Poemas. Leídos y grabados en el Arlington Arts Center, Abril 2005, USA.
Estudio de una cierta clase de esplendor
Besaba Ud. esa pared enloquecidamente
pero el sujeto del deseo sólo quedaba en ese cuadro
y la casa hería, transformada por la serenidad
de no tener una mujer que hablara con los pájaros
tenía Ud. un trayecto sobre el cuerpo de esa mujer
y en las narraciones a oscuras de besos y milagros
mientras ella colgaba las piernas o las doblaba
sin sus medias gruesas, en los albores del invierno
sentía Ud. ese súbito conocimiento al tacto de
las tazas en su lugar , y los altos vasos de cuello
duro, metidos en los armarios, y todo tan igual
se desmoronaba ahora, esa simetría con el universo
por esto Ud. besaba a esa mujer colgada en esa
habitación, con su traje sastre. Las ideologías
del erotismo no tenían lugar en ese momento en
que Ud. tocaba con sus labios, el cabello caído
sobre los hombros fijos.
Exotic locations: calle en el pentagrama
Volverá esa mujer de muchos nombres,
su mirada sin ojos.
Susana Thénon
Abro un poema con dos cuerpos mudos,
para resplandecer contra la noche, abro un grito
con cáscara negra deshojado en una calle sola
abro un frasco de perfume y estalla una flor sumergida
caigo en el extraordianario suspiro hacia las escaleras
hay una mujer negra con los ojos muy blancos
una mirada o muchas como de pentagrama, hay
esa calle ese momento largo, esa forma de soledad
de paisaje de Poe, en una página en un libro
en la mirada desde el cuarto piso, en la memoria
de la hora, hay vidrios mojados de lluvia y de viento
y tiempo hay, desparramado y contenido entre
las páginas de música de jazz.
El tiempo es el invierno, la tierra es el lugar
O será posible la muerte en otro lado, porque a veces parece que
morirnos exactamente el mismo día que abandonamos todo
no por política o por cobardía, por la vida misma, y salimos
con nuestra diáspora a cuestas, a ordenar el mundo en otra parte
desde el caótico atardecer que nos vió partir, en el cuerpo de
un avión cruzando la respiración del cielo, o será posible
decir soy cierto, tengo diez dedos, dos manos, sin ese efecto
de la nostalgia que duplica todo, como en una idea y venida
de tiempos que desacertadamente coinciden y se desenvuelven
a pesar nuestro, por esa avenida como por un océano de
voces, la vida, esos hilos de colores que se sueltan y corren
enredado potencias que solíamos tener, fuerzas profundas
para descubrir el tiempo, la soledad
o será posible que yo extienda las manos y toque la ventana
luminosa y no tenga deseos volver hacia atrás, y el sol de invierno
repliegue las varas de aquellos árboles, y perdure este momento
como perdura un deseo intenso, como perdura la palabra ahora
dentro de una caja de leche, o de un tapiz que repite ese perro
bordado a los pies de una mujer muy frágil con un anillo sepia.