Octubre 2010
En nuestro editorial de setiembre 2010, decíamos que la Reforma de la Constitución debería flamear en el ánimo colectivo como bandera de los candidatos que competirán en la próxima elección presidencial del 2011. Los candidatos que logren presentar y fundamentar mejores propuestas de Reformas y mejores equipos para administrar las instituciones del estado en todo el país, deberían merecer el favor del voto de la ciudadanía.
Con esta actitud estarían fundamentando sus propias convicciones respecto a los diversos problemas que traban el desarrollo nacional, en su vertiente política, institucional y económica y social. De igual modo, al presentar ante la consideración de la ciudadanía el elenco de sus principales candidatos para ocupar cargos públicos, estarían reconociendo la urgente necesidad de eliminar y sustituir la actual elite política dirigente incorporando en la función pública a nuevos funcionarios dotados de idoneidad profesional, moral y experiencias.
Si por un milagro Argentina pudiera merecer el favor de los dioses en el curso de los próximos meses, los políticos que aspiran a competir en las próximas elecciones tendrían que explicar a la ciudadanía hacia cual imagen de país quisieran aportar su contribución y orientar el esfuerzo de la sociedad para agrandar y ennoblecer el futuro de nuestros hijos. Cuales podrían ser sus objetivos y metas de mediano y largo plazo en materias vinculadas a la economía, a la distribución del ingreso; al desarrollo equilibrado de sus regiones, a la redistribución de su población, a la construcción de la infraestructura física y social necesaria, a los vectores productivos, a los roles que asignarán a la tecnociencia; a la educación, a la salud, al saneamiento básico en ciudades y pueblos de todo el país.
También tendrían que pedir la atención de la ciudadanía para que pudieran explicar sus objetivos y metas de corto plazo en temas vinculados a aquellos problemas más candentes que actualmente angustian la vida de los ciudadanos: seguridad, inflación, desempleo, creación de fuentes de trabajo. En materia de economía, el corto plazo requiere que los candidatos puedan explicar con claridad y fundamento sus propuestas e instrumentos para perfeccionar las políticas tributaria, cambiaria, crediticia y de precios para controlar y administrar la inflación y el crecimiento económico.
Es claro que junto a todas las especificaciones referidas, tendrían también que explicar a la sociedad como administrarían los recursos públicos; cómo se proponen modernizar el sistema de coparticipación federal de impuestos; que reformas impositivas serían necesarias; que mecanismos de gestión aplicarían para eliminar radicalmente las prácticas de corrupción; para racionalizar el gasto público; cuales serían los mecanismos a utilizar para asegurar la vinculación con las fuentes internacionales de financiamiento. En esencia, deberían explicar a la ciudadanía que ideas fundamentales aplicarían para instituir en el país un Sistema Nacional de Planeamiento del Desarrollo Nacional y Regional donde predomine el reino de la razón y donde puedan discutirse ampliamente, con fundamentos técnicos y plena participación de los actores sociales, los problemas que aquejan al país y a sus diferentes regiones y sectores productivos.
Si los dioses se olvidan del país en el curso de los próximos meses, el sueño terminó. Y solo tendremos que esperar el paso de las horas para atormentarnos con la tediosa reiteración de discursos vacíos y mentiras dolorosa, provenientes de una policromía de banderas partidarias, confirmando, una vez más, que Argentina es un territorio situado más allá de la razón.