Beatriz Minichillo
LA VECINA FANTASMA |
Se había mudado hace un año. Jamás habló con ningún vecino de los departamentos contiguos. Jamás abrió más de 30 centímetros el ventanal del lavadero. Jamás nadie vio que tendiera ropa ni limpiara ni hiciera lo usual en esos casos. Alguien dijo que iba a hacer las compras al mediodía. Estaba casada pero su marido no fue visto por nadie hasta que murió de madrugada sin que pudiera corroborarse. Sólo un ruido extraño en el palier del edificio.
Un día cualquiera un familiar, su hija supuestamente, abrió la puerta, entró y salió sola. Y cuando preguntaron, ella dijo “¿mi mamá? No, murió hace diez años y mi papá hace veinte. Aquí nunca vivió nadie. Tenemos el inmueble sólo como inversión”. Pero el ventanal del lavadero siguió abriéndose cada mañana treinta centímetros y cerrándose por la noche.
AMORES
Ella le decía siempre que era el mejor hombre que había conocido, que no habría otro en su vida, que hacía quince años que, con él, había encontrado lo que siempre esperó.
Él no cesaba de repetir las palabras de su mujer y también le decía que en su existencia no había lugar para otra. Por eso no sintió ningún remordimiento cuando conoció a Enrique y se fue a vivir con él. Eso sí, como era un tipo ordenado, le pidió el divorcio a Ángela y se casó con Enrique, con libreta y todo.