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El funámbulo

El pájaro que vuela entre las nubes, camina. El hombre que camina entre las nubes, vuela. El viento y la gravedad forman el sendero invisible que permite atravesar el precipicio. Los músculos son un juego de cartas afiladas que adivinan el paso cierto, el futuro inmediato. Por ahora el cuerpo se prolonga en la cuerda que lo sostiene. Cuando llegue al otro lado, el hombre sonreirá, primero como pájaro, después como hombre. Su sonrisa de pájaro dirá: no es nada, no hice nada. Su sonrisa de hombre se asomará orgullosa al vértigo de la proeza. ¿Llegará? Un pájaro camina sobre el asfalto: juega a saltar como si no tuviera alas. No sabe por qué todos miran hacia arriba. Después, se cansa: vuelve a ser un pájaro que camina entre las nubes. El funámbulo le guiña su ojo atávico, mitad halcón, mitad pez; y su pie se despega de la soga para dar otro paso en el aire… Está a cien metros de altura, justo en el medio de su travesía. La cuerda se prolonga en el cuerpo que la sostiene, respiran juntos, vibran juntos, avanzan sobre una ciudad sin nombre. Cada paso es el último y el primero.