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Sobre «Celebración de la sangre»

“Esas mujeres silenciosas de menstruación reciente e hijos creciendo en la panza, campesinas sacudidas por el viento de agosto, perdida la mirada en una tierra inentendible y extendida vaya a saberse hasta dónde, yendo y viniendo todo el día a merced de un marido que poco entendería de mujeres o que las creería aun más fuertes de lo que eran, ¿llorarían sobre el aljibe, apretando el rosario escondido entre el delantal y la pollera? Se dice que a veces en la llanura desmesurada, en los andenes abandonados de estaciones como La Cautiva, pueden oírse sus sollozos: han recibido una carta del Caraglio, les avisan que la mamma se murió sin conocer a todos estos nietos, de la tuberculosis de algún sobrino, que algún ejército pasó por las continuas guerras y fusilaron a Nicoletto por rebelde. Mujeres vestidas con prendas amplias y oscuras, para que no se notaran las formas y tampoco las manchas. Mujeres de a caballo, en misa con mantilla negra los domingos, mujeres cuya lectura, si habían aprendido a leer, era su misal, sus oraciones por los que habían quedado allá a merced de los ejércitos que van y vienen como los odios.”
Celebración de la sangre, de María Cristina Chiama. Una novela intensa. La historia de Clara, atravesada por la de otras mujeres, la Malinche, Micaela Guyunusa, una charrúa llevada a París para ser mostrada como curiosidad, la sus amigas, la de las inmigrantes, las desaparecidas, que incluye de un modo bastante explícito a Marita Verón. Todas unidas a través de la sangre: la del parto, la menstruación (y su ausencia), la de la violación, la tortura, la muerte. Y la vida. Que desarrolla, con una escritura impecable, la historia dolorosa de la patria. Mujer también.
Zulma Fraga