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La última batalla

Esta es la microficción seleccionada en la antología mexicana Resonancias

LA ÚLTIMA BATALLA

– ¡Los tenemos rodeados!, gritó el policía más viejo con una voz que sacudió hasta las hojas de los pocos árboles tras los que se ocultaban. En ese descampado de tierra y orines era el único lugar donde pudieron parapetarse.

Miró a Juan. Temblaba. Ella en cambio estaba tranquila. Tiene veintidós años y ha vivido demasiado rápido. Son cinco hermanos. Ella es la mayor.

No quiere la vida de la madre. Trabajando desde la madrugada hasta el anochecer. Cansancio y sueldo mísero. El padre desapareció hace años. Mejor. Siempre borracho y gritando. Juan es diferente. La madre no lo soporta, dice que la llevó por mal camino. Es el único camino si quieres salir de esta vida de mierda, le grita a la madre, con odio.

  • ¡Qué esperan! Se nos acaba la paciencia. Otra vez el vozarrón del policía.

Ella ve que Juan tira la pistola y sale con los brazos en alto. Noooooooooo, le grita, no te rindas, pero él se da vuelta y la mira con los ojos más tristes que ella vio en su vida y sigue caminando hacia los autos de policía que iluminan de azul la noche caliente. Entonces sale y toma la pistola de Juan y dispara como alucinada. Cuando cae acribillada en esa tierra de orines su mirada no está en paz, aún conserva el fuego y la ira. 

Mireya Keller

RESONANCIAS

Resonancias es una Antología, bajo la dirección de Gloria Ramírez y Fernando Sánchez Clelo, que reúne una selección de mujeres minificcionistas de América Latina. Editada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en 2019, y presentada en la Feria del libro de México 2019. Consta de 69 textos entre los que se encuentra el de Mireya Keller, «La última batalla».

Esta minificción la puedes leer en la sección Producción Literaria, Microficción .

Nueva publicación de Editorial Piso 12

Nuevo libro de la autora Beatroa Aloé de Microrrelatos,  editado  por nuestra Editorial. Beatriz es Profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires y ha coordinado Talleres de lectura y escritura desde 1980. Ha obtenido numerosos premios tanto en cuentos como en Novela, entre ellos en 2006 tuvo la Primera Mención por su novela la Lectora Indómita, en  el Premio Clarín  de Novela, teniendo como jurados a José Saramago, Rosa Montero y Eduardo Belgrano Rawson. Es el segundo libro que  publica con nuestra Editorial . El anterior fue también un libro de cuentos: Breverías. Este nuevo libro, Breverías II cuenta con una contratapa de la escritora Teresita Matienzo.

¿Tuiteratura?

¿Realmente existe? ¿Es la literatura del futuro? ¿O es un nuevo invento de este tiempo acelerado en el que vivimos, en el que  la tecnología adelanta los relojes, y tal vez por esa misma desesperación de la velocidad, un mero instrumento, por interesante que sea,  se transforma en un “arte nuevo”? Sería absurdo despreciar la ansiedad con la que la tecnología se apodera de nuestras vidas. Es útil para infinidad de cosas. ¿Lo es para la literatura? ¿No estaremos transformando la forma en la esencia? ¿El despliegue de la escritura en meros caracteres?

Mi formación en filosofía quizás hace que tenga muchas preguntas y pocas respuestas. Tampoco respecto a este tema es la excepción: no tengo  respuesta. Pero me llamó profundamente la atención este artículo, muy “a la moda”, y surgieron espontáneas las preguntas que ya estaban seguramente en  mi mente, más aún después de subir recién a la red el anuncio de la obra en cuatro volúmenes de Manuel Figueroa, La Cultura del Poder, casi 2000 páginas, producto de al menos 10 años de lecturas, historia, escritura, persistencia, dedicación, esfuerzo, correcciones de texto, las incontables veces que fuera necesario, hasta concretar el objetivo, que en este caso es sobre un tema puntual, no precisamente literatura. Y a la vez también me impactó esta idea de “tuiteratura” ¿del futuro?, porque justo estoy leyendo, con un deleite ya casi  perdido, el último libro de Paul Auster, 4321, el que dicen le llevó 7 años de trabajo y casi 1000 páginas, (aun no lo termino). Reconozco haberlo visto  en las librerías con cierto temor y hasta rechazo, (yo soy parte de este mundo acelerado), y preguntarme  por qué, para qué escribir tanto, un libro que no se puede llevar de viaje, pesa y ocupa demasiado espacio en una  maleta, tampoco puede llevarse a un consultorio médico ni al dentista, no entra en una cartera, y ¡Horror!!, no se puede leer en internet ni enviárselo a un amigo por mail, y seguramente voy a demorar mucho “tiempo” en terminarlo. Gracias a mi amiga Ana, loca linda, que tuvo el coraje de regalármelo para mi último cumpleaños, puedo volver a disfrutar de, ¿la literatura?

No quiero decir con esto que mientras más  páginas tiene un libro es mejor, o que es la única literatura reconocible como tal, no, sería una reducción burda y simplista, podría también un enorme volumen ser un desastre y un tuiter hasta genial.  Este artículo sobre la “tuiteratura”  está debidamente sostenido por referentes nacionales e internacionales que defienden a capa y espada (disculpen el anacronismo) este tipo singular y brevísimo de escritura, incluso la consideran ¨”vanguardista”. ¿No será más bien “inmediatista”? ¿Pasatista? Por supuesto que su lectura requiere de menor tiempo. Eso, el tiempo, que parece escabullirse cada vez más rápido por rendijas abiertas quizás ya imposibles de cerrar. Pero así como una playa no es el puñado de arena que tomo y se escurre con rapidez entre mis dedos, son necesarias innumerables capas y sucesiones de arena que antes fueron roca, montaña, o mar, o lago y “el tiempo” las fue transformando, con lentitud, para que hoy al mirarla podamos decir “playa”, y si es una “hermosa playa”, gozar con plenitud de su belleza, ¿podemos nombrar “literatura”  a un imprevisto y breve estallido de ingenio (en el mejor de los casos),  o ironía, o burla, o quién sabe qué, prisionero de 140  caracteres? ¿Dónde quedaron los mundos imaginarios e imaginados, los lugares, paisajes, espacios, historias, sueños, los diferentes personajes que terminamos amando u  odiando? ¿O es que tendremos que contentarnos con este final del artículo? :

“Alex Aciman plantea que la lectura de una novela no puede reemplazarse por 20 tuits, pero se explaya en su punto de vista: «Nunca nadie va a poder decir ‘entendí el Infierno de Dante’ después de leer nuestro libro, pero desafortunadamente hay gente que nunca leerá Proust ni Joyce. Quizá nuestro libro puede darles una pequeña fracción de la novela. En definitiva, es mejor haber leído apenas eso que no haberlo hecho».

Mireya Keller

Tuiteratura: ¿una provocación o el futuro de la literatura?

Se puede versionar La metamorfosis de Kafka en 20 tuits? Así empieza: «Parece que me he transformado en un gran error. ¿Le ha pasado esto a alguno de ustedes? Sin solución en la Web». Es parte del libro Twitterature, que en 2009 escribieron dos estudiantes de la Universidad de Chicago, Emmet Rensin y Alexander Aciman, donde condensaron clásicos de la literatura en no más de 20 tuits. Y decidieron que el humor era una herramienta fundamental.

La hiperbrevedad de los relatos no es ninguna novedad. Maestros como Augusto Monterroso y Juan José Arreola construyeron a través de la concisión y la elipsis grandes textos. Sin embargo, en los últimos años empezó a desparramarse como un virus la tentación de escribir en Twitter, donde la limitación de caracteres obliga a renovar las formas de narrar e imanta la creatividad. Contar, por ejemplo, una novela extensa publicada en 1851 como Moby Dick, de Melville, reversionada en 20 tuits.

En Francia, el profesor Jean-Yves Fréchette y el periodista Jean-Michel Le Blanc fundaron el Instituto de Tuiteratura Comparada, donde se recopila información de los trabajos de diferentes tuiteros, así como una gran diversidad de actividades, materiales y recursos. Incluso hay un manifiesto que comienza así: «La tuiteratura está en lo tachado, es el trino del canto del gallo. Algunos se jactan del verso alejandrino, otros juegan al taladro neumático». Recuerdan a las vanguardias literarias de principio del siglo pasado, del dadaísmo al estridentismo, que con desparpajo provocaban la solemnidad del modernismo latinoamericano, o de la anquilosada literatura europea. Finalmente, la palabra Twitter significa gorjeo, el sonido crepuscular que hacen los pájaros en medio de las bandadas.

Por ejemplo, en El Gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald, los autores de tuiteratura describen así a su protagonista: «Gatsby es tan emo. ¿Quién llora por su novia mientras desayuna… en la pileta?». Como si el centro de la novela fuera la gracia, reírse y hacer reír, cambiar el sentido con el que fue leído ese texto durante tantas décadas. O en un tuit de Esperando a Godot, la pieza teatral de Beckett, escribieron: «Todavía esperando. Tratando de no pensar acerca de esta horrible y frustrante situación metafórica en la que nos hallamos».

En el vértigo de la red social del pajarito, todo pasa aunque se haga un libro después. En relación con esto, Pablo Maurette, docente de Literatura Comparada en la Universidad de Chicago, quien convocó la movida que actualmente lee la Divina Comedia en Twitter, cuenta que le propusieron hacer un libro con eso. «Me preguntaron si iba a editar, pero para mí la tuiteratura es algo que no necesita salir de lo que es, funciona así. Un libro jamás podría hacer lo que hace Twitter porque este ya es un espacio con reglas definidas que no necesita otras».

El hashtag #Dante2018 generó mucho más revuelo del que Maurette esperaba porque ya lo había intentado otras veces y no había pasado demasiado. Después de la enorme repercusión que tuvo esta vez, ahora reflexiona sobre las razones que pudieran llegar a explicarlo: «Funcionó muy bien en la comunidad tuitera desde un principio, con muchas conversaciones, interacciones, heterogeneidad en las imágenes, videos y canciones que enriquecieron mucho el fenómeno», describe. Además, «todos los usuarios comparten mensajes en distintos registros lingüísticos -desde eruditos hasta campechanos-, algunos hacen chistes y otros discuten muy seriamente, y todo circula en el mismo espacio», cierra.

Aunque la brevedad de la tuiteratura se puede vincular con el haiku, el aforismo, el cadáver exquisito surrealista y la literatura potencial del grupo Oulipo, no es la extensión su cualidad esencial, porque no es estrictamente novedosa, sino el proceso de recepción con el dinamismo que ello implica. Raúl Brasca, autor de microficciones, da su punto de vista. «Para lograr textos de calidad en un espacio tan limitado, la elipsis es fundamental porque los vuelve sugerentes y polisémicos», detalla el jurado de un concurso realizado por Twitter en la Feria del Libro de Buenos Aires. «Es el género ideal para contar al hombre de nuestra época, por nuestra forma acelerada de vivir». ¿Por qué no pensar que una plataforma como Twitter puede cambiar nuestra forma de leer literatura, no solo la que allí se escribe, sino toda aquella que ya ha sido escrita? «En ese concurso -recuerda Brasca- había algunos textos sobresalientes».

Con otro punto de vista, Alex Aciman plantea que la lectura de una novela no puede reemplazarse por 20 tuits, pero se explaya en su punto de vista: «Nunca nadie va a poder decir ‘entendí el Infierno de Dante’ después de leer nuestro libro, pero desafortunadamente hay gente que nunca leerá Proust ni Joyce. Quizá nuestro libro puede darles una pequeña fracción de la novela. En definitiva, es mejor haber leído apenas eso que no haberlo hecho».

Por: Juan Pablo Bonino

 

 

PRESENTACIÓN DE LA NOVELA DE MIREYA KELLER EN ARGENTINA

 

La Fundación Victoria Ocampo invita a Ud. a la presentación del libro Mujeres del mundo de Mireya Keller.

Mujeres del mundo relata la vida de tres mujeres, tres generaciones de la misma familia, que van enhebrando sus vidas de absoluta ficción con las historias reales de dos grandes “mujeres del mundo”, Victoria Ocampo y Gabriela Mistral, quienes se profesaron una profunda y larga amistad, a pesar de ser ésta una faceta poco conocida de las dos. A  través de esta relación, la novela marca el trasfondo cultural  de sus respectivos países, Argentina y Chile.

Vino de honor

Miércoles 14 de junio de 2017 a las 19.00 hs. Asociación Biblioteca de Mujeres Marcelo T. de Alvear 1155 – C. A. B. A.

 

 

 

 

 

Poemas de Eduardo Escalante

Esa otra longitud

 

girando sobre mí mismo, en este tiempo,

en ese tiempo. ecos llegan con gritos y silencios.

se meten en mis venas, pronunciando lo comprensible

y lo incomprensible. susurro de dolores y hastíos. cada

uno con su comienzo y fin o fin y comienzo.

Las cornisas son testigos de mis desvaríos y esperas,

conocen de las ondulaciones de mis pupilas,

saben del agua que se descarrió un junio a las nueve de la noche,

al otro día terminé en una jaula pegando palabras en la pared.

Mi mano atrapa al universo, lo envuelve en su solemnidad, lo deposita en un rincón. Saltan ratas

o lobos o cuervos o serpientes. No pueden sacarse

sus vestiduras ambivalentes. Los invito a tomar té

en la palma de mi mano. todos levantan la mano

me preguntan por mi nombre. no respondo,

juegan a la casualidad o la coincidencia. Y así,

hasta su infinito. Acá no importa si lo que veo es

lo que es. no hay relojes, hay baúles, y nadie muere.

El agua juega con la colina y se alegra con mi turbulencia.

Es otra la longitud de este lado.

 

Mirada

 

Me gusta

ese tu instante de inexactitud,

cuando miras por la ventana,

como queriendo tomar el horizonte

con tus ojos formando

una línea agotada

por el tiempo.

Y yo al lado

tratando de limpiar el vidrio

 

 

Cuento corto de Raúl Borchardt

NI LOCA

     ¿Dejarme a merced de la sirvienta? Jamás. Jamás de los jamases.

¿Para qué tengo marido? Total que se va a jugar al golf, y si llueve se arma un partido de póker. ¿Solo para eso dispongo de marido?

Ni se le ocurre brindarme un poco de compañía. Siempre surge algo más urgente. Si no es un trámite bancario hay un vencimiento que no admite dilaciones. ¡Y a mí que me parta un rayo!

Y la paraguaya esta que lo único que sabe hacer es hablar a los gritos. Como si yo estuviese sorda.

Los hijos brillan por su ausencia. Una dio a luz con dolor, con dolor de verdad, porque en aquellos tiempos no había epidural ni cosa parecida. Y total para qué, si ellos siempre tienen algo más importante que hacer. Se acuerdan, con suerte, el día del cumpleaños y ese día de la madre inventado por los comerciantes.

La chica me tiene harta con tantas indicaciones. Que es la hora de la pastillita, que se me va a enfriar la sopa, que no le como suficiente. Ni que me hubiese convertido en una criatura de pecho.

A las nueras ni hace falta nombrarlas. Refugiadas detrás de bebés, pañales, pediatras, guarderías, reuniones escolares. No les sobra tiempo ni para un llamado telefónico.

Que me tengo que mover. Que salga a caminar insiste el médico. Sola no me animo, y acompañada por la doméstica es un papelón. Yo por la calle con una mucama. ¿Se lo pueden imaginar? Antes muerta.

Mi marido perdió interés por el cine. A mí me entretenía. Tendrían que conseguirme una compañera presentable, algo así como una dama de compañía. Alguien con quien poder mostrarme en público. Porque esta sirvienta que tenemos, cuando llega el fin de semana y decide arreglarse queda hecha un clown. Toda pintarrajeada y la ropa colorinche a más no poder. Así es imposible.

Yo que fui educada primorosamente por monjas francesas venir a terminar junto a esta mujer chillona e iletrada. ¡Quién lo hubiese pensado!

Este es mi ultimátum. Me tienen que encontrar una solución. De lo contrario me quedo en la cama todo el santo día. En camisón como dios manda. A ellos y a la mucama que los parta un rayo.

Raúl Borchardt