Mi abuela le repetía a mi padre que él era un bebé de pecho cuando su hermano mayor se arrojó a las vías. Por el dolor de un amor impedido, mi tío abuelo ya no quiso vivir. Ella no pudo con la muerte de su hermano y dejó de amamantar a ese bebé recién nacido que aún no era mi padre. Por qué razón le repetiría mi abuela esa historia de haberlo apartado, de haberle quitado la mama para amar; una historia que, así de repetida, es como el recuerdo de caer al vacío sin volver, con la velocidad de esa bala que mi padre se disparó en la boca, poco tiempo después de convertirse en abuelo.