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Poemas de Eduardo Escalante

Esa otra longitud

 

girando sobre mí mismo, en este tiempo,

en ese tiempo. ecos llegan con gritos y silencios.

se meten en mis venas, pronunciando lo comprensible

y lo incomprensible. susurro de dolores y hastíos. cada

uno con su comienzo y fin o fin y comienzo.

Las cornisas son testigos de mis desvaríos y esperas,

conocen de las ondulaciones de mis pupilas,

saben del agua que se descarrió un junio a las nueve de la noche,

al otro día terminé en una jaula pegando palabras en la pared.

Mi mano atrapa al universo, lo envuelve en su solemnidad, lo deposita en un rincón. Saltan ratas

o lobos o cuervos o serpientes. No pueden sacarse

sus vestiduras ambivalentes. Los invito a tomar té

en la palma de mi mano. todos levantan la mano

me preguntan por mi nombre. no respondo,

juegan a la casualidad o la coincidencia. Y así,

hasta su infinito. Acá no importa si lo que veo es

lo que es. no hay relojes, hay baúles, y nadie muere.

El agua juega con la colina y se alegra con mi turbulencia.

Es otra la longitud de este lado.

 

Mirada

 

Me gusta

ese tu instante de inexactitud,

cuando miras por la ventana,

como queriendo tomar el horizonte

con tus ojos formando

una línea agotada

por el tiempo.

Y yo al lado

tratando de limpiar el vidrio

 

 

Del libro de Poemas Infantiles Danzando con las Estrellas, de Alejandro Keller

El guardián de los recuerdos

Cómo te escribo

niño de mi alma

si tú aun  no necesitas

estas palabras

las guardaré hasta que crezcas

y olvides la infancia

seré yo

el guardián de tus sueños

para que no te olvides

mirar al cielo

para que no te olvides

de mirar la noche estrellada

y guardaré para ti

polvo de estrellas

para cuando quieras despertar

una princesa encantada

soy el guardián de los recuerdos

que tendrás

incluso estaré en el trompo

que harás girar

ya duerme lento niño

que pronto habrás de crecer

y la caja de tus recuerdos

para ti yo abriré

 

La ronda de Gabriela

Oh niño

quizás cuando esto tú leas

en el mundo ya no existan las rondas

pero deja entonces que te cuente

como estas eran

hubo una mujer

que se llamaba Gabriela

que invento danzas

para girar con el tiempo

nos tomábamos de las manos

y éramos niños eternos

fue ella una mujer de muchas penas

quizás por eso

invento tantos cantos y rondas

ya que con tu risa

se le iban sus tristezas

ella cantaba la ronda de san Miguel

el que se ríe se va al cuartel

una ronda mi niño

tan solo una simple ronda

tomados de las manos

girando y girando

girando como si fuéramos

manecillas de un reloj

de esos relojes antiguos

que quizás te dejó tu abuelo

si algún día las rondas se acabaran

no olvides el nombre

de la tía Gabriela

ella dejó un libro

por si algún día no existieran

Mistral su  apellido

es una gran compañera

ahora ya tan solo

te faltan otras manos

para comenzar a girar

pues no existen rondas de soledad.

 

Los volantines

Cuando era un niño

y llegaba septiembre

todos corríamos al parque

a comprar volantines

y habían tantos y tantos y de tantos colores

que el cielo parecía hecho de papel

y habían tantos y tantos de tantas figuras

que aun siendo de día

se veían las estrellas

otros eran como bandadas

de golondrinas bellas

otros tenían triángulos y cuadrados

como figuras geométricas

así quien fue niño y no elevó un volantín

no sabrá nunca

lo que es sentir

el tocar el cielo hasta su fin.

 

Alejandro Keller

 

 

 

Del libro de poemas «Laberinto» de Alejandro Keller

II

Muros

murallas

separación

un laberinto

algo escondido

algo oculto

que no debe ser hallado

líneas rectas

cuadraturas y ángulos obtusos

afirmando la no existencia

de laberintos circulares

así

el paradigma de occidente

es mi paradigma

pues recuerdo la ausencia

de provenir de una tierra lejana

al parecer

laberintos que fueron forjados en Grecia

forjados

en el misterio de Dédalos

y su minotauro

siete Tebas

siete Minos

las siete doncellas

que deben ser sacrificadas

un liberador que navega

con velas negras

el rodillo de Ariadna… eterna

un padre cayendo

sobre el mar egeo

quizás descuido

quizás determinación

Quizás tan solo un mito

para escapar de laberintos ficticios

Líneas rectas

Cuadraturas

Ángulos obtusos

si Teseo en verdad existió

logro atravesar el laberinto de la razón

y así

en el reflejo del minotauro

contempló el secreto

 

que había sido escondido

que su reflejo

era su propio reflejo

 

Alejandro Keller

Del libro de poemas «Laberinto»

René Rodríguez Ramírez , poeta de Puerto Rico

 

 

 

Trashumante

Andas,

trashumante en el colosal firmamento de la noche,

buscando la compañía de nuevas ansias

de nuevas intenciones,

dejando en tus huesos mi ausencia.

 

Sola,

emigras hacia la oscuridad del sentimiento,

escudriñando cada ínfima felicidad

que en el pasado

provocó en ti asombro.

Tiritas en el infernal frío

que el ostracismo te brinda,

indagas fanáticamente

cada beso,

cada sonrisa,

cada mirada,

para desterrarlos al fin,

de tu piel.

 

Ave nocturna

 

Abre la puerta,

la que te llevará a otra puerta,

entre ambas,

la arena y el jazmín.

 

Levanta tus extenuadas alas,

alza el radiante vuelo

y extiende tus abrazos.

 

Abre la otra puerta.

 

Elévate,

observa la luna,

esquiva las piedras celestes,

y vivirás como ave nocturna.

Quedan tristes

 

Solas quedan tristes

las reminiscencias de la inmolación de un ayer consumido,

de un pasado enviado a la barca del olvido.

Contradictorio final

de la acción ilusoria del afecto,

esa fatídica historia de la emoción

instaurada entre dos,

y la elocuente ira

que de mis venas te apartó.

Solo quedan tristes

las reminiscencias de un ayer.

 

 

MARÍA CRISTINA CHIAMA. TRES POEMAS

desde el fondo de un espejo

el mensajero de la bruma

me recorre plácidamente

antes de que

una vez

dentro del espejo

seamos solo atisbo de hielo

sin aire

 Sombras

soñé que mi casa no daba conmigo

mientras yo persistía en una estación de trenes

aunque un lejano aroma a albahacas frescas

se hiciera táctil,  pudiera palparlo

y me incitara a morder entre dientes

polvo de mi patio

tosca herrumbre de un eslabón pleno de encierro

¿tal vez el resto de una vieja campana

un borde de voces ahora esparcidas?¿por dónde?

(En medio una aldaba apagó las luces)

Sobre una mesa

como si la vida fuera una lámpara animando sombras sobre una mesa

como si la lámpara se apagara para no inquietar a dos flores tardías

como si las flores descuidadas en un vaso  agradecieran ese poco de agua

como si el agua fuera bebedero en una  plaza

y en la miseria deslumbrante del último sol

como si el sol en vez de amarillo fuera turbio en sus bordes y en su centro

como si la vida no fuera centro de nada

y sin embargo

me encuentro con mi mirada detenida en una lámpara animando destellos

sobre una mesa que huele a madera

 

Nuevo poema de Alejandro Keller, autor de las «jarchas»

Voy caminando por una sinagoga
que parece una mezquita
quizás mezquita que parece sinagoga
aun recuerdo como se entrelazaron en España
y aún sigo cultivando la jarcha
pero sin olvidar las reglas del piut
sobre todo del Yemen
yo fui testigo de aquella conjunción
la alambra
el flamenco
Adolfo X el sabio
y aun recuerdo los diálogos de León el hebreo
regresando al platónico amor
y la memoria del tiempo es difusa
el siglo de oro nació.

Praga 1, de Ana Emilia Silva

PRAGA I

Estoy en tus calles,

en la puerta de tu casa, dentro de tu casa.

Entre  papeles, fotos y recuerdos.

Enorme con esos ojos que atravesaban las paredes,

que desnudaban el tiempo.

Ojos de más allá, abismales ojos.

 

La ciudad y las calles.

La lápida con tu nombre.

Pasos en la ciudad antigua poblada de campanas,

con el carrillón hundido en el viento y las nubes.

 

Sombra   hecha de alucinadas palabras.

 

Recorro el castillo y me pierdo en inciertos corredores,

donde el golem despierto  baraja destinos

Y  un insecto  se asoma al puente de San Carlos.

 

 

Lo viste todo.

Caravanas grises en agusanados trenes.

Sombras en la niebla con palmetas de púas.

Gritos en el sabat quebrado.

 

Por tus calles, desde el rincón afiebrado de tu mente,

viste como caía el mundo,

como se rompía la esperanza.

 

Enajenaciones

Ahora sé
que hay preguntas
que sólo van a quedar en preguntas
porque no hay palabras
para responderlas.
Silencios
que sólo van a ser eso, silencios
sin murmullos que los interrumpan
y la soledad
este bosque impenetrable
donde me pierdo
sin un apoyo,
un asimiento,
una consolación.
Días y noches
que se sucederán sin prisa
y sin pausa
en este controvertido
enajenamiento de vivir.
Sé también
que tu figura
se diluirá en mi espejo
aunque intente asirla.
Tu aliento tibio,
tu mansedumbre contenida,
tu perfil,
la sombra de tu voz
nombrándome
como si mi nombre
fuese dicho
por la primera vez,
como si tu contacto
hubiese sido el primero
y yo acabara de nacer
sólo porque me nombraste
como nunca antes
me habían nombrado,
con tu palabra leve,
tu gesto magro,
tu indócil manera de ser.
Beatriz Minichillo

Micropoesías

Adaptación de las jarchas de los judíos y árabes de la España medieval.
(Sobre las “jarchas” ver en Artículos)
Espectador

Observé yo la vida, y esta pasó como luz fugaz
pensando en como vivirla, se me olvidó vivir la vida
despierto ahora del sueño, y contemplo mi ausencia

Fusión

Dos cuerpos una cama, son tres personas buscando la unidad
dos sobre el lugar sagrado, dos cuerpos religados y arqueados
como una curva de infinitud, forman un círculo perfecto
hombre y mujer de frente están

Vals

Círculos y círculos, encarnando el ternario sagrado y eterno
tres tiempos por cada vida, en un baile que decida
las conjunciones de los astros, mientras el reloj gira

Gaita

Celtas benditos celtas, son seres casi irreales
herederos de la magia, que surge de las raíces
entre los árboles del bosque, música hecha de raíces
música de cuerpos de mujeres

Disonar

No tañen las campanas, no tañen desde mi exilio olvidado
no tañen las armonías, pues se callaron las sinfonías
espero desde esta fuga, espero cargando tus secretos

Irregular

Rarezas singulares, estremecen el espíritu del hombre abatido
y yo me siento absurdo, frente a mi lógica insensata
¿sanaré mi excentricidad? aun conociendo los caminos
no encontré la solución regular

Contrarios

Empiezo por lo obvio, bien y mal luz y sombra
lo obvio se hace contraste, el contraste se hace contradicción
y las dos fuerzas que se oponen, generan el equilibrio estático
posterior al acto del Creador

Juguemos en el bosque

Grumos de cristal
se acumulaban
cubriendo el bosque
y las aguas y el cielo
con una extraña escarcha.

Temblé bajo un árbol.
Nuestro árbol.
Toqué una piedra.
Miré a lo lejos
la ciudad ausente y espesa

y el crepúsculo y las sombras
que bajaban sin sonido
hasta tu mirada indestructible
lámpara que no se apaga ni en
el lodo ni en el umbral de los caminos.

Juguemos en el bosque, dijiste
y perdámonos en la nada, en el puro vértigo.
Te creí. Y ahora estoy sola.
Bajo nuestro árbol un extendido silencio
con una calle y un río, lejos.