Diciembre 2009
Llegamos finalmente a diciembre del 2009. La sociedad registra el agravamiento de sus problemas y avanza sobre territorio institucional imprevisible. La configuración del próximo Congreso Nacional todavía es una incógnita. Los partidos no decidieron quienes presidirán las Cámaras y Comisiones. La sociedad ignora también cuales serán los principales Proyectos de Ley que los nuevos legisladores presentarán para discusión en el próximo Congreso Nacional. Oportuno resulta, en consecuencia, focalizar en esta editorial algunas proposiciones para enriquecer los próximos debates.
Los problemas esenciales de la sociedad se refieren a la pobreza de amplios sectores sociales, a la inseguridad y a la falta de alimentación, salud, educación, previsión, cuidado de niños y ancianos. Asumiendo que el próximo Congreso estará realmente interesado en crear la legislación necesaria para atender tales problemas talvez haya llegado el momento de debatir un Proyecto destinado a Reformar la Economía para instituir un sistema integrado por tres regímenes complementarios y convergentes que posibiliten el normal funcionamiento de una economía social-comunitaria junto a la economía pública y a la economía privada de libre mercado.
En mi libro “Argentina entrampada “, publicado por la Editorial Piso12 en 2004, destaqué la importancia de incorporar el funcionamiento de una tercera economía movilizada, fundamentalmente, por los vecinos de barrios urbanos y comunidades rurales; por las micro y pequeñas empresas; por las familias de desocupados; por los gobiernos municipales, por las entidades cooperativas, vecinales y comunitarias. Múltiples ejemplos de su importancia a nivel internacional quedaron registrados en aquel libro. La Tesis de las Tres Economías integró también el libro “Argentina 2010: esperanza o frustración”, publicación colectiva editada por Lumiere en 2008.
Decía en aquellos libros que solo una “tercera economía social-comunitaria” tendrá la potencialidad necesaria para crear trabajo productivo en mercados sociales de empleo con remuneraciones de vida digna. En tiempos de globalización, ningún país puede crear la masa de trabajo necesario recurriendo tan solo al funcionamiento de la economía privada de libre mercado. Tampoco el estado puede ni debe inflar su burocracia. Ha llegado el momento en que nuestros dirigentes entiendan que sin el funcionamiento de los mercados sociales de empleo en el ámbito de una economía social-comunitaria no tendrá solución el grave problema del desempleo ni tampoco podrán abordar soluciones a los problemas de pobreza, exclusión, seguridad y preservación ambiental. Para tales propósitos, el país carece de institucionalidad y capacidad operativa apropiada y gran parte del dinero público que los gobiernos destinan para tales propósitos perderán su impacto en los laberintos de la administración pública y de los punteros políticos. Solo la acción organizada de los vecinos a escala local – con el debido soporte técnico-profesional y la cooperación financiera del estado – podrá identificar y poner en marcha la gama de proyectos productivos, de infraestructura, de preservación ambiental, de desarrollo social y de seguridad pública necesarios para el progreso de las comunidades urbanas y rurales. Para tales propósitos se requiere instituir la economía social-comunitaria mediante legislación apropiada.
A nuestros lectores les deseamos un feliz 2010 y esperamos el próximo año intensificar nuestro intercambio de ideas para contribuir a un país mejor.