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un microrrelato de Amelia Mabel Stricker


Y me arrastra
Amanecía inciertos en la cornisa: solo un paso y el fin. Brumoso alrededor. La noche, titilante confusión eléctrica y natural, ribetea el horizonte tantas veces escrutado. No quiero ver, será posible con los ojos cerrados… tal vez. Solo un paso para no pensar el día de mañana, ni el de ayer…solo este paso.

Una vocecita radiante me cabalga en la memoria. Una vocecita celeste, imprime notas alegres sobre mis pestañas, escudriña debajo con un dedito melado: mi niña quiere abrir este ojo, un ojo que se resiste entre la noche brumosa y la luz del sol que ciega, desde la ventana.

Qué sabe mi niña de cuánto, en esta noche única, vacilo en la cornisa, sin ponerme la cara de abuela. Qué sabe mi niña de no encontrar red en la caída, qué sabe de cielos oscuros y derrumbes.

Solo estira su mano chiquita, mi niña de dulce de leche y panqueques, y me arrastra a su mundo encantado de plastilina y castillos de bloques.

Cada día es así, la única mano posible, gigante mano chiquita de dulce de leche, embadurna mi ojo. Y tira abajo, desde la cornisa, obstinación, resistencia. Y algo muy suave y muy blando pasa desde su piel a la mía.

Y abro la ventana, y canto con ella.

Amelia Mabel Stricker