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Packard

“Sé que estoy soñando, no tengo ninguna duda y también sé que bastará que me despierte para que esta pesadilla se termine”
Mientras tanto estoy obligado a seguir al volante de un auto que no me obedece. Recostado en el respaldo trato de pensar una salida a mi situación mientras escucho un tango que sale de la radio. Lo interpreta D’Arienzo, pero no sé el título. Este Packard fue muy importante en mi vida. Fui su primer dueño y gracias a él Laura, por fin, aceptó salir aquella noche. Le debo mucho, y tal vez sea por eso que se conduce solo, como mis recuerdos. Pero esto es un sueño y nada más. Trato de despertarme y no puedo. Comienzo a sospechar que estoy soñando que sueño un sueño y que mi problema puede ir complicándose cada vez más.
Traté de tirarme a la ruta pero no pude, la puerta estaba herméticamente cerrada. Luego arranqué los cables del contacto y el muy hijo de puta igual siguió andando. Por el costado de la carretera vi adelantarse un tren, los pasajeros no reparaban en mí a pesar de los gestos frenéticos que hacía para atraer su atención. Terminé viendo como el vagón de cola se perdía allá lejos dejando atrás un par de vías oxidadas.
Cuando terminó el tango el auto se paró solo.
Miro hacia los costados y me encuentro en el mismo lugar, no avanzamos nada desde que aparecí aquí adentro. La banquina permanece inalterable. Del otro lado del alambrado la misma vaca me sigue mirando con su cara de estúpida.
¿Será que estoy despertando de un sueño anterior?
Siento el cuello pegajoso, lo toco y en mis dedos veo sangre. No dudo que fue el tipo de la navaja que va sentado en el asiento de atrás. Juega con ella a pesar de que su hoja está plegada. Pero también sospecho que la herida me la hizo mi mujer con la uña del dedo meñique (la tiene demasiado larga). Va sentada a mi lado y me mira de una manera extraña, igual que cuando practicaba clavándola en la pechuga de un pollo.
Un grito salió de la garganta de la chica que está tirada en el asiento de atrás. ¿Esa chica será Laura? No, Laura va adelante, a mi lado. Entonces, ¿quién es? Me parece que en este auto se cometió un crimen ¿El hombre de la navaja mató a la chica? Tal vez por eso se ríe tan torcido. ¿Será de cruel que es, o tuvo un ACV?
¿Y el viejo de los tiradores rojos?
“Me parece que sigo soñando que sueño, pero ya no estoy seguro en qué parte estoy”
Una luz intensa nos inmovilizó, no era la policía, era un fotógrafo ¡No se muevan! gritó antes de disparar el flash. Quedé atrapado en la foto como chofer del Packard mientras la pareja sonreía feliz desde el asiento de atrás. La chica se sacaba el vestido muy despacio mientras el tipo se limpiaba las uñas con la navaja siempre cerrada.
El viejo de tiradores rojos, sentado adelante, le mostraba la foto a mi mujer (Me parece que se la quería voltear) mientras se reía con toda el asma del mundo.
Caigo afuera del Packard, sin saber cómo pude abrír la puerta (en realidad me caí de la cama) y veo los zapatos de mi mujer y los del viejo de tiradores rojos. Acaban de entrar a la habitación.
“Salí del primer sueño pero sigo soñando con los tiradores y la uña del dedo meñique de la turra de Laura”
La sangre se va extendiendo por el piso, la veo salir de la habitación y derramarse por la escalera.
Ellos se acercan, dicen que para ayudarme. No les creo, sé que me van a atacar.
“¡Si consigo despertarme se termina todo!, me grito esperanzado”
Pero no puedo, el terror me paraliza, quiero correr, resbalo en mi propia sangre y comienzo a caer por la escalera. Abajo me espera la uña del dedo meñique de mi mujer. El esmalte plateado emite pequeños destellos, detrás, ella sonríe confiada.