Intuición
Nunca me dijiste tu nombre
pero yo lo sabía.
Habitabas en los crujidos de mi especie
en la fantasía demencial de algún sueño,
en el olvido de ciertas palabras.
Yo lo sabía.
Empecé a deletrearlo
en las entrañas de mi pensamiento,
a moldearlo
como a una vieja arcilla
sin manos, sin sentido.
Y de pronto
te hiciste tangible
en medio de un silencio,
en un espacio tan tuyo
que no pude recuperar.
Y ya no soy la que era antes
del paso de tu nombre.
Sólo un concepto
suspendido entre dos nubes
de esas que, al atardecer,
se acoplan en el horizonte.
Allí estás
sin figura, sin voz,
pero íntegro
y yo, como siempre
no puedo tocarte.
El vacío es todo lo que tengo
sin tenerte.
El silencio es todo lo que queda
¡y es tanto!