  degradación institucional que registra la actualidad ya cristalizaron en la conciencia crítica de las mayorías sociales la imperiosa necesidad de organizarse para sustentar políticamente a los nuevos gobernantes y participar activamente en la modelación, gestión y evaluación permanente de sus Políticas Públicas destinadas a la reconstrucción del país. Más aún, asume que este proceso podría haber comenzado con el nuevo Gobierno elegido en Diciembre del 2015 aunque sus indecisiones iniciales y la situación real del país hacia mediados del 2017 generan creciente incertidumbre respecto a sus reales potencialidades de cambio.

A partir de tales percepciones, el autor considera que para resolver los severos problemas acumulados a lo largo de 200 años de historia los nuevos Gobiernos de Argentina requerirán desplazar la tradicional Elite Política Dirigente y comenzar la implementación de un conjunto mínimo de nuevas Políticas Públicas destinadas a iniciar la reconstrucción del país. El Volumen IV fundamenta y caracteriza cada una de las Políticas Prioritarias que el país requiere implementar para iniciar su reconstrucción.

Centra sus proposiciones de cambio en la necesidad de involucrar a la Población para impulsar desde el Congreso de la Nación la Reforma Constitucional que posibilite insertar en su contenido nuevos mecanismos institucionales para eliminar en el futuro los Abusos de Poder que hasta el presente trabaron el progreso del país. El autor enfatiza que la Constitución del país fue sancionada a mediados del siglo XIX cuando su población apenas alcanzaba 1.800.000 habitantes. En aquellos tiempos, sus normas, plenamente compatible con las ideas dominantes en EEUU, Francia e Inglaterra, expresaban el plexo axiológico conservador y liberal propio de las Elites Dirigentes de un país potencialmente rico, poblado de desiertos. En su elaboración ninguna participación relevante tuvieron los representantes  de los pueblos del interior ni los sectores mayoritarios de la sociedad. Desde aquel entonces el país y el mundo experimentaron profundas mutaciones demográficas, económicas, sociales, institucionales y culturales. La actual Argentina registra 43 millones de habitantes y en muy pocos años llegará a los 50 millones. En todo el tiempo transcurrido desde su sanción en 1853 sus Gobernantes nunca decidieron consultar a su pueblo para reformar el plexo axiológico de su Constitución. La Reforma de 1949 fue eliminada por el Gobierno Militar tras el golpe del 55 y la Reforma de 1994 fue, básicamente, expresión de acuerdos entre nomenclaturas partidarias para sustentar mezquinos intereses. Sus avances en materia institucional fueron menores: los más significativos quedaron incumplidos o permanecen empantanados en los barros de la realidad.

Se requiere la Reforma de la Constitución para crear un Nuevo Estado de Responsabilidad Social destinado a frenar la involución del país y construir la Argentina Verdadera en substitución al Estado Liberal que hacia mediados del siglo XIX cristalizó la Argentina Posible. El país no requiere más de Reformas parciales que nada cambian. Requiere sí la creación de un Nuevo Estado que solemnemente reconozca al Poder Social como Poder Soberano de la Nación y especifique, con precisión, roles y responsabilidades, derechos y obligaciones de Gobiernos y Sociedad Civil tanto para eliminar  los Abusos del Poder que en el pasado trabaron el progreso del país como también para avanzar en su reconstrucción integral asegurando su estabilidad institucional como  Republica Federal y Democrática, su progreso material bajo criterios de equidad social-regional y la vigencia plena de condiciones de inclusión y trabajo productivo para todos los ciudadanos que habiten el suelo argentino. Esquemáticamente, la Reforma de la Constitución posibilitará instituir, en la letra y espíritu de la Carta Magna:

  • una nueva configuración del Poder para eliminar, en el futuro, los abusos que impulsaron en el pasado la involución y degradación de la República;
  • los recaudos jurídicos necesarios para impulsar la sanción e implementación de nuevas Políticas Públicas destinadas a impulsar la reconstrucción integral del país, su crecimiento económico y la equidad entre regiones y sectores sociales asegurando su convivencia democrática y eliminando en el futuro toda manifestación de exclusión, pobreza e indigencia.

La Reforma de la Constitución posibilitará, en primer término, perfeccionar el funcionamiento de los Tres Poderes del Estado mediante la permanente supervisión de un Poder Moderador con capacidad institucional de revocación de mandatos de representación. En segundo lugar, la Reforma permitirá modificar su texto normativo o insertar nuevos contenidos para que los sucesivos gobiernos puedan formular e implementar – sin impedimentos de naturaleza jurídica – sus políticas públicas destinadas a materializar en el tiempo los siguientes objetivos: Modernizar y Racionalizar la acción del Estado; Instituir un nuevo sistema de democracia participativa que al funcionar de forma simultánea con el actual sistema representativo posibilite su permanente control y perfeccionamiento;; Descentralizar el funcionamiento del Estado mediante la formación de macroregiones y microrregiones para fortalecer la administración en los gobiernos provinciales y municipales, respectivamente; Reducir las magnitudes del Gasto Público y bajar significativamente la presión fiscal sobre las empresas; Instituir políticas tributarias específicas para eliminar la evasión y elusión fiscal; Instituir una nueva tributación anual sobre ApRequerir de los sectores ultra minoritarios de la población que concentran niveles extremos de riqueza e ingresos, en carácter de contribución solidaria, aportes monetarios equivalentes al 2% y 5 % de sobre sus rentas anuales para la formación de un Fondo Nacional de Solidaridad a ser administrado básicamente por el Sector Privado – con la cooperación del  Gobierno – destinado a financiar la masiva creación de empleos productivos en mercados sociales a organizarse al  interior de las provincias; Estabilizar la macroeconomía en su dimensión real y monetaria insertando en la Constitución normas específicas para regular su funcionamiento; Regular el funcionamiento sincrónico de tres formas de organización de la Economía (Pública, Privada y Social-Comunitaria); Instituir un nuevo Sistema Monetario y Cambiario con una segunda moneda de valor constante como unidad de cuenta y referencia temporal; Regular la participación del capital, nacional y extranjero, bajo normas especiales de incentivos y seguridad jurídica, para expandir su radicación en todo el territorio nacional; Diversificar las estructuras productivas del país promoviendo la modernización de las Economías Industrial y de Servicios mediante masiva incorporación de la tecno-ciencia para ganar productividad y competitividad internacional; Perfeccionar los sistemas de propiedad y arrendamientos de tierras promoviendo nuevas Políticas de Colonización Rurbana; Modernizar y Racionalizar los sistemas de distribución y abastecimientos alimentarios; Asegurar la redistribución de ingresos entre los perceptores de rentas provenientes del capital y del trabajo; Reformar el Sindicalismo asegurando su democratización y modernización de la legislación socio-laboral; Garantizar la responsabilidad del Estado en la Programación, Control, Evaluación y Cofinanciamiento de los Servicios Públicos esenciales para  beneficio de toda la población (agua, saneamiento básico, salud, previsión social,  vivienda social); sancionar nueva legislación regulatoria en materia de propiedad de los recursos naturales del subsuelo y control del medio ambiente; Instituir un nuevo Sistema Nacional de Leyes de Coparticipación para transformar el Federalismo Fiscal en potente mecanismo para impulsar el progreso económico del país y democratizar las relaciones entre Gobierno Nacional y Gobiernos Provinciales; promover la activa participación  del país en la conformación de nuevos esquemas regionales de integración para impulsar su inserción en la economía mundial.

Para acelerar en toda la sociedad la cristalización de su conciencia crítica sobre la urgente necesidad de proceder a la sanción de una nueva Constitución será preciso que los    Gobiernos Nacional y Provinciales, los Partidos Políticos, los Sindicatos, las Entidades Empresarias, las Organizaciones Profesionales y Vecinales, la Academia, las Universidades y las Entidades de la Cultura decidan movilizarse para discutir y elaborar consensos sobre  nuevas políticas públicas destinadas a regir la vida de una sociedad decidida a eliminar en el futuro los Abusos de Poder cometidos desde las instituciones de la República y toda manifestación de pobreza e indigencia, impulsando el progreso y bienestar para la digna convivencia armónica de 50 – 60 millones de  argentinos. La Obra que ahora se presenta, preserva la íntima esperanza de que sus ideas y reflexiones puedan servir para que Gobiernos y Sociedad puedan cincelar sus aspiraciones y dar formas jurídicas definitivas a tan nobles propósitos.

 

Para aportar respuestas convincentes el Autor concentró sus reflexiones en torno a la dinámica global del sistema capitalista y, particularmente, sobre los procesos de cambio social y político que, con variable intensidad, acontecieron  en diversas regiones del mundo tras el doble propósito de reducir las consecuencias sociales negativas de aquel sistema y potenciar el funcionamiento de sus  mecanismos más virtuosos para asegurar el crecimiento acelerado de la riqueza material y el bienestar de sus poblaciones. Los casos más emblemáticos que guiaron los estudios fueron los procesos de cambio que acontecieron en los países de la Europa Nórdica, Europa Central, EEUU, Canadá, Unión Soviética, China, Brasil, México, Chile y Colombia. Las enseñanzas más fecundas que resultan de aquellas experiencias permitieron sustentar las siguientes conclusiones: