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María Cristina Chiama sobre «cuerpos en tránsito»

Zulma Fraga: escritura y cuerpos transitando una pesadilla

Esta lectura no pretende agotar todos los posibles recorridos que pueden emprenderse en torno a cuerpos en tránsito [1] de  Zulma Fraga[2] . Se trata de mi primer acercamiento a este poemario sorprendente.

He seleccionado este libro dentro de la obra poética publicada por su autora por el carácter testimonial que lo impregna. El contexto político/social, de la primera década del siglo XXI,  el de plena era de la globalización y de la consolidación de los discursos neoliberales, registra una mayor intolerancia hacia las diferencias culturales, religiosas, de género y étnicas, donde la exclusión y marginalidad abarcan a mayores sectores de la sociedad. La expresión de la subjetividad es cada vez más negada y todo parece despersonalizarse individual y colectivamente. El reto está planteado. Es necesario dar respuesta a los silencios, examinar los discursos sobre el matrimonio, la maternidad, el cuerpo femenino, el espacio íntimo y el espacio público, en la construcción de una subjetividad enfrentada a nuevas formas de relación social. Urge estimular una conciencia de la otredad para afirmar  nuestra identidad como mujeres.

Los poemas mutilados de cuerpos en tránsito dan testimonio de la fractura personal y social desde un discurso a su vez fracturado por la irrupción de asociaciones semánticas inusitadas, plasmadas en una sintaxis gramatical cuyas leyes han sido suspendidas temporariamente, en favor de que la experiencia del dolor en los cuerpos, fluya como un fluir de la conciencia.

31

es jueves

(6 de abril a la noche)

el sábado

debería

ponerme un revólver

y disparar

no puedo con

(el dolor/la

soledad)

ni siquiera tengo

revólver

Una tapa y  33 poemas para dar cuenta de la pesadilla

Un yo lírico transita por un mundo fantasmal que nos trae reminiscencias del ambiente de Comala en Pedro Páramo de Juan Rulfo pero, en este caso los cuerpos que deberían estar en la tumba nos hablan desde una poesía fragmentada y fragmentaria.

Ya desde el paratexto tapa[3] el libro anuncia esta característica: dar la parte por el todo, la metonimia de lo que circula por la subjetividad femenina, el cuerpo femenino en partes, vejado, malherido. La tapa juega a modo de tejido previo al definitivo de la obra y en una suerte de metonimia que va a unificar todo el corpus: la reconstrucción del rompecabezas en que se ha convertido el cuerpo femenino.

La dedicatoria de la autora nos ancla en una pérdida dolorosa: el hermano Rinaldo, “el primero de nosotros en otro tránsito”. Entonces tapa y dedicatoria nos resuelven en un mundo fantasmal, de muerte ¿de cuerpos en tránsito? Pero yo lectora ¿cómo lo hago, cómo transito este poemario recibido por correo postal, que no se vende en el mercado pero he sido elegida para recibirlo? Algo debo arbitrar para leerlo con el “menor dolor posible” me animaría a decir yo desde el lugar de la lectura.

El cuerpo femenino está herido y transita por sus muertos. Leo en 24:

andan / mis muertos

ellos

los queridos

de espaldas por el mundo

La muerte como tránsito, el hermano mayor del ¿yo lírico?/Zulma Fraga (Roland Barthes iluminó a mi generación pero eso de la muerte del autor, no me cuaja demasiado) que ha dedicado el poemario a Rinaldo, le escribe el último poema. Pienso de pronto: y leo el último poema, el 33.

“ese que va a morirse

es el hermano mayor

anda por ahí

la única hermana

adulta

 

tan niñita

Y el cuerpo no es adulta ni niña ante la muerte que lo vulnera ventajosamente con todas la cartas en la mano. En este último paso se cierra el poemario con el 33 que no nos deja sin aliento pero con cicatrices en el texto 20.

se cortó el pelo al ras

con las tijeras del jardín

afeitado el cuerpo entero

era toda piel suavísima

 

y

cicatrices

Transcurrir es acicalarse y diezmarse para no dejar rastros femeninos. Y esos rastros son cicatrices. Que hablan de

“cierra una puerta

a sus espaldas

y una mujer llora

creo seguirá

¿cerrando?

él tantas puertas”

en el texto 22.

Con solo decir cicatrices, se dispara la mirada al alma y el cuerpo. Pero no, en cuerpos en tránsito no existe la tradicional separación entre cuerpo y alma, carne y espíritu. Es mucho más fuerte el devenir de cuerpos enteros con el portazo en la cara. Mucho más rotundo el desmoronamiento en el texto 23:

la niña cuya vida

se desmorona

espera ser algún día

igual al perro

Y cuánta mordedura en los cuerpos, no sólo el portazo, ahora la vida ¿Qué hay detrás de la niña? Un abanico de posibilidades: golpes, humillaciones, violación, hambre, analfabetismo, mordedura del aire caliente en el poema.

Huyo al poema 26

esta madre

pero con ese padre

 

¿me obliga?

 

todo el tiempo

a la disculpa

 

hay como una

vergüenza

que se chorrea y

¿me ensucia?

El “esta” se diferencia de “ese”. El  primero es cercano. El segundo aleja. Pero no la vergüenza. Y reaparece siempre la dura escisión en el cuerpo (y en el alma) ¿Qué se ensucia? ¿Su conciencia, el alma? No, es indudable que esta otra niña ve su vida desmoronarse como tantas. Y para cubrir mi vergüenza, en el  texto 28 leo.

por un rato fue

flor

sobre el pavimento

los ojos en el cielo

de la mañana radiante

de febrero

con su pelo naranja

y la blusa turquesa

 

después

la cubrieron

con una bolsa negra

|La contraposición casi aniñada del yo lírico, casi esperada entre términos como flor, colores naranja y turquesa y la temible bolsa negra, descoloca la lectura que parecía reparadora a pesar del “por un rato”. Ese respiro es apenas perceptible en esta necesidad de aire. Me doy casi por vencida ante tanta abuso del sentido de la realidad. Y leo otros golpes en las sombras de este poemario tan único. Me disparan con:

hay tanto miedo

 

espero

con un cuchillo al alcance

en el texto 6; me corro para atrás, para el 4

¿soy la asesina?

con el hacha

con esta enorme cuchilla

afiladísima?

 

Y retrocedo ¿Este ir y venir responde a alguna lógica? no creo, esto es ejercer puro calidoscopio. Y me topo con que en 2

he dejado a

mi muerto

envuelto en una alfombra

¿Puede sospecharse que los poemas sean exacerbación de misandría? Veamos. Si continúo mi  tránsito, en los textos fluyen imágenes contrapuestas:

los hombres que hoy

tendrían que estarnos

amando

yacen dinamitados

en el fondo del río

 

hemos elegido tan

mal

hermanita

en el texto 7.

No, no hay tal cosa. Ese “hermanita”, diminutivo que convoca a la confidencia dice que los que no están- en concreta alusión a la represión del Terrorismo de Estado- son los que nos hubiesen amado. La lucha por la justicia social fracasó, de ahí la tragedia del cuerpo femenino en manos de la dictadura del mercado del neoliberalismo triunfador. Por muchas razones afirmo esto: la escritura de Zulma Fraga y su vida se hallan profundamente vinculadas con la lucha por los derechos humanos, por guarecer la memoria de imperdonables olvidos y generar acciones de justicia en contra del maltrato de cualquier índole y en este caso, el de cuerpos en tránsito, se aborda como devenir aparentemente caótico para afirmar el maltrato instituido hacia lo femenino. Tan instituido está que hasta les desaparecieron a quienes deberían estar amándolas. Hay ironía en ese hemos elegido tan mal: el yo lírico sabe que eligieron lo mejor y lo resguarda con esta luz de precaución:

la edad madura inspector

es peligrosa para los cristianos

esta es mi casa y mis plantas

ves

qué bonitas están

 

la guerra ha terminado

y no hay por qué

estar ebrio

todo el día

El cuerpo femenino está herido. Transita dolorido, desgajado. Por ello deslumbra el poema 32 que tan ajustadito dice sobre la violencia de género tan cotidiana en nuestro entorno[4]

ella terminó

colgada de un gancho

 

(hoy va a esparcirse mucha basura)

 

¿qué importa una prostituta  muerta?

¿una mujer en un aborto?

¿una mujer promiscua?

 

qué importa una mujer muerta

 

ni siquiera tenía quién

la enterrara

 

bridemos por ella

No es inarmonía caprichosa lo que signa el programa impertinente de cuerpos en tránsito; un contexto de pesadilla nutre a un yo que defiende y rescata su identidad, para así rescatar con otros/as, en su historia, en los afectos un universo menos violento y peligroso. Para ello Zulma Fraga, la autora, utiliza la fuerte ironía del brindemos por ella final del poema 32 y así desacraliza descaradamente una moral social cuajada de la hipocresía del “por algo será”. En todo el poemario se suspenden reglas normativa del código lingüístico (uso de mayúsculas y signos de puntuación respetando la normativa vigente) Una sintaxis mutilada produce un discurso inconcluso pero elocuente, plagado de expresiones que juegan al espejo con las cicatrices que sufre el yo lírico en un estado de discriminación y violencia. El uso directo del lenguaje se  subvierte en imágenes desintegradoras para  dejar testimonio de desconcierto ante la quiebra de los resortes solidarios en la vida cotidiana, en la propia vivienda donde pareciera que solo se  convive y duerme con el enemigo que revierte el rito del llanto ante la muerte por el de un brindis: brindemos por ella.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía

Barthes, Roland. (1987) “La muerte de un autor”. El susurro del lenguaje. Barcelona. Paidós

Castellanos, Rosario, (2005) Sobre cultura femenina. México. Fondo de Cultura Económica

Cixous, Hélène. (1995) La risa de Medusa: Ensayos sobre la escritura. Editorial Anthropos

Foucault, Michel (1999) ¿Qué es un autor? Entre filosofía y literatura. Obras esenciales I. Barcelona. Paidós

Fraga, Zulma. (2012) cuerpos en tránsito. Bs.As. Piso 12ediciones

Ludmer, Josefina, (1996) Mujeres que matan. En Revista iberoamericana, ISSN 0034-9631, Nº. 176-177, 1996 (Ejemplar dedicado a: Crítica cultural y teoría literaria latinoamericanas), págs. 781-797

 

[1]  Zulma Fraga, cuerpos en tránsito, Piso 12ediciones, 2012. Bs. As.

2 Zulma Fraga nació en Realicó, La Pampa, pero vive y trabaja en Buenos Aires, Argentina. Publicó Relatos del Piso 12, cuentos; Marginales, relatos breves; el músico y Angelita, novela; cuerpos en tránsito, poesía; Subirse al micro, microrrelatos. Ha sido incluida en diferentes publicaciones del país y el extranjero y en las Antología Relatos para Sallent, Sallent de Gállego, España. Grageas. Antología de 100 cuentos breves de todo el mundo, Buenos Aires, Argentina. Cielo de Relámpagos, antología de microficciones de autores latinoamericanos, Neuquén, Argentina. V y VI Encuentro Nacional de Narrativa, Bialet Massé, Córdoba, Argentina, 2009 y 2010, ¡Basta!, cien mujeres contra la violencia de género. Ha participado en distintas actividades multimedia con poesía y narrativa y ha recibido premios por su obra en el país y el extranjero. Condujo desde 1996 hasta 2007 el programa radial Contextos y es codirectora de Editorial Piso12. En ibuk.com.ar/f_fraga_cuerpos_en_transito.html[2]

[3]  En tapa: Johan Heinrich Füsslí, La pesadilla (fragmento). Diseño de tapa e interior: Schavelzon/Ludueña. El pintor hizo varias versiones sobre el tema, siendo la más famosa la de 1781, perteneciente al Institute of Arts de Detroit. Es una de las obras más emblemáticas de este pintor, que refleja además los temas preferidos a lo largo de su obra: satanismo, horror, miedo, soledad, erotismo. Füsslí recrea en esta obra un mundo nocturno y teatral, con fuertes contrastes lumínicos, que inspirará toda la imaginería satánica del siglo XIX. Su título en alemán, Nachtmahr, era el nombre del caballo de Mefistófeles.

[4]“…En 2013, en la Argentina, 295 mujeres y niñas fueron asesinadas por el hecho de ser mujeres, de acuerdo con el registro que lleva adelante el Observatorio de Femicidios en la Argentina de la Casa del Encuentro. La cifra fue un 15 por ciento mayor que el año 2012. En el 63 por ciento de los casos, los femicidios fueron perpetrados por el esposo, el novio, un amante o la ex pareja de la víctima.» Mariana Carabajal en Página 12, 2 de marzo de 2014.