Desde Abajo

Julio 2010

Al cumplirse los 200 años de nuestra inconclusa revolución de mayo de 1810, la sociedad argentina se encuentra transitando días de angustias e inquietudes. Lejos de los sueños de integración, progreso y república que florecieron en los albores del siglo XIX, estamos inmersos en un país que día a día agrava su estado de involución económica-social y de descomposición institucional; donde todos nos sentimos extraños, sensiblemente divididos entre los que no pueden desplegar sus potencialidades personales por motivos de pobreza y exclusión y aquellos que, aún disponiendo de recursos monetarios, tampoco pueden vivir en plenitud por la crueldad que destila la inseguridad colectiva, el ocaso de la ley y la ausencia de un proyecto colectivo de nación. La suerte y el futuro de unos y otros se ensombrece cada día más tanto por las desventuras de nuestra economía como por la sistemática degradación de aquellos bienes y servicios comunitarios, esenciales al bienestar de todas las familias. En última instancia, tales ausencias desmoronan en el alma colectiva los sentimientos de solidaridad y pertenencia y dejan muy pocos espacios para la ilusión o la esperanza.

Esta situación existencial se respira en todos los rincones del país y en cada instante de la vida argentina. Las familias que habitan nuestro amplio territorio, vinculadas con mayor o menor intensidad al sistema productivo de bienes y servicios sociales o que participan en los circuitos de las artes, ciencias y actividades culturales, se integran, en general, por personas comunes, trabajadoras, talentosas, generosas y honestas. Su diario vivir, más allá de las vicisitudes propias de la vida misma, es impactado hora tras hora por las noticias de corrupción, vulgaridad, desorganización, improvisación y abulia que domina, salvo en honrosas excepciones, la praxis reinante en las esferas de las instituciones públicas. Adicionalmente, las noticias sobre desfalcos, robos, violencia e inseguridad sobre personas y patrimonios oscurecen, aún más, el ocaso argentino.

La acumulación de informaciones sobre los hechos referidos generan dolor, sensaciones y sentimientos, como lluvia ácida, que descienden sobre las personas, corroe las arterias que articulan sus relaciones sociales y termina afectando las relaciones entre familias y amigos. Al otear el horizonte solo percibimos señales que agudizan nuestros sentimientos de desconcierto, inquietud, frustración y escepticismo: ¿como explicar a nuestros hijos y a nosotros mismos que un país como Argentina, dotado por la naturaleza de todas las riquezas posibles, no haya podido encontrar todavía los caminos institucionales más apropiados para cristalizar su gobernabilidad avanzando en la construcción comunitaria de sus sueños de progreso y equidad? ¿Existen responsables? ¿Quienes fueron y quienes son? ¿Qué debemos hacer como sociedad para iniciar la reconstrucción del país? ¿Cuándo? ¿Cómo?

En los próximos 18 meses llegaremos a la próxima elección Presidencial. Nos informan que, en principio, tres grandes protagonistas se enfrentarán en las elecciones: un candidato propuesto por el actual gobierno para ejercer la continuidad de su programa. Un candidato impulsado por una coalición liderada por el Partido Radical y, finalmente, un candidato en representación de diversas facciones de un autodenominado Peronismo Federal, situado en franca oposición al gobierno actual.

Por las noticias que difunden los medios de comunicación pude informarme que todos los precandidatos incluidos en las tres agrupaciones que disputarán las elecciones, son personas conocidas por la ciudadanía en razón de sus actuaciones públicas en gobiernos anteriores. Me propuse, con papel y lápiz en la mano, conocer el CV de los precandidatos y registrar, en particular, cuantos libros habían escrito sobre la realidad argentina. Ante la precariedad de los resultados, me propuse preguntarme cuales fueron las principales ideas, programas o proyectos que los precandidatos defendieron, propusieron o impulsaron en materia de políticas públicas durante sus funciones anteriores. El resultado tampoco fue satisfactorio.

Por último, recordé que en nuestro Editorial de Junio 2010 habíamos enfatizado también la necesidad de conocer el pensamiento de los candidatos en materia de Políticas Públicas y, en particular, sobre 10 áreas temáticas de alta relevancia para reconstruir nuestro país. Hasta el momento, tampoco pude encontrar resultados concretos. ¿Cómo sociedad, no mereceríamos mejores opciones?