¿Tuiteratura?
¿Realmente existe? ¿Es la literatura del futuro? ¿O es un nuevo invento de este tiempo acelerado en el que vivimos, en el que la tecnología adelanta los relojes, y tal vez por esa misma desesperación de la velocidad, un mero instrumento, por interesante que sea, se transforma en un “arte nuevo”? Sería absurdo despreciar la ansiedad con la que la tecnología se apodera de nuestras vidas. Es útil para infinidad de cosas. ¿Lo es para la literatura? ¿No estaremos transformando la forma en la esencia? ¿El despliegue de la escritura en meros caracteres?
Mi formación en filosofía quizás hace que tenga muchas preguntas y pocas respuestas. Tampoco respecto a este tema es la excepción: no tengo respuesta. Pero me llamó profundamente la atención este artículo, muy “a la moda”, y surgieron espontáneas las preguntas que ya estaban seguramente en mi mente, más aún después de subir recién a la red el anuncio de la obra en cuatro volúmenes de Manuel Figueroa, La Cultura del Poder, casi 2000 páginas, producto de al menos 10 años de lecturas, historia, escritura, persistencia, dedicación, esfuerzo, correcciones de texto, las incontables veces que fuera necesario, hasta concretar el objetivo, que en este caso es sobre un tema puntual, no precisamente literatura. Y a la vez también me impactó esta idea de “tuiteratura” ¿del futuro?, porque justo estoy leyendo, con un deleite ya casi perdido, el último libro de Paul Auster, 4321, el que dicen le llevó 7 años de trabajo y casi 1000 páginas, (aun no lo termino). Reconozco haberlo visto en las librerías con cierto temor y hasta rechazo, (yo soy parte de este mundo acelerado), y preguntarme por qué, para qué escribir tanto, un libro que no se puede llevar de viaje, pesa y ocupa demasiado espacio en una maleta, tampoco puede llevarse a un consultorio médico ni al dentista, no entra en una cartera, y ¡Horror!!, no se puede leer en internet ni enviárselo a un amigo por mail, y seguramente voy a demorar mucho “tiempo” en terminarlo. Gracias a mi amiga Ana, loca linda, que tuvo el coraje de regalármelo para mi último cumpleaños, puedo volver a disfrutar de, ¿la literatura?
No quiero decir con esto que mientras más páginas tiene un libro es mejor, o que es la única literatura reconocible como tal, no, sería una reducción burda y simplista, podría también un enorme volumen ser un desastre y un tuiter hasta genial. Este artículo sobre la “tuiteratura” está debidamente sostenido por referentes nacionales e internacionales que defienden a capa y espada (disculpen el anacronismo) este tipo singular y brevísimo de escritura, incluso la consideran ¨”vanguardista”. ¿No será más bien “inmediatista”? ¿Pasatista? Por supuesto que su lectura requiere de menor tiempo. Eso, el tiempo, que parece escabullirse cada vez más rápido por rendijas abiertas quizás ya imposibles de cerrar. Pero así como una playa no es el puñado de arena que tomo y se escurre con rapidez entre mis dedos, son necesarias innumerables capas y sucesiones de arena que antes fueron roca, montaña, o mar, o lago y “el tiempo” las fue transformando, con lentitud, para que hoy al mirarla podamos decir “playa”, y si es una “hermosa playa”, gozar con plenitud de su belleza, ¿podemos nombrar “literatura” a un imprevisto y breve estallido de ingenio (en el mejor de los casos), o ironía, o burla, o quién sabe qué, prisionero de 140 caracteres? ¿Dónde quedaron los mundos imaginarios e imaginados, los lugares, paisajes, espacios, historias, sueños, los diferentes personajes que terminamos amando u odiando? ¿O es que tendremos que contentarnos con este final del artículo? :
“Alex Aciman plantea que la lectura de una novela no puede reemplazarse por 20 tuits, pero se explaya en su punto de vista: «Nunca nadie va a poder decir ‘entendí el Infierno de Dante’ después de leer nuestro libro, pero desafortunadamente hay gente que nunca leerá Proust ni Joyce. Quizá nuestro libro puede darles una pequeña fracción de la novela. En definitiva, es mejor haber leído apenas eso que no haberlo hecho».
Mireya Keller