Producción literaria > Artículos

“que por doler me duele hasta el aliento”

Escribo esta nota el día que murió Eladia Blázquez. Insomne crónica, la noticia me llegó muy temprano desde la televisión. La conocí alguna vez, en relación a mi actividad profesional y admiré su ubicación, su bajo perfil para la vida cotidiana. También admiré, y mucho, a la artista, su música, su postura ideológica. Todos los medios audiovisuales de la ciudad están hablando de ella. A partir de mañana, lo harán diarios y revistas. Se lo merecen. Y lamento que se mueran los buenos.
Pero el 6 de agosto se murió Nira Etchenique. Autora exquisita, su novela Persona, completamente agotada, sigue teniendo hoy la fuerza, la contundencia y la actualidad que mostró hace más de veinte años, cuando fue escrita. El libro de poemas Diez y punto suena una y otra vez en mi casa, con su voz, desde un CD, desde el día de su muerte, y me hace llorar, y me acompaña. Novelista y cuentista, poeta, periodista, mujer de su tiempo y comprometida con él, de una conducta éticamente intachable, a la que la historia trágica de este país le cobró una hija y la obligó a mayores luchas y al exilio, Nira ha merecido apenas una notita escondida en un diario, un programa que le dedicó Amílcar Romero, el que el domingo 4 de setiembre haremos en Contextos. Nada más. Ninguna de las dos sociedades que nuclean a los escritores argentinos hizo un solo comentario público, ningún suplemento ni revista literaria le dedicó una página.
Es cierto, las artes del espectáculo son más redituables, pero Nira Etchenique es un lujo para la cultura argentina y a mí, que su ausencia me hace doler hasta el aliento, el silencio a su alrededor agrava esa pena y exalta la injusticia.