
Prólogo Volumen I
El Volumen I, titulado “El Enigma Argentino” tiene un carácter conceptual, metodológico e introductorio. Se aproxima a este misterio a partir de tres enfoques complementarios. Primero: exhibiendo evidencias cuantitativas de la involución del país; segundo: estudiando la génesis temporal de la Cultura del Poder que cinceló el destino argentino; Tercero: identificando sus principales exteriorizaciones en la esfera institucional y en las conductas de la sociedad.
Su primer capítulo, esencialmente descriptivo, presenta una síntesis sobre “¿Qué pasa con los argentinos?” Su contenido permitirá delimitar el escenario temático sobre el cual se aplica, a posteriori, un amplio instrumental conceptual y metodológico destinado a penetrar ordenadamente en los laberintos de la historia argentina. El capítulo II, de carácter introductorio, expone la amplia batería de conceptos utilizados en el estudio del Poder, referido, específicamente, al caso argentino. Provienen, por lo general, de la sociología y de la ciencia política y serán utilizados para penetrar con rigor en el estudio de la Cultura del Poder en el país.
Por razones de síntesis, se eliminaron del texto aquellas secciones destinadas a estudiar la génesis y praxis del Poder desde la época de los grandes imperios del Oriente hasta los tiempos de Grecia, Roma y España. En aquel lejano pasado la Cultura del Poder fue el escenario por donde transitaron las múltiples experiencias de organización social de la humanidad y donde las manifestaciones del Poder experimentaron profundas mutaciones preservando, sin embargo, como esencia de su propia naturaleza, independientemente de las motivaciones insertas en sus fines, instintos de permanencia, hegemonía y absolutismo. La historia del Poder registra también que en todos los pueblos del mundo solo la reacción en cadena de sus principales estamentos sociales pudo construir la fuerza necesaria para condicionar y cambiar la praxis del poder vigente. Naturalmente, las formas que adoptaron los conflictos por el Poder registraron múltiples modalidades conforme fueron sus diversos contextos de espacio, tiempo y estructuras sociales.
El capítulo III tratará sobre las diversas raíces históricas-culturales que conformaron la identidad nacional y aportaron sus atributos y experiencias para cristalizar la Cultura del Poder que, hasta el presente, sustenta y condiciona la acción de gobiernos y sociedad. En su reconstrucción se deja constancia de la significación trascendente que aún mantienen en la cultura nacional las ideas, tradiciones, costumbres y códigos de conducta provenientes de sus raíces precolombinas, de la colonización hispánica, del enciclopedismo y del relacionamiento comercial y financiero con el mundo exterior. Para completar el análisis histórico, se destacan también las influencias y múltiples consecuencias derivadas del intenso proceso inmigratorio que durante los siglos XVIII, XIX y XX mezcló las aguas que nutrieron la cultura argentina. Al interior de aquel extenso y complejo contexto histórico de cinco siglos destacan, por su excepcional importancia político-cultural, los acuerdos comerciales celebrados entre España e Inglaterra a comienzos del siglo XVIII habilitando al Río de la Plata como plataforma de comercio exterior para que el imperio británico, por medio del intercambio, cristalizara, junto a la incipiente burguesía local centrada en Buenos Aires, los intereses materiales y culturales que cincelaron la mentalidad de la elite política dirigente que tuvo particular responsabilidad en los sucesos políticos del siglo XIX y marcaron a fuego el destino de la sociedad argentina.
En un lenguaje de síntesis, el capítulo IV presenta una caracterización general sobre los Ciclos que integraron la historia argentina. El concepto de Ciclo utilizado en esta obra es de carácter esencialmente político y refiere el período temporal dentro del cual los integrantes del Poder Formal administran las instituciones de Gobierno con relativa estabilidad y en sintonía con la gama de intereses de quienes controlan el Poder Real. Cuando por alguna constelación de circunstancias se alteran las condiciones de gobernabilidad y el Poder Formal pasa a ser resistido y cuestionado en su legitimidad por otras representaciones políticas afines u opositoras, al punto de sentirse obligado a pactar, ceder o perder porciones significativas de su hegemonía, el país penetra en zonas de creciente inestabilidad política. Quienes detentan el Poder Real procederán, naturalmente, a evaluar los riesgos de gobernabilidad y podrán detonar cambios sustantivos en la composición de sus representaciones. La sociedad percibe tales mutaciones como el fin de un Ciclo y el surgimiento de otro tiempo, de otro Ciclo. El concepto de Ciclo así definido no refiere, necesariamente, la ocurrencia simultánea de crisis en la esfera de la economía aunque en algunos momentos de la historia argentina se hayan verificado rupturas simultáneas en ambas esferas.
El capítulo V presenta una primera aproximación sobre la génesis y morfología de la Cultura del Poder que, en cada tiempo-histórico, pudo haber asumido formas diferentes pero siempre tuvo la responsabilidad de cincelar el destino de la sociedad argentina. Esta Cultura, cristalizada en los albores de la nacionalidad y reciclada permanentemente por los Gobiernos y Elite Política Dirigente al conjuro de una geografía singular y de los avatares del capitalismo mundial, fue la fuerza inmaterial que condicionó, en todos los tiempos, las estructuras y la dinámica de la vida política, institucional, económica y social argentina. Los Volúmenes II y III proporcionarán la información pertinente relativa a cada Ciclo histórico y su estudio posibilitará confirmar la extrema flexibilidad de aquella Cultura para mantener su carácter hegemónico. Desde esta visión, se entiende que fueron los Políticos y Elites Dirigentes, civiles y/o militares, los que, sirviendo a sus respectivos gobiernos, conformaron el instrumento operativo que aquella Cultura utilizó para penetrar y condicionar valores y comportamientos en la esfera de las instituciones del Estado y en la propia vida de los ciudadanos.
Desde comienzos del siglo XVIII aquella influencia estuvo presente y activa en Buenos Aires hasta provocar los hechos de mayo de 1810. A posteriori, aquella misma Cultura impulsó la guerra civil entre las provincias y Buenos Aires hasta que, finalmente, en 1853, logró mimetizarse en el articulado de la Carta Magna para regir, institucionalmente, los destinos de la sociedad argentina. Desde entonces, la misma cultura transformada ya en sustento jurídico del Estado, viene balizando en el país la dinámica de sus Gobiernos y sociedad. Según esta interpretación, tanto los tiempos pasados de guerra civil, de progreso y esplendor como los tiempos recientes, de degradación e involución, fueron consecuencia directa de decisiones adoptadas por Gobiernos y Elites Dirigentes en los campos de la economía y de la política bajo la directa influencia de intereses impulsados por aquella misma Cultura de Poder que ejercitó roles hegemónicos en toda la historia argentina.
El capítulo VI, por último, presenta un esquema preliminar para interpretar el enigma argentino. Trata específicamente sobre las influencias y deformaciones que la Cultura de Poder cristalizada en el país pudo ejercer a lo largo de la historia tanto sobre los sucesivos Gobiernos civiles y militares que lo administraron como también sobre los diversos segmentos que integran su sociedad. Los resultados buenos o malos que el país, gobierno y sociedad pudieron recoger en el transcurso del tiempo representan, en esencia, el resultado sistémico de un lento proceso históricamente condicionado por los efluvios de una anacrónica Cultura de Poder que hoy se precisa desplazar para frenar la involución del país y comenzar la histórica gesta de su reconstrucción hacia horizontes de progreso y equidad.